Agrippina Bayerische19 

Genial perfidia

Múnich. 26/07/2019. Prinzregententheater. Bayerische Staatsoper. Haendel: Agrippina. Alice Coote, Franco Fagioli, Elsa Benoit, Iestyn Davies, Gianluca Buratto, Andrea Mastroni, Eric Jurenas y Markus Suihkonen. Dir. de escena: Barrie Kosky. Dir. musical: Ivor Bolton.

Se cuentan ya por éxitos rotundos las visitas de Ivor Bolton al foso del Prinzregententheater de Múnich, dentro del Festival de la Bayerische Staatsoper. Así sucedió ya en 2017 con Oberon, en 2018 con Orlando Paladino y ahora de nuevo con esta nueva producción de la Agrippina de Haendel firmada por el australiano Barrie Kosky, a la sazón responsable artístico de la Komische Oper de Berlín. El director británico, actual maestro titular del Teatro Real, ofreció una lectura verdaderamente virtuosa de esta extensa y rica partitura. Al frente de una cuidada plantilla de músicos de la Bayerisches Staatsorchester, de límpida ejecución, Bolton dirigió con sabia intuición, atentísimo al devenir teatral de la velada, sin perder ocasión alguna para poner en valor la meditada orquestación de Haendel.

En correspondencia con el fantástico resultado musical, esta nueva Agrippina de la Bayerische Staatsoper cuenta con una ingeniosa y resuelta propuesta de Barrie Kosky, quien de alguna manera parece mofarse con suma ironía de las cuitas palaciegas de Agrippina, Poppea y Nerón. El resultado es una suerte de vodevil en el palacio de los césares, cuyas intrigas terminan por tener un aire de tragicomedia muy logrado. Kosky delinea cada personaje con enorme precisión, cuidando al detalle su vestuario, su gesticulación y su interacción con el resto de roles. 

En línea con esto, la sencilla escenografía de Rebecca Ringst no es tan simple en realidad, pues esconde diversas configuraciones que dan lugar a su vez a diferentes espacios. Es un planteamiento más espacial que descriptivo, en una clave fría de colores, reforzada a su vez con una iluminación acorde, obra de Joachim Klein. De tal modo que la escena misma pareciera haberse contagiado del frío y calculador espíritu de la pérfida Agrippina. El resultado es un espectáculo brillante, de una aparente sencillez, tras la que se esconde un laborioso estudio de un libreto complejo y enrevesado, que fluye aquí con admirable teatralidad, como desempolvado, reluciente.  

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En el rol titular, la mezzosoprano inglesa Alice Coote ciertamente no posee el magnetismo de otras colegas cuya aproximación reciente al rol todavía resuena (Sarah Connolly o Joyce DiDonato, por citar dos emblemáticas) pero sin embargo convence finalmente por su entrega, por el absoluto denuedo con el que se implica en la producción y por el trabajado estilo haendeliano que destila en sus páginas solistas. A su lado Franco Fagioli encarna a la perfección el déspota y caprichoso Nerone que Barrie Kosky presenta en su producción, marcadamente extravagante y excesivo. Vocalmente el contratenor argentino ofrece un buen catálogo de virtudes, transitando con igual fortuna por los pasajes ágiles y por los fragmentos líricos. 

Quizá lo más descollante del reparto fue la Poppea de la soprano francesa Elsa Benoit, quien ha formado parte del Opera Studio de la Bayerische Staatsoper de Múnich. Lo cierto es que su papel resulta ser el verdadero eje de la velada, tanto en términos escénicos, articulando el vodevil que centra la segunda mitad de la representación, como desde un punto de vista vocal ("Vaghe perle" y "Se giunge un dispeto"), habida cuenta de su virtuosismo y su indudable capacidad para apoderarse del espacio escénico y captar la atención del público. Parece evidente que Barrie Kosky ha sabido conectar con lo mejor de su vis tragicómica.

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En la parte de Ottone, el contratenor británico Iestyn Davies remata un reparto ciertamente logrado. El papel que encarna requiere una cierta blandura, un caracter un tanto abúlico al que la línea de canto de Davies se pliega con bastante fortuna, logrando no en vano uno de los momentos más intensos de la noche, con su intervención solista en "Vaghe fonti". En una partitura tan coral, por muchos que sean los momentos de lucimiento solista para los intérpretes, no pueden descuidarse los roles comprimarios. La Bayerische Staatsoper es ya toda una referencia en estas lides y vuelve a confirmarlo con el cartel de esta Agrippina, redondeado con el sólido y teatral Claudio de Gianluca Buratto y los serviles Pallante y Narciso de Andrea Mastroni y Erik Jurenas, respectivamente, caricaturizados con buen tino por Barrie Kosky en su producción. 

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