UN RIGOLETTO SIN ESCENA 

Pamplona. 21/11/2015. Auditorio Baluarte. Verdi: Rigoletto. Juan Jesús Rodríguez (Rigoletto), Silla Cristiano (Gilda), Aquiles Machado (Duque de Mantua), Luiz-Ottavio Faria (Sparafucile), Claudia Marchi (Maddalena), Jeroboám Tejera (Monterone), Igor Peral (Borsa), Gerardo Bullón (Marullo), Jon Arretxe (Conde de Ceprano), Coro Premir Ensemble AGAO, Orquesta Sinfónica de Navarra. Dirección de escena: Gustavo Moral. Dirección musical: Oliver Díaz.

La navarra Asociación Gayarre Amigos de la Ópera ha programado en su 25º aniversario este Rigoletto en función única, que contaba con el aliciente del protagonismo del barítono Juan Jesús Rodríguez. El hecho de que AGAO apostara por una única función, bien a pesar de la popularidad del título, dice de lo medida de la oferta a la demanda de una ciudad que, a pesar de contar con tres estructuras paralelas en esto de organizar ópera –es decir, la misma AGAO, Baluarte y la Ópera de Cámara de Navarra- a duras penas consigue llenar los recintos sino en muy contadas ocasiones. Urge llegar a acuerdos institucionales que posibiliten en esta ciudad una temporada operística anual aprovechando las dos infraestructuras de que se disponen, el Teatro Gayarre y el Auditorio Baluarte, y que impidan el actual desconcierto y descoordinación.

Apuntábamos que este Rigoletto contaba con el apriorístico interés de la presencia de Juan Jesús Rodríguez y a fuerza de ser sinceros, poco más de interés hubo. Y ello a pesar de que el barítono no tuvo su mejor noche por aquello de la falta de matiz y delicadeza. En el papel de su hija, la soprano italiana Silla Cristiano enseñó una voz reducida que andaba con facilidad en la zona más aguda pero escasa en la zona grave y más dramática. 

Aquiles Machado pudo ser en un tiempo un Duque de Mantua de referencia pero hoy su zona aguda está seriamente comprometida. Al enfrentarse al Ella mi fú rapita, reto para cualquier tenor lírico, sus carencias quedaron en evidencia sobre todo en el recitativo, dicho sin encanto, lo que se subrayó más tarde con el silencio que se recogió su La donna é mobile. No le falta intención y gustó por el detalle pero hoy por hoy Aquiles Machado no debe enfrentarse a este papel. El bajo Luiz-Ottavio Faria nos ofreció un Sparafucile basto, de afinación dudosa y de pálido grave mientras que Claudia Marchi pasó sin pena ni gloria en su Maddalena.

Entre los papeles menores cabe subrayar la potencia vocal de Jeroboám Tejera, dando entidad a su Monterone y el Marullo de Gerardo Bullón, luz entre la oscuridad vocal de la corte. Sobre otros es mejor correr un tupido velo. El coro masculino de la AGAO estuvo correcto a pesar del evidente descuadre del Zitti, zitti, que el director solventó con gesto enérgico. Éste, Oliver Díaz fue, junto al barítono, el gran triunfador de la noche; ya desde el preludio mostró intención por un fraseo nítido y acompañó, a tempo vivo, a los cantantes con mimo. 

La propuesta escénica era de Gustavo Moral y uno, tras verla, no puede entender cómo se proponen cosas así, más si cabe teniendo en cuenta que se festejaba el 25º aniversario de la institución. Unas cuerdas rojas colgadas de la estructura superior se utilizaban para crear espacios; de atrezzo, una silla, un butacón y una mesa de madera. Hay funciones de instituto que le ponen más nivel. Su salida al final de la representación fue respondida con un abucheo notorio y merecido.

Permítaseme una última reflexión sobre el público. Muchos somos los que clamamos por la necesidad de acercar gente joven a la ópera, aunque ello conlleve que en el ritual de los saludos se intercalen aullidos y gritos como si de un partido de baloncesto se tratara. Lo que cuesta más entender es esa necesidad aparentemente perentoria por bravear sin que el cantante haya terminado su interpretación. El berrido lanzado en la mitad de la última nota del Caro nome no es admisible, por mucho que nos pueda la pasión.

Al comienzo hablábamos de la descoordinación existente en la ópera de Pamplona. Así, tras tener dos óperas en dos meses, este Rigoletto y el anterior Don Pasquale de octubre ahora se abre la habitual incertidumbre sobre los futuros títulos operísticos en la ciudad. Mala política de comunicación que debería solventarse.