Manon Bordeaux19 Sierra Bernheim EricBouloumié

 

Juventud, divino tesoro

Burdeos. 05/04/2019. Massenet: Manon. Nadine Sierra, Benjamin Bernheim, Alexandre Duhamel, Damien Bigourdan, Laurent Alvaro, Philippe Estèphe, Olivia Doray, Adèle Charvet, Marion Labègue y otros. Dir. de escena: Olivier Py. Dir. musical: Marc Minkowski.

Un doble debut justificaba el interés de estas funciones de la Manon de Massenet en la Ópera Nacional de Burdeos, en una producción firmada por Olivier Py y con Marc Minkowski a la batuta. Tanto la soprano norteamericana Nadine Sierra (Florida, 1988) como el tenor Benjamin Bernheim (París, 1985) debutaban respectivamente con los roles de Manon y Des Grieux. Ambos solistas apenas superan los treinta años de edad y representan sin lugar a dudas lo mejor de la lírica por venir. Ambos atesoran ya sólidas trayectorias, a pesar de su juventud. No les quepa la menor duda: son dos voces que darán mucho que hablar durante la próxima década. 

Nadine Sierra firma un debut intachable como Manon. En ella se da una rara suma de naturalidad, encanto, estilo y belleza. La producción explota su joven y atractiva figura, pero ella no se conforma con ese fácil registro de seducción, yendo mucho más allá con su canto, verdaderamente brillante y de una seguridad descollante. Su Manon es charmante como pocas, estilosa y cómoda en un debut que parece marcar la evolución de su repertorio de ahora en adelante. Y es que parece evidente, atendiendo también a su primera y próxima Juliette de Gounod en San Francisco, que Nadine Sierra está buscando ampliar los horizontes de su repertorio de una manera natural, sin perder de vista el eje que lo viene articulando, con papeles para soprano ligera como Lucia, Norina o Gilda, pero dejando ya espacio a recreaciones más líricas.

Manon Bordeaux19 Sierra EricBouloumié

 

A su lado supuso una muy grata sorpresa escuchar la voz del tenor francés Benjamin Bernheim, representante de una rara especie, la del tenor francés, de la que apenas cabe rescatar representantes desde la irrupción de Alagna en los años noventa del pasado siglo. Bernheim es de algún modo su sucesor natural, con una emisión y un color vocal que entroncan claramente con una tradición grande y olvidada hoy en día, la que va de Georges Thill a Alain Vanzo. Bernheim no canta estrictamente como ninguno de ellos, no busca imitarlos ni reconocerse en ese espejo. Pero de manera natural su canto se emparenta con ese recuerdo. La voz es amplia, sonora, igual en toda la tesitura; la emisión es firme, redonda; el agudo firme y penetrante; el timbre hermoso y seductor. En fin, una voz muy seria, de primera categoría. La parte de Des Grieux es complicada, con una escritura que incide una y otra vez en notas comprometidas, en el paso de la voz. Bernheim demuestra una seguridad aplastante, resolviendo la partitura con soltura, impecable estilo y un fraseo vibrante. Lo cierto es que no por casualidad Deutsche Grammophon acaba de fichar a Bernheim como una de sus jóvenes estrellas.

Manon Bordeaux19 Bernheim EricBouloumié 

Solvente el plantel de secundarios y comprimarios, aunque sin nadie descollante entre ellos: Alexandre Duhamel (Lescaut), Damien Bigourdan (Guillot de Mortfontainre), Laurent Alvaro (Le Comte Des Grieux), Philippe Estèphe (Monsieur de Brétigny), etc. En el foso, al frente de la Orquesta Nacional de Burdeos y Aquitania, el maestro titultar del teatro, Marc Minkowski, convenció por el brío, la claridad y el lirismo de sus planteamientos. Mimando a las voces, con las que parece haber sido exigente, a la vista de los resultados, Minkowski logró una Manon muy consistente, sin altibajos, con una fluidez constante y un sonido muy compacto, con inteligentes detalles en los pasajes más conocidos de la partitura, donde intentó descubrirnos hasta qué punto la orquesta no es aquí un mero acompañamiento en segundo plano.

Aunque funcione y sea resolutiva, la propuesta escénica de Olivier Py constituye todo un déjà vu, una repetición casi insistente de los clichés que han venido articulando sus anteriores propuestas, singularmente su Carmen, donde también coqueteaba con el lenguaje visual del cabaret. Estrenada en Ginebra en 2016, entonces con Patricia Petibon como protagonista, la intención de Py no parece ser otra que subrayar, de manera un tanto insistente, la lubricidad que orienta las pasiones de los protagonistas. Más que sensualidad, la producción pone el acento sobre la sexualidad allí donde en realidad el libreto nos habla más de un arrebato pasional, de un enamoramiento un tanto naíf, convertido aquí en pura calentura. Así las cosas, sin embargo, la realización es buena y el espectáculo funciona, aunque su dramaturgia no aguante en realidad lecturas demasiado hondas.