José Antonio López: "Soy esclavo de lo que escribe el compositor"
En ocasión de su reciente paso por el Liceu para formar parte del elenco de Ariadne auf Naxos de Richard Strauss, cantando la parte del maestro de música, conversamos con el barítono español José Antonio López, quien atesora una preciada trayectoria a sus espaldas, afrontando repertorios bien diversos y sin embargo complementarios, desde Bach al oratorio pasando por Verdi o la música contemporánea. Esta semana interpreta Das Lied von der Erde de Gustav Mahler con la OBC.
A pesar de llevar tanto años en activo, tengo la impresión de que en España no se conoce con detalle su trayectoria. ¿Podríamos recapitularla, en pocas palabras?
Soy un músico de banda desde niño en mi pueblo, Lorquí, en Murcia. Empecé a tocar con ocho o nueve años y desde los once años me recuerdo siendo clarinete principal de la banda. Viví la música de manera natural e intensa desde muy pequeño. Tras la adolescencia, entré por casualidad en un coro y ya con veinte años empecé a estudiar canto más seriamente. Yo estaba estudiando dirección, terminé la carrera de clarinete, dirigía la banda de mi pueblo... Estuve tres años en el Coro Mundial de Jóvenes y eso también fue un aliciente para dedicarme a la música vocal con más ahínco. A los veintisiete años terminé la carrera de canto, que estudié con Ana Luisa Chova y empecé a trabajar.
En paralelo a todo esto, yo estudié pedaogía Kodaly en Hungría, he estudiado dirección en distintos sitios... me considero músico en un sentido amplio, mucho más allá del hecho de ser barítono o cantante en particular. Yo soy músico desde pequeño y me sigo viendo así. Ahora canto, pero me considero un instrumento, soy un músico que utiliza la voz.
Es interesante esta idea que apunta, la de considerarse un instrumento; no creo que muchos colegas cantantes compartan este punto de vista.
Yo no concibo otra manera de verlo. En mí siempre manda la partitura, no puedo evitarlo, incluso cuando pueda resultar contraproducente para mi propio interés. Pero en eso consiste mi trabajo y quizá por eso soy tan osado de hacer tantas cosas y repertorios distintos (risas).
Sin duda la amplitud y disparidad de géneros es una de las características principales de su agenda, del oratorio al lied pasando por la ópera.
No es que sea avaricioso, pero no querría dejar ningún género de lado. Creo que cada uno alimenta a los otros, en mí como intérprete. Para mí hacer música de Bach, oratorio, lied y ópera es algo tan necesario como natural. Y lo mismo con la música contemporánea, me considero un músico del siglo XXI y defiendo la creación que se hace en nuestros días, el tiempo dirá si permanece o no, pero hay que defenderla.
Esto que apunta no es habitual, en un entorno cada vez más marcado por los especialistas: en música antigua, en bel canto, en contemporánea...
La transversalidad es algo consustancial a mi manera de entender y vivir la música. Desde luego no es fácil, porque exige mucho trabajo y mucho estudio. Sería más fácil y más cómodo hacer siempre el mismo repertorio, pero seguramente no sería tan enriquecedor ni me sentiría tan realizado como intérprete. Mi agenda está muy cargada, afortundamente, y son todo proyectos que he podido elegir y con los que me siento muy a gusto, con ganas de entregarme con todo.
En línea con esto, entiendo que sería incapaz de etiquetar su voz de barítono de una manera determinada.
Absolutamente. A lo mejor es una barbaridad lo que le voy a decir, pero me encantaría que en los programas de mano simplemente indicasen 'voz' junto a mi nombre. Porque así lo vivo, al margen de que tengo un instrumento con un determinado rango vocal. Pero si me etiquetase como barítono lírico, barítono dramático, etc, me estaría perdiendo muchas oportunidades, estoy seguro. Es evidente que todos tenemos una naturaleza vocal que es la que es y que se ajusta mejor o peor a cada repertorio, pero creo que es importante no cerrarse puertas de antemano con ciertas etiquetas. En el caso de la voz de barítono, realmente no es hasta Verdi cuando se plantea un desarrollo concreto de esa vocalidad. Cuando hago música de Haendel canto la parte que está indicada para bajo, pero porque en su tiempo no existía la idea del barítono como hoy la concebimos, no había nada más allá que una idea general de la voz grave, por contraposición a las voces más agudas. Lo mismo sucede con la Novena de Beethoven, que es un repertorio que hago mucho; pone bajo en la partitura, pero es una obra que cantamos indistintamente barítonos y bajos.
En relación a esta cuestión, me sorprendió mucho su Macbeth de Verdi en Vigo, hace ya algunos años. A priori no era un papel en el que yo le imaginase y sin embargo creo que encontró la vía exacta para hacer suyo el rol, siendo fiel a la partitura precisamente.
Gracias. Precisamente a eso me refería antes. Yo no hubiera cantado ese papel pensando si mi voz es o no es verdiana, pero sí lo hice después de meditar mucho la partitura, estudiándola al detalle durante meses hasta decidirme a dar el paso. Quizá no lo parezca, pero lo cierto es que he cantado ya unos cuantos roles de Verdi, como Iago en Otello, Ford en Falstaff, Germont en La traviata o Amonasro en Aida. Y siempre intento aplicar mi manera de hacerlo, sin estar pendiente de la tradición y las expectativas; no aspiro a ser otro del que soy. Me considero esclavo del compositor y aspiro siempre a cantar lo que está escrito en la partitura, incluso aunque no sea lo que más me conviene.
Su repertorio operístico es amplio, pero ¿qué otros papeles le gustaría incorporar? ¿Ha pensado en cantar Pelléas et Mélisande de Debussy?
No he hecho Pelléas pero me gustaría mucho hacer Golaud, precisamente. Ahora mismo me interesan mucho Wagner, Verdi, Strauss, Haendel, Mozart... Tengo muchísima curiosidad musical.
También ha hecho El holandés errante, toda una extravagancia en un repertorio así. Es fascinante su manera de no cerrarse las puertas.
Sí, lo hice en Valencia y fue toda una experiencia. Es una música que exige dosificar las fuerzas, cambiar muchas cosas para llegar bien al final.
¿Ha hecho algún Wagner más?
No, pero me gustaría. Ha habido conversaciones para Amfortas en Parsifal y para Wolfram en Tannhäuser. Espero que algún día llegue la ocasión.
Ha hecho una parte importante de su carrera en España pero también ha cantado mucho fuera de nuestro país.
He tenido mucha suerte con España, sí, aquí me han dado muchísimas oportunidades. Y fuera de nuestro país también, trabajo regularmente en países como Suiza, Bélgica o Alemania. Colaboro a menudo con la Wiener Akademie, con ellos he actuado muchas veces en el Musikverein, con las Pasiones de Bach, por ejemplo. Volveré a trabajar con ellos este año, con el Oratorio de Navidad. También estoy trabajando mucho con La Cetra y con Andrea Marcon, les tengo un aprecio enorme, son fantásticos.
Lo cierto es que me gusta mucho vivir en España. Me considero un afortunado, con estos compromisos en el extranjero, pero al final en España es donde mejor me encuentro. No somos perfectos, pero ahí fuera tampoco lo son. Deberíamos ser más conscientes de todo lo bueno que tenemos y cuidarnos un poco más. A cuántos colegas he visto caer después de años y años de trabajo, porque han dejado de tener trabajo, casi de la noche a la mañana. En Francia esto es inconcebible, hay una red asistencial mucho más eficaz para todos los que caen. Es clave exigir calidad y preparación, no se trata de dar nada a nadie sin méritos. Pero por ejemplo en esta Ariadne del Liceu tenemos un equipo fantástico de colegas españoles haciendo Strauss al más alto nivel, con una preparación extraordinaria.
Es complicado romper esta lógica corporativista que enseguida contrapone a 'los de aquí' con 'los de fuera'.
En efecto, es que no se trata de eso, no se trata de cerrar las puertas a nadie para contar con los de aquí. En absoluto. Simplemente se trata de generar las condiciones para que los de aquí puedan hacer su trabajo en buenas condiciones. A mí me han apoyado mucho, muchos directores de orquesta por ejemplo, que me han ofrecido proyectos porque confiaban en mí. Y lo mismo con algunos programadores, que han pensado en mí para proyectos fascinantes.
¿Qué compromisos hay en su agenda más inmediata?
Haré la Misa en si menor de Bach en Basilea con La Cetra, seguiré con Oedipus Rex de Stravinsky en el Liceu, La Atlántida de Falla en Cádiz, el Te Deum de Bruckner con la OCNE... Muchas cosas (risas).
Y Dudamel contará con usted de nuevo, esta vez en Los Ángeles.
Sí, haré Novena de Beethoven con Dudamel en Los Ángeles, todo un sueño después de haber trabajado la obra con él en Madrid y Barcelona. Me considero muy afortunado. Tengo la agenda completa hasta 2023, con un montón de proyectos distintos. También tengo por delante mi debut en el Schwetzinger SWR Festspiele, con la ópera L’Isola d’Alcina de Gazzaniga, con dirección de escena de Christoph von Bernuth y junto a Werner Ehrhardt y L’arte del mondo.
También estará en el estreno de El abrecartas de Luis de Pablo, en Madrid.
Haré de Miguel Hernández en El abrecartas de Luis de Pablo, en su estreno en el Teatro Real. Pude escoger este poeta entre otros que hay en la producción. La música de Luis de Pablo es complicada y exigente, pero está bien escrita para el instrumento vocal, no pide cosas imposibles.
También ha cantado bastante lied, otra extravagancia para el perfil general del cantante lírico español.
Sí, mucho menos lied del que me gustaría, porque exige mucho tiempo de trabajo con el pianista y porque es infrecuente que se cuente con cantantes españoles para los ciclos de lied. He hecho bastantes veces los ciclos de Mahler para orquesta y he cantado en varias ocasiones los ciclos de Schubert a piano. El lied es algo muy serio y muy exigente.
Fotos: © Michal Novak