EmersonStringQuartet 

Madurez y frescura

Barcelona. 10/3/2016, 20:30 horas. Auditori de Barcelona, Sala 2 Oriol Martorell. Cuarteto de cuerda en fa mayor núm. 1, op. 18 (1799) L. van Beethoven. Cuarteto de cuerda núm. 4, Sz 91 (1928) B. Bartok. Cuarteto de cuerda en Sol mayor núm. 15, D 887 (1826), F. Schubert. Emerson String Quartet.

Magnífico programa presentado por los eminentes Emerson String Quartet, quienes se presentaron en la Sala de Cámara del Auditori de Barcelona, dentro de su tour por el 40º aniversario de la fundación del conjunto estadounidense. Pocos cuartetos de cámara pueden hacer gala de la solera, generosa discografía y calidad recompensada con más de 9 gramys, galardones conseguidos en los apartados de mejor álbum de música clásica y mejores interpretaciones de música de cámara. Fundado en N.Y. en 1976, el grupo celebra este 2016 su 40 aniversario y lo hace con una especie de Anniversary Tour que lo trajo a Barcelona para gozo de los numerosos asistentes que casi llenaron la bonita sala de cámara del Auditori. 

El generoso programa se inició con el Cuarteto op. 18 número 1. el segundo cuarteto de cuerda escrito por Beethoven, cuando tenía 30 años, género que comenzó a componer más tarde que las sonatas para piano o las sinfonías, pero que también supo llevar a lo más alto del panteón de sus composiones. En este juvenil trabajo, el Emerson String Quartet desplegó sus armas con amplitud y generosidad, sonido flexible y exacto, complicidad envidiable entre los componentes, aquí con el el primer violñin de un pulcro Philip Setzter, y una capacidad envidiable de dar voz al compositor sin aspavientos y con un contagioso sentido del respeto a la obra interpretada. Si bien el cuarteto de Beethoven aún es más deudor del modelo llevado a la perfección por Mozart y sobretodo Haydn, aquí la frescura de la melodía, sus variaciones y repeticiones en los diferentes instrumentos sirvieron de carta de presentación de cada uno de los miembros del cuarteto en su mejor vertiente. Desde el rítmico y desenvuelto Allegro con brio inicial el Emerson String Quartet, con su peculiar posición del chelo sentado en un podio que lo mantiene en alto respecto a sus compañeros que tocas de pie, el cuarteto Beethoveniano se desarrolló con mimo y detalles de gran clase. Pero si hay que destacar un movimiento este sería con justicia el magnifico Adagio afectuoso e appassionato, donde la serenidad y amplitud de la música tuvo la mejor de las interpretaciones desde los atriles del Emerson String Quartet, quienes subyugaron con profundidad de expresión y hondura los casi queve minutos del movimiento que sonó como un sortilegio acústico de indescriptible belleza.

Con la llegada del cuarteto de Béla Bartok se cambiaron la posición de primer violín, una de las características del Emerson String Quartet desde su fundación, recogiendo ahora el guante un expresivo y dúctil Eugene Drucker. Bartok es una de las especialidades de la formación, no en vano su integral de los cuartetos de cámara grabados para el sello DG gano dos Grammy en 1990. La intensidad y exigencia rítmica de la obra se vieron servidas con autoridad técnica y complicidad estilística por la formación, quienes comenzaron con el intenso Allegro y el sedoso Prestissimo, con sordino, para llegar al movimiento central de la obra el Non trompo lento. Aquí la formación evidenció su identificación con la música de Bartok, ofreciendo una lectura hipnótica y atmosférica sirviendo la homofonía de la pieza con las mejores texturas sonoras de cada instrumento. Después de interpretar el implacable Allegretto pizzicato se produjo la anécdota del concierto al romperse una de las cuerdas del viola Lawrence Dutton habiendo comenzado el último y enérgico movimiento Allegro molto. El ritmo endiablado y dificultad de la pieza se paró por unos minutos hasta que el viola volvió a entrar y comenzaron de nuevo el movimiento final clausurando el cuarteto con inusitada pasión.

La segunda parte del completo recital la ocupó una de las obras maestras de la producción de cámara de Franz Schubert, aquí el monumental y último cuarteto escrito por el compositor, el Cuarteto en Sol Mayor, núm. 15 D 887. Esta obra extensa y compleja es un vehículo ideal para mostrar las armas de cualquier conjunto de cámara que se precie debido a la necesidad de hacer justicia a una obra única por su densidad orquestal y profundidad expresiva. Ya en el mayestático Allegro monto moderado inicial, aquí de nuevo con Eugene Drucker como primer violín, los componentes del Emerson String Quartet volvieron a hacer gala de su refinado sentido del pathos, depurada técnica y capacidad de transmisión con los contrastes de intensidad y desarrollo temático escritos por Schubert. La capacidad de concentración y complicidad del conjunto brilló con el Andante un poco mosso, con la sencillez de la melodía llevada por el excelso chelo de Paul Watkins y su correspondiente respuesta depurada y sensible del resto de instrumentos, siempre con incisiva precisión y capacidad comunicativa con el espectador. Con el Scherzo: Allegro vivace - Trio: Allegretto el carácter chispeante de la partitura se tornó en ritmo catártico desde unos atriles de nervio controlado en contraste con el movimiento central donde la serena melodía fluyó con serena transparencia. Eugene Drucker y Philip Setter violines, Lawrence Dutton desde la viola y el empático Paul Watkins al violonchelo bordaron el Allegro assai final de nuevo incidiendo en los contrastes de la partitura con dinamismo y precisión, pero sobretodo con su contagiosa capacidad de dar vida a las notas de la obra con una mezcla irresistible de madurez interpretativa y frescura de sonido solo al alcance de los más grandes. Después de casi dos horas de recital, un público totalmente entregado al arte de los Emerson, consiguió sonsacar un pequeño bis en forma de unos de los movimientos de los Cypresses de Dvorak.