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George Gagnidze, barítono: "Es importante mantener la voz en forma, incluso cuando no es posible actuar"

El barítono georgiano George Gagnidze es uno de los intérpretes más reconocidos de su generación. Habitual en el Metropolitan de Nueva York desde su debut allí en 2008, su trayectoria le ha llevado a actuar con regularidad en los principales coliseos, desde París a Milán pasando por Berlín o Viena. Regresa ahora a España para formar parte del elenco de La traviata en el Liceu, con la parte de Giorgio Germont. Conversamos con él, entre otras cosas, acerca de la singular situación que han atravesado los cantantes líricos durante estos meses de inactividad a causa de la pandemia. 

En primer lugar, ¿cómo se encuentra después de todos estos meses de pandemia? A veces se nos olvida que los cantantes son como atletas profesionales y necesitan tener una actividad regular para sentirse en forma.

Los últimos meses han sido realmente muy difíciles, también a la hora de considerar este aspecto vocal que menciona. He tratado de cantar por lo menos un par de horas todos los días y he aprovechado para estudiar repertorio nuevo. Cuando comenzó la pandemia yo estaba en Nueva York, ensayando para Tosca en el Metropolitan Opera, y de repente todo se detuvo durante casi medio año. Afortunadamente, en septiembre tuve la oportunidad de cantar en conciertos de La Gioconda en la Deutsche Oper Berlin, y fue muy importante volver a los escenarios después de todos estos meses. El mes pasado también realicé un concierto en streaming desde Tbilisi para celebrar mis 25 años en el escenario, interpretando un nuevo repertorio de canciones napolitanas, a las que tengo un enorme afecto. Es muy importante encontrar siempre alguna forma para mantenerse ocupado e intentar tener la voz en forma, incluso cuando no es posible actuar.

¿Cuándo y por qué decidió ser cantante de ópera? Los concursos impulsados por Leyla Gencer y Elena Obratzsova fueron dos pasos importantes para usted cuando era un joven cantante.

Como podrá suponer, no fue realmente una decisión de un día para otro. Siempre me gustó cantar y sabía que tenía voz. Cuando un amigo de mi padre me escuchó cantar en casa, me dijo que tenía que cantar para uno de sus amigos que resultó ser un gran maestro de canto y con quien comencé a estudiar. Fue durante mis estudios que me di cuenta de que tenía cierta facilidad para la ópera, incluso las partes importantes, y comprendí que eso era lo que quería hacer en mi vida. ¡Antes estaba pensando en estudiar Derecho! Los dos concursos que menciona fueron realmente muy importantes, pero lo que probablemente me ayudó más al comienzo de mi carrera internacional fue el Concurso Verdi en Busseto. Allí me escuchó Lorin Maazel y fue el principio de una colaboración muy fructífera que se mantuvo hasta la muerte del maestro.

Lorin Maazel fue un mentor importante para usted. ¿Qué recuerdos tiene de él?

Ciertamente fue uno de los más grandes directores con los que he trabajado, y alguien que realmente entendía las voces y a los cantantes. Gracias a él, de hecho, canté por primera vez en Nueva York, haciendo Tosca en el Avery Fisher Hall en 2008. Y allí me escucharon los responsables del Metropolitan Opera, que solo un año después se convertiría en el teatro de ópera más importante de mi carrera. Canté mi primer Simone Boccanegra con Maazel, ¡y también mi primer Germont en La traviata! Me quería en el papel cuando dirigió la pieza en el Teatro alla Scala en 2006/2007, por lo que también es gracias a él que hice mi debut en el coliseo milanés.

Nació en Georgia, un país que ha dado muchos cantantes como Nino Machaidze, Ketevan Kemoklidze, Anita Rachvelishvili y otros. ¿Cómo explica esta fecundidad lírica ​​en su tierra natal?

En Georgia, el canto es una tradición muy importante. Todo el mundo canta en casa, en familia, en la mesa después de la cena con amigos... Así que está en nuestra sangre y la gente está creciendo cantando, que sin duda es una de las razones por las que tenemos tantas grandes voces georgianas.

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Ha cantado en el Metropolitan de Nueva York de manera regular de 2008, actuando allí cada año. De hecho, se suponía que estaría allí de nuevo en 2021 para protagonizar Nabucco con Anna Netrebko, en el debut de la soprano rusa como Abigaille. ¿Cómo ve la situación de este y otros teatros norteamericanos, tan afectados por la pandemia?

La situación es mucho más difícil para todos los teatros estadounidenses, incluido el Met, sin duda más difícil que la coyuntura a la que se enfrentan los teatros europeos. En Estados Unidos los espectáculos dependen mucho más del dinero de la venta de entradas, que por supuesto colapsó por completo durante un año y medio. Pero estoy seguro de que el Met superará estos tiempos difíciles y estoy realmente ansioso por volver a estar allí en la temporada 2021/2022. Será muy extraño y triste no estar en Nueva York durante tanto tiempo, ya que estoy acostumbrado a estar allí durante varias semanas todas las temporadas desde mi debut.

Rigoletto ha sido un rol muy cercano a usted desde el inicio de su carrera. ¿Qué lo hace tan especial?

Con Rigoletto un barítono puede mostrar mucho, ya sea en la faceta vocal como en la parte actoral. El papel tiene muchas facetas y es un sueño poderlo interpretar a menudo. El año pasado canté mi actuación número cien ya con este papel, precisamente en el Metropolitan de Nueva York. Lo cierto es que todavía descubro nuevos colores y rostros cada vez que estoy en el escenario interpretando esta parte.

Hablemos un poco de esta Traviata en el Liceu. ¿Va a ser una actuación completamente escenificada? Debutó como Giorgio Germont en la temporada 2006/2007, si no me equivoco.

Sí, será una actuación totalmente escenificada en el Liceu, y serán mis primeros espectáculos desde antes de la pandemia. ¡Estoy muy emocionado! Mi primer Germont fue precisamente en la temporada 2006/2007, en la producción antes mencionada en el Teatro alla Scala, dirigida por Lorin Maazel. Fue muy emocionante y un verdaero honor debutar en este papel en un teatro tan histórico y junto un gran director. Más tarde canté el papel en versión concierto en Japón, con el maestro Maazel, también en la Arena di Verona y más recientemente en la Ópera de París, así como para mi debut en la Royal Opera House de Londres, solo unas semanas antes del cierre.

¿Cuáles son sus próximos planes en agenda, si la pandemia nos permite seguir adelante con la actividad?

Se suponía que iba a cantar mucho en Estados Unidos esta temporada y todas estas producciones han sido canceladas. Aparte de Nabucco en el Met que usted mencionaba, también estaba previsto que yo cantase la parte de Amonasro en la nueva producción de Aida en el Met, Rigoletto en San Francisco y el papel de Iago en el Otello de Verdi, con la Sinfónica de Dallas. Allí precisamente, en Dallas, están reemplazando los conciertos previstos con eventos que involucran a orquestas más pequeñas y sin coro; así que espero que haya una manera de cantar allí en febrero. Después de eso, cantaré Traviata en el Teatro San Carlo de Nápoles. Con suerte, es lo que todos esperamos, las cosas volverán a ser normales para la próxima temporada. Entre los teatros de ópera donde estaré cantando para entonces, el único teatro que ya ha publicado su temporada 2021/2022 es el Metropolitan Opera, así que ya puedo anunciarle que cantaré Scarpia en Tosca allí el próximo año.

Foto: © Dario Acosta