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Visiones del paraíso
Peralada, 5 de julio de 2025. Festival Perelada. Mirador del Castell. Genius Loci. Xavier Sabata (contratenor), Jonas Nordberg (archilaúd), Liam Byrne (viola da gamba y electrónica), Cachito Vallés (artista visual), Rafael R. Villalobos, dirección escénica.
Peralada, 6 de julio de 2025. Festival Perelada. Esglèsia del Carme. In Paradisum. Julian Prégardien (tenor), Christoph Prégardien (tenor), Saskia Giorgini (piano), Alba Pujol (narradora), Miquel Genescà (Escolania de Montserrat).
En el primer fin de semana de la edición de verano del Festival Perelada han coincidido dos producciones, ambas encargo del festival, de carácter, concepto y ambición muy dispares, pero con ciertos paralelismos. Por un lado, porque ambas tienen como base, en mayor y menor medida, la combinación de distintos códigos como son el puramente musical y el del teatro hablado, pero sobre todo porque, desde perspectivas y discurso casi opuestos, tienen como tema central la búsqueda o una idea del paraíso en la concepción más amplia del término. En el caso de Genius Loci, espectáculo concebido por Rafael. R. Villalobos, ese paraíso está simbolizado por el concepto del jardín (¿del Edén?), convertido en refugio espiritual, personal y colectivo, frente a la amenazante barbarie del mundo moderno. En cambio, In Paradisum, con dramaturgia de Julian Prégardien, tiene como centro neurálgico el viaje en la acepción más puramente romántica del movimiento Sturm und Drang y el tránsito de la vida a la muerte, de la dimensión física a la espiritual.
La fuente de la que bebe Genius Loci es tan compleja como el espectáculo en sí. Villalobos propone una adaptación escénica del texto titulado El jardín perdido, presuntamente creado y publicado en 1912 por un oscuro escritor y jardinero llamado Jörn de Précy. La realidad es que éste resultó ser un heterónimo del escritor italiano Marco Martella que, a través de este artefacto ficticio, ha creado una obra literaria inclasificable a caballo entre un tratado de jardinería y el ensayo filosófico, puntuado con sutiles elementos autobiográficos. El mismo Villalobos se ha encargado de la reducción y adaptación del material literario, trufándolo con piezas musicales que, de un modo u otro, están vinculadas con la narración. La selección de estas piezas, todas extraídas de la literatura musical inglesa, es exquisita. Incluye algunas tan célebres como Music for a while, O Solitude o el lamento de Dido (Dido and Aeneas), de Henry Purcell, pero también maravillas menos conocidas de Daniel Purcell, hermano del anterior o Restless in thought, de John Eccles. El contrapunto a este universo barroco lo ponen dos canciones del ciclo Songs of Travel, de Vaugahn Williams y una de Benjamin Britten (Before life and after).
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Esta parte musical fue uno de los puntos fuertes de la propuesta junto al apartado visual y la sugerente iluminación del espacio escénico. Xavier Sabata, partner in crime habitual de Villalobos, demostró poseer el instrumento y la sensibilidad ideal para este repertorio y encontró en el archilaúd de Jonas Nordberg así como en Liam Byrne (viola de gamba y electrónica) dos partenaires de auténtico lujo. Solo en el número final (Dido and Aeneas) el cantante mostró cierta fatiga, algo lógico teniendo en cuenta que no solo cantó, sino que asumió la larga y compleja parte hablada del espectáculo. Y en ese aspecto radicó el gran hándicap de una propuesta con elementos sugerentes, pero definitivamente fallida. Sabata es un gran cantante, incluso un gran actor-cantante, pero no un actor de teatro. Su entonación fue excesivamente afectada desde el primer momento y esa falta de naturalidad (buscada o no) acentuó el aspecto distanciador e impidió captar matices en la psicología del personaje. A ello hay que añadir un texto en muchos momentos críptico e incluso caótico en la parte final, que pareció perderse en círculos en lugar de construir un discurso dramático coherente y efectivo. Dos obstáculos insalvables para un espectáculo que acabó revelándose como una entelequia por momentos brillante, pero al fin carente de emoción.
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Una emoción que, con medios más humildes y máxima sencillez, sí logró crear Julian Prégardien en el espectáculo del día siguiente titulado In Paradisum. El tenor alemán, con la complicidad de su padre, el gran Christoph Prégardien, y la pianista italiana Saskia Giorgini construyó un revelador y conmovedor retrato del alma humana, de su vagar por la tierra y el inevitable tránsito hacia la muerte. A través de Lieder de Schubert, algunos de ellos adaptados para la ocasión para dos voces, y piezas pianísticas de Franz Liszt, solo con el apoyo de breves apuntes adecuadamente narrados por la actriz Alba Pujol, Prégardien logró un relato in crescendo desde el punto de vista emocional que culminó con la intervención final del niño Miquel Genescà, perteneciente a la Escolania de Montserrat quien, con su voz blanca, cerró el espectáculo con el emotivo canto gregoriano titulado In Paradisum.
Desde un punto de vista vocal, padre e hijo se mostraron en plena forma vocal -Julian con un timbre más claro y Christoph más oscuro perfectamente diferenciados- y exhibieron su dominio del género liederístico de sobras conocido. El inicial Der Wanderer de Christoph o el compartido en alternancia Totengräbers Heimweh, expresados con sabiduría y profundidad, fueron dos de los puntos álgidos de la velada. Por otro lado, en las primeras adaptaciones a dos voces, en algunos fragmentos en forma de canon, que interpretaron -como Meeres Stille y, especialmente, Auf dem Wasser zu singen) se percibieron algunos desajustes que, a medida que avanzaba el programa, fueron desapareciendo. Saskia Giorgini acompañó con eficiencia el apartado liederístico y fue creciendo en sonido y expresividad a medida que iba desgranado las exigentes páginas solistas compuestas por Franz Liszt (La lugubre góndola I, Au lac de Wallenstadt, Egloge y Le mal du pays), principal y coherentemente procedentes de Années de Pèlerinage para lucirse en su última intervención con una brillante lectura de Les cloches de Géneve. Standing ovation final para todos los intérpretes de un espectáculo austero en su concepción, inteligente en su plasmación y emocionante en su conclusión.
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