Beczala Liceu Bofill 

Vencedor

Barcelona. 24/11/2018. Liceu. Obras de Bizet, PUuccini, Verdi, Moniuszko, Giordano, Cilea y otros. Piotr Beczala, tenor. Orquesta titular del Gran Teatro del Liceo. Dir. musical: Marc Piollet.

El territorio del tenor lírico spinto, que en los últimos años ha dominado Jonas Kaufmann, se ha visto progresivamente conquistado por Piotr Beczala, quien, a unas condiciones excepcionales ha aplicado una evolución caracterizada por la paciencia y la inteligencia, algo muy poco habitual en el mundo operístico actual. Pero hay que tomar nota de ello, porque el Sr. Beczala, pasados los cincuenta y en un estado vocal glorioso, acaba de debutar un papel con Don José (Carmen) y próximamente hará lo mismo con Cavaradossi (Tosca). Así se cuecen las grandes carreras. A fuego lento.

Convertido ya en uno de los cantantes favoritos de la casa, el tener polaco ha vuelto al Gran Teatre del Liceu antes de las funciones de Luisa Miller, ópera que protagonizará en primavera. Y precisamente, con Quando le sere al placido, de esa misma ópera, empezó un concierto en el que no se movió del territorio spinto, en el cual se centra hoy una carrera que empezó en el repertorio mozartiano para ir sumando, con el paso de los años, rotundidad tanto en el timbre como en el fraseo sin perder lirismo, igualdad de color en todo el registro y una facilidad casi inaudita para subir al agudo en un tenor de esta evolución. Una vez más, la paciencia es la clave.

En su primera intervención ya nos percatamos del momento de plenitud vocal en el que se encuentra el cantante, que salió a por todas, con un recitativo de gran expresividad seguido de un andante elegíaco de muchos quilates, regulando las dinámicas con auténtico magisterio. También nos percatamos que el público del Liceu, que no llenaba ni mucho menos la sala, no tenía una tarde precisamente enardecida. De Luisa Miller pasamos a otro Verdi, ni más ni menos que el aria de salida de Radamés en Aida, papel que el tenor nunca ha interpretado. Pero la verdad es que debería pensar en hacerlo pues la exposición clarísima y el fraseo elegante en una aria tan comprometida como esa no es nada habitual, ni en casos gloriosos del pasado. Siempre queda, claro está, la difícil resolución final. Lo que pide Verdi, ese progresivo pianissimo, ¿está al alcance de alguien? Beczala optó por el riesgo, y atacó la nota en pianissimo, pero sin la evolución en la frase anterior el efecto tampoco es del todo satisfactorio.  En cualquier caso, bravo por intentarlo.

No hizo los mismo, de manera sorprendente, con el piano final del aria de Carmen, atacado en forte tras construir dramáticamente la romanza da manera inteligente y efectiva. La primera parte acabó con el aria de Halka, del compositor polaco Moniuszko, magníficamente interpretada por un Beczala en plena posesión de todos los registros y, claro está, también de sus características propias, como esa apertura, a veces poco natural, en la zona de pasaje que recuerda lejanamente a la de Nicolai Gedda. El público del Liceu apenas pareció despertar durante esta primera parte, en la que la Orquestra del Gran Teatre del Liceu, dirigida por Marc Piollet, interpretó una poco interesante obertura de Luisa Miller y un más delicado preludio del acto tercero de Carmen. La segunda parte empezó animosa con el Carnaval Romano, de Berlioz, y de ahí a la Roma de Tosca, con una impecable Recondita armonia, una romanza más comprometida que resultona, a la que siguió otra muestra de repertorio verista como L’anima ho stanca, de Adriana Lecouvreur

La conexión entre público y cantante llegó, finalmente, con Come un bel dí, de Andrea Chénier, de fraseo elegante e intenso y con la inevitable Nessun dorma, que recibió las máximas aclamaciones, a pesar de percibirse en ella el primer síntoma de desgaste del tenor. Pero ya se sabe que esta pieza despierta pasiones y, a esas alturas, Beczala ya había todo lo que había que dar. Las propinas siguieron por la senda del verismo, con páginas de Tosca, Adriana Lecouvreur y Cavalleria Rusticana para rubricar una noche de triunfo de, sin duda alguna, uno de los grandes de la ópera actual.