Por fin Wagner
Bilbao. 27/01/2020. Palacio Euskalduna. Temporada de ABAO. Wagner: El holandés errante. Roman Ialcic (Holandés). Manuela Uhl (Senta). Wilhelm Schwinghammer (Daland). Kristian Benedikt (Erik). Itxaro Mentxaka (Mary). Roger Padullés (Timonel). Pedro Halffter, dirección musical. Guy Montavon, dirección de escena.
En ocasiones el azar marca el devenir de una representación de ópera. Esto sucedió anoche en Bilbao, cuando Bryn Terfel se vio forzado a cancelar su participación en la última representación de El holandés errante. El barítono galés se había lesionado ese mediodía, tras pisar el suelo mojado de una de las calles de la capital vasca. Aunque su intención era cantar, incluso desde una silla en el lateral del escenario, con otro colega actuando, finalmente se vio obligado a cancelar su participación. En su lugar escuchamos al bajo moldavo Roman Ialcic, quien hizo todo lo que podía hacer para estar a la altura. Su actuación fue esmerada y no puede ponersele ningún pero a la implicación que demostró. Vocalmente su instrumento es extenso, solvente tanto en el agudo como en el grave; apenas llegó algo fatigado al final de la función. No es un artista de primerísima fila pero cumplió con creces con el cometido de reemplazar a Terfel con tan corto plazo de tiempo.
Regresaba la música de Wagner por fin al foso del Euskalduna, una sala especialmente idónea para este repertorio, antes que para el belcanto o Mozart, dadas las dimensiones de este espacio y su exigente acústica. Aunque sin alardes, la Sinfónica de Bilbao sonó correcta bajo la batuta de Pedro Halffter, quien planteó una dirección de claves más sinfónicas que teatrales, no siempre pendiente de los solistas. El resultado fue solvente y bastante homogéneo, pero con un cierto aire de rutina, sin llegar a brillar lo debido, lejos Halffter aquí de sus grandes prestaciones wagnerianas en el Maestranza de Sevilla.
La soprano Manuela Uhl retomaba en estas funciones la parte de Senta, tras haberla interpretado únicamente en Corea en 2015. La intérprete alemana parece ir dejando atrás el repertorio de corte más bien lírico que ha venido marcando su trayectoria profesional durante años anteriores. En esta ocasión convenció más por su interpretación que por su desempeño vocal, plenamente solvente, todo hay que decirlo, pero con instantes donde parecía estar algo al límite de sus posibilidades.
El Daland del Wilhelm Schwinghammer fue sin duda el papel más convincente de la velada. Tanto por adecuación estilística como por la firmeza y nitidez de su emisión, el bajo alemán firmó una actuación intachable, confirmando la franca progresión de su trayectoria profesional. También convenció mucho el Erik de Kristian Benedikt, desenvuelto en el agudo y de caudaloso torrente vocal. Más que suficiente Itxaro Mentxaka como Mary y algo justo de medios Roger Padullés como Timonel.
La producción firmada por Guy Montavon, procedente de Erfurt, es resolutiva y resuelve el libreto de un modo bastante literal. A partir de una escenografía única de Hank Irwin Kittel, que sirve como lienzo para toda la representación, busca una actualización muy puntual del registro visual que asociamos a este título. Al final, asistimos poco más o menos a una representaciói clásica y convencional, pero con una cara algo más contemporánea. La dirección de actores parecía esmerada y el espectáculo fluía con bastante solvencia, siempre dentro de su convencionalismo.
Fotos: © E. Moreno
