Afkham OCNE Mahler6 portrait

 

 San Pablo y el caballo

Madrid. 02/02/2019. Auditorio Nacional. Mahler: Sinfonía no. 6. Orquesta Nacional de España. Dir. musical: David Afkham.

Recién confirmado al frente de la OCNE, David Afkham es lo mejor que le ha pasado a esta orquesta en la última década. Junto con Felix Alcaraz como gerente y responsable artístico, Afkham ha elevado el nivel de la OCNE a cotas europeas, algo inédito hace apenas unos años en esta misma orquesta. Ahora todos parecen verlo de repente y asienten con la cabeza ante Afkham, con gesto seguro y firme, como si fuera evidente su talento. Pero las hemerotecas no mienten: casi nadie daba un duro por Afkham cuando llegó. Garantizada ahora su continuidad en el cargo, por un periodo de dos años y con la nueva tarea de ser también el reponsable artístico de la formación, se diría que propios y ajenos se han caido subitamente del caballo, iluminados como San Pablo, viendo en Afkham la luminaria que apenas hace unos días se afanaban en no ver. Es sonrojante el caudal de hipocresia y oportunismo que se ha desatado en los últimas días. Pero que nadie se engañe: la fortuna de su tarea al frente de la OCNE va a depender de la capacidad que tenga el INAEM de dar respuesta a sus demandas.

Y es que la negociación para su permanencia no ha sido fácil. El INAEM dio la espalda a Afkham durante semanas, meses incluso. A nadie escapa que el INAEM es hoy un pozo ciego donde no hay orden ni concierto -y tampoco parece que cortar todas sus cabezas de golpe y porrazo sea la mejor solución para ordenarlo, dicho sea de paso-. Las posibilidades de que David Afkham se fuera han sido muy altas, por más que algunos medios alertásemos de ello. El Ministerio ha tardado demasiado en darse cuenta de lo que se estaba jugando la Orquesta Nacional con la renovación de Afkham. Afortunadamente la jugada ha tenido un final feliz, aunque deja un cadaver incómodo en la figura de Félix Alcaraz, del que se han dicho auténticas barbaridades y a quien es de justicia reconocer ahora sus aciertos -y sus fallos, que también los habrá habido-.

Sea como fuere, el pasado fin de semana Afkham abordó una nueva sinfonía de Mahler al frente de la OCNE, la Sexta en esta ocasión, tras haber hecho lo propio con la Tercera en el transcurso de la pasada temporada. Lo primero que confirmaron estos conciertos es la buena forma que atraviesa y mantiene la formación, con un sonido amplio y nítido, de ejecución compacta y segura, moviéndose como un solo hombre ante las indicaciones de la batuta. Afkham no es aun un mahleriano genuino, pero va camino de domeñar bien el lenguaje de este compositor. Aunque decidida y aparentemente meditada, Sexta fue desigual, alternando pasajes de evidente inspiración con otros algo más desnortados.

Afkham OCNE Mahler6 horizontal

 

En términos generales, esta Sexta sinfonía funcionó mucho mejor en sus dos primeros movimentos (Allegro y Andante, según la ordenación alternativa asentada ya desde tiempos de Abbado, quien apostó singularmente por este esquema) que en los dos últimos (Scherzo y Finale). Éste último se le escapó un tanto a Afkham en términos de planificación, con demasiados altibajos, sin terminar de encontrar un hilo narrativo sostenido y convincente, más atento a descubrir y ponderar cuadros concretos que el discurrir completo de la partitura. Lo mismo cabría decir, de hecho, del Scherzo, que fue más bien una sucesión de brillantes miniaturas y no tanto un movimiento cohesionado de principio a fin. Falto, en estos dos últimos movimientos, el remate trágico y abismal que precisamente caracteriza la Sexta sinfonía de Mahler. En cambio, un medido Allegro y un inspirado Andante habían dejado mucho más alto el listón minutos antes. Afkham exhibió aquí lo mejor de su batuta, construyendo y midiendo con talento, buscando la complicidad de sus músicos. Hubo aquí un aliento genuino y pudo palparse una musicalidad evidente, como si verdaderamente se hubieran rozado aquí el cielo y el infierno. El de Afkham y la OCNE no es estrictamente el Mahler que yo busco, pero digamos que se lo compro sin duda, porque está exquisitamente bien presentado y concebido.