Trifonov Gatti RCO Dresden2018 OliverKillig 

El prestidigitador y el titán

Dresden. 16/05/2018, 20:00 horas. Kulturpalast. Sergei Prokofjev Concierto para piano y orquesta Nr. 3 en Do mayor, op. 26; Gustav Mahler Sinfonía Nr. 1 en Re mayor. Royal Concertgebouw Orchestra, Daniele Gatti, Director, Daniil Trifonov, piano.

Concierto estrella de los que dejan huella el protagonizado por dos de los músicos más atractivos de la actualidad, el joven pianista y compositor Daniil Trifonov (n. 1991) y el actual director titular de la Concertgebow, el milanés Daniele Gatti (n. 1961). La edición 41 del prestigioso Dresdner Musikfestspiele, recibió esta majestuosa visita de la considerada una de las cinco mejores orquestas mundiales, con el atractivo indiscutible de un programa Prokofiev- Mahler y el caramelo de poder disfrutar de la primera colaboración entre la RCO y el nuevo mago ruso del piano. Este concierto suponía parte de la gira con este programa, ya interpretado previamente en Amsterdam y en Viena.

Alabar las excelencias de la Royal Concertgebouw Orchestra, sería un continuo panegírico descriptivo de la brillantez del sonido de todas sus secciones, la limpieza y certeza de una cuerda de ensueño, el refulgente eco de un metal solar, la dulzura de unas maderas flexibles y generosas o una percusión siempre exacta y teatral. Si se suma estas lindezas con una obra como el concierto número tres de Profofiev y el piano mágico y libre de Trifonov, la suma desborda el resultado. 

Daniil comenzó el primer movimiento con su consabido gesto sibilino y generoso, cual felino de las teclas, su inmersión en el Andante Allegro fue el de un artista que se funde con la obra, no en vano en una pieza estrella de su repertorio, con el que fue laureado por ejemplo en el Concurso de piano de San Marino en 2008. La atractiva combinación de música del siglo XX con el aire impresionista a lo Ravel que le da Profofiev, anticipándose al precioso Concierto en Sol del compositor francés, brindó la oportunidad de disfrutar del virtuosismo de Trifonov, quien encendió cada una de las notas del piano con una luz sonora rebosante de frenesí y ritmo endiablado, sin perder nunca la presencia de un sonido cristalino y hasta punzante. 

Gatti jugó sus cartas como dialogantete y confesor, con un tema con variazioni, el segundo movimiento, donde los colores ofrecidos desde la RCO fueron un crisol sonoro que Trifonov ayudó a rematar con lucidez en el uso del pedal. Impresiona la elegancia suprema de la digitación del ruso, entre evanescente y misteriosa, asimilando el juego musical con un uso del tempo cual prestidigitador rítmico, con brillante resultado en las variaciones y el humor siempre presente en la música de Prokofiev. 

El entendimiento telúrico entre orquesta y solista se precipitó con autoridad en el movimiento final, un Allegro ma non troppo donde el continuo diálogo piano y orquesta se destiló con vertiginosa maestría. El piano siempre reflexivo y exuberante de Trifonov, con su facilidad por recrear un mundo interior plagado de misterio y belleza, se iluminó con la ayuda del maestro italiano. Gatti destapó el jarro de las esencias desde todas las secciones de la orquesta con cinematográfico resultado, jugó con los acordes teatrales del ruso a modo de respuesta como si de una banda sonora que radiografió al solista. Controladores ambos del tempo, la música fluyó como un magma sonoro subyugante y majestuoso, el baile del piano y su exigencia técnica contrastó con la hermosura de la partitura cerrada con un finale abierto y extrovertido que hizo estallar en ovación final al público. La primera visita de la Concertgebow con su director titular número siete en Dresden, la recordarán también por este prodigio de piano que no parece tener límite.

Hablar de las sinfonías de Mahler y la RCO es hablar de una relación larga y fructífera. Mahler en persona dirigió el estreno de su primera sinfonía en Holanda al frente de la formación en 1903, y alabó la calidad de la orquesta con efusivos elogios. Todos los directores titulares de la RCO han grabado su integral al menos desde Bernard Haitink quien lo fue de 1963 a 1988, (integral para Decca) luego Riccardo Chailly que lo fue de 1988-2004 quien también lo grabó para DECCA. Mariss Jansons, titular del 2004 al 2015 tiene grabadas ya en el sello propio de la RCO de la 1ª a la 7ª, siempre en vivo y a la espera que salgan la 8ª y la 9ª. Daniele Gatti, titular desde el 2016 ya tiene en el mercado la 4ª y la 2ª, a la espera de sacar la 1ª, precisamente interpretada este 2018 y tiene en agenda la 7ª para la próxima temporada. 

El sinfonismo exuberante y rico de Mahler le cae como anillo al dedo a la riqueza sonora de la Royal Concertgebow, gracias a la lectura lírica y luminosa de Gatti de nuevo se produjo el milagro en el Kulturpalast de Dresde.

Gatti desenredó la sinfonía mahleriana con un cuidado sonoro desde los primeros compases, dejando fluir la generosidad tímbrica de la formación que hundió su garra virtuosa en la particella con naturalidad y la familiaridad que le da una composición que forma parte de la columna vertebral de la formación. El inicio mágico en pianissimo del primer movimiento, Langsam, schleppend (Como un sonido de la naturaleza), tuvo la complicidad de unas cuerdas sinuosas y el calor tímbrico de unas maderas puro lirismo. Gatti meció las notas del movimiento y lo estiró con el cuidado de un manto natural, donde el sonido parnasiano reinó frente a las crispaciones típicas mahlerianas que aparecen siempre como chispas transgresoras. Enamoró la tersura de los chelos y contrabajos, la circunspecta exactitud de las trompas. Gatti administró el Scherzo: Kräftig bewegt, doch nicht zu schnell (Scherzo: Poderosamente agitato, pero no demasiado rápido), con majestuosidad, midiendo la idiosincrásica, mezcla de folklore y melodía profundamente lírica con una grandiosidad orquestal ensimismante. 

El inicio siempre decadente y macabro del tercer movieminto, el Trauermarsch: Feierlich und gemessen, ohne zu schleppen (Marcha fúnebre: solemne y mesurado, sin rezagarse), tuvo la serenidad escalofriante de un humanista que explica la realidad con un hálito de esperanza, la aparición del tema klezmer no fue contradictorio, si acaso apareció familiar, casi como un vals elegíaco y evocador. ¿Dónde está el Mahler desquiciado que tanto gusta a otros?, la lectura de Gatti tiene la sombra lírica de la poesía naturista, la mesura y la trascendencia, sin miedo, con dorada serenidad y madurez. 

Hay voces críticas que sentencian que se puede caer en el exceso de contemplación hedónica con la primera sinfonía de Mahler, mesurar el drama y el humor propios de su personal visión del mundo tienen en esta Titán, nombre que le dio el propio Mahler pero que luego quitó, un reto clave que siempre irá a gusto del oyente. El que firma solo puede afirmar que esta primera sinfonía nunca la ha vivido en vivo con tal intensidad, hondura, hermosura y potencia lírica como la interpretada en Dresde. 

El estallido inicial del último movimeinto, IV. Stürmisch bewegt (Agitato), donde la suma de los indescriptible y lo espectacular se mostró con un sonido made in Concergebouw que hizo honor a su fama, se plegó con grandeza y inenarrable ternura gracias a un Gatti totalmente entregado. Vehemente, frugal, poético y atento al más mínimo matiz, su batuta obró un milagro precipitado en un final agógico. El Titán sonoro irradió luz, la música estalló en el mayor grado de ejecución emocional imaginable, orquesta y director cerraron con una interpretación inefable una sinfonía llena de futuro. El Mahler que trascendió a su época porque se adelantó a explicar el presente del siglo XXI se mostró con el fulgor inusitado de la excelencia, a la espera de la grabación bajo el sello de la RCO, queda en la memoria la experiencia estética en su mayor grado de expresión y esplendor.