TezierBoccanegraParis18 AgathePoupeney 

Merci, Tézier

París. 15/11/2018. Ópera de París, Bastilla. Verdi: Simon Boccanegra. Ludovic Tézier, Mika Kares, Maria Agresta, Francesco Demuro, Nicola Alaimo y otros. Dir. de escena: Calixto Bieito. Dir. musical: Fabio Luisi.

A buen seguro el barítono francés Ludovic Tézier es uno de los artistas más destacados de su generación. Tras una primera aproximación al rol de Simon Boccanegra de Verdi, la pasada temporada en Monte-Carlo, en versión concierto, era sumamente esperada su presencia en París para protagonizar una nueva producción de este título y acometer su debut escénico con el rol. Lo cierto es que Tézier sonó pletórico, mostrando un instrumento en plenitud de medios, de una nobleza y lirismo admirables. Destaca sobre todo la musicalidad infinita con la que el barítono francés hace suya la parte, con un fraseo que ya quisieran muchos cantantes italianos, a veces más pendientes de los sonidos que de la música. Tézier sonó con un mordiente y una belleza impresionantes, confirmando con este Boccanegra la madurez vocal e interpretativa de un cantante en plenitud. Su Boccanegra tiene la grandeza y altura de los grandes y con ello Tézier firma quizá el mejor trabajo de toda su carrera.

En la parte de Amelia Boccanegra, Maria Agresta mejoró la agridulce sensación que hace algo más de un año nos dejase su labor como Desdemona, entonces junto al debut como Otello de Jonas Kaufmann. Salvo alguna tirantez y algún sonido más agrío, su voz sonó natural y flexible, bien plegada a las abundantes inflexiones líricas que Verdi dispone en su línea vocal. Tuvo una réplica ideal en el Gabriele Adorno de Francesco Demuro, italianísimo tanto por fraseo como por medios. Apenas un tanto al límite de sus facultades en las partes más heroicas e impetuosas del papel, Demuro bordó en cambio los pasajes más líricos. 

El bajo finlandés Mika Kares fue una buena opción para la parte de Fiesco, a pesar de un color vocal algo plano. Sus medios rotundos y su fraseo bien medido contribuyeron a elevar la tensión de sus fundamentales duos con el Boccanegra de Tézier. En la parte del intrigante y sibilino Paolo destacó la labor del barítono italiano Nicola Alaimo, perfecta réplica al noble Boccanegra del barítono francés.

 

Espléndido trabajo en el foso de Fabio Luisi, logrando lo mejor de la orquesta titular del teatro. Luisi desentraña con una claridad y transparencia admirables la prodigiosa orquestación de Verdi, de gran riqueza cromática, subrayando con una belleza estremecedora los pasajes líricos y sosteniendo con una tensión electrizante los momentos más dramáticos. En escena, abucheado visiblemente, el trabajo de Calixto Bieito -quien respondió lanzando un beso a quienes le protestaban- decepciona un tanto por su anonimato, siendo en realidad un trabajo demasiado generalista sobre el poder y sus miserias. El resultado es una producción ciertamente anodina que lo mismo hubiera servido, por su escenografía y su vestuario, para un Rigoletto o sobre todo para un Holandés errante, con ese gigantesco armazón de la quilla de un barco presidiendo el escenario.