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Julie Fuchs: “La ópera nunca fue más accesible que hoy en día”

En ocasión de su próxima visita a nuestro país, a lo largo del invierno, conversamos con la soprano francesa Julie Fuchs, una de las voces más sobresalientes de su generación. En el mes de marzo debutará como Mélisande en el Pelléas del Liceu y entre abril y mayo será Susanna en Las bodas de Fígaro del Teatro Real de Madrid.

El covid marca el inicio de nuestra entrevista, irremediablemente. Hace apenas unos días ha pasado usted la enfermedad, lo que le ha impedido completar su esperado debut con Roméo et Juliette de Gounod en la Opéra Comique de París. Lo primero de todo, ¿cómo se encuentra?

Apenas he tenido síntomas, por suerte, más allá de un fuerte dolor de cabeza durante algunos días. En este sentido, me puedo considerar afortunada pero es cierto que el covid ha echado al traste mi debut como Juliette, un papel en el que había trabajado durante muchos meses y que llevaba varios años esperando cantar. 

Sin duda es un papel icónico para cualquier soprano, aún más en el caso de una soprano francesa.

Exacto. Apenas tuve ocasión de cantar el ensayo general y después dimos positivo varios miembros del reparto. Ha sido una situación estresante. Yo siempre intento encontrar el lado positivo en las cosas pero a veces simplemente no lo hay y es duro convivir con eso y simplemente aceptarlo. Por suerte tengo en mi agenda otra nueva producción de Roméo et Juliette prevista para el próximo año, de modo que podré por fin debutar el papel como me hubiera gustado hacer en París.

¿Hay alguna razón específica por la que haya querido esperar hasta ahora para debutar con el rol de Juliette? ¿Quizá tan solo la lógica madurez de su instrumento con el paso de los años?

Sí, exacto, es un papel algo más lírico y más extenso. No me considero una soprano temeraria, en el sentido de que me gustan los retos pero me gusta tenerlos bajo control. Me gusta tener objetivos, ambiciones, pero siempre y cuando me sienta cómoda con ellos, que no sean un motivo de tensión innecesario. En el caso de Juliette yo ya había cantado el vals en numerosas ocasiones, en concierto, pero es un fragmento muy pequeño en comparación con lo extenso que es el papel en realidad, con un cuarto acto especialmente exigente y pesado. 

Lo cierto es que ahora tengo la impresión de que es el momento adecuado para cantar este papel, que ya me habían ofrecido hacer hace cinco años, lo mismo que Manon o La traviata, óperas que sin duda haré, pero cuando sea el momento. Creo que estos tres roles, Juliette, Manon y Violetta son de algún modo los tres mejores papeles para mí y no quiero precipitarme, quiero ser la mejor cantante posible para ellos cuando llegue el momento adecuado.

Es muy interesante esta idea que apunta, de esperar al momento adecuado en el que usted sea la mejor intérprete posible para cada papel, es un enfoque muy inspirador.

Sabe, además me considero tremendamente afortunada, porque a lo largo de mi carrera, y aun me considero digamos joven (risas), he tenido la ocasión de cantar ya unos cuarenta papeles.

¿De veras? Son muchos para alguien de su edad…

Así es, contando los que interpreté en mis años de estudios. Por ejemplo, en los últimos años he cantado mucho el papel de Morgana en Alcina y próximamente estaré encantada de interpretar el rol titular en esta ópera. Si hubiera esperado hasta cantar directamente el papel de Alcina me hubiera perdido la experiencia de cantar un rol tan magnífico como el de Morgana, con el que he disfrutado mucho estos últimos años. Y lo mismo con Susanna y la Contessa en Le nozze di Figaro. Además creo que es interesante cantar un papel tras haber interpretado el otro, se sigue así de algún modo el desarrollo natural de la mujer, su madurez conforme se da también la del cantante.

 

"No me considero una cantante que actúa, tampoco un actriz que canta, soy una cantante de ópera"

 

A la hora de planificar estos nuevos debuts, ¿le preocupan más las exigencias vocales o las dramáticas?

Para mí es imposible separar ambos planos. No me considero una cantante que actúa, tampoco un actriz que canta, soy una cantante de ópera, una intérprete. Y por ello la música y la escena van a la par, siempre juntos, yo no los puedo separar. Confieso que, durante el mes y medio de ensayos de esta Juliette en París, nunca me había sentido más metida bajo la piel de un personaje, identificada totalmente con su drama, con su vocalidad. Yo misma estaba sorprendida de lo dentro que me sentía del personaje, y creo que esto es por lo intrincados que están en este papel la línea vocal y la experiencia dramática.

Mencionaba ahora la gran cantidad de papeles que ha interpretado y lo cierto es que, echando un vistazo a su agenda, sorprende la amplitud de su repertorio, desde Monteverdi a Mozart pasando por Rameau o Händel sin olvidar el bel canto con Rossini y Donizetti.

Sí, además me encanta llevar conmigo un papel durante varios años y ver cómo se desarrolla, al compás de mi propia madurez como cantante. Ahora mismo, si durante una temporada tengo cuatro producciones, por ejemplo, intento que al menos dos sean con papeles que ya conozco y las otras dos, o incluso tan solo una, con papeles que voy a debutar. Me considero una persona muy exigente conmigo misma y por eso me parece fundamental llegar bien preparada a una producción. Tener una cierta sensación de serenidad cuando afrontas un papel es algo que no tiene precio. 

Menciona ahora la serenidad y creo hay algo muy valioso en su manera de comunicarse con sus seguidores a través de las redes sociales. Me refiero al modo en que explica sus rutinas de concentración, su búsqueda del equilibrio personal a través del yoga, por ejemplo. Es cada vez más importante que el público asuma que detrás de la vida de teatros y aviones de un cantante hay en realidad una vida privada, más o menos normal, como la que todos llevamos. 

Sin duda. Sabe, por un lado me considero tremendamente afortunada por dedicarme a lo que me dedico. Sin el canto, sin la ópera, yo no tendría la vida que tengo, no habría estado en los lugares donde he estado ni habría conocido a las personas con las que convivo. Pero al mismo tiempo, es un modo de vida muy exigente, sacrificado, constantemente nos obliga a cuestionarnos. 

Nuestro trabajo es hermoso pero muy exigente y no lo digo con un tono victimista, en absoluto. Pero lo cierto es que requiere esfuerzo, sacrificio y generosidad; y quizá todavía hay mucha gente que piensa que nuestra profesión es todo glamour, éxito y dinero, pero me temo que no. Si este trabajo nos merece la pena es porque nos devuelve grandes sensaciones, experiencias incomparables. 

Con mis redes sociales tan solo intento mostrar que detrás de ese brillo y ese glamour de las grandes noches de estreno hay una vida cotidiana muy normal y más dura de lo que pudiera parecer, hecha de sacrificios y mucho trabajo y estudio antes de subir a un escenario.

También tiene en marcha el proyecto ‘Opera is Open’, enfocado a mostrar hasta qué punto el mundo de la ópera es accesible, desmontando tantos prejuicios que aún hoy circulan en torno a este género.

Así es. Me di cuenta de que estaba cansada de escuchar una y otra vez la idea de que había que abrir el mundo de la ópera a nuevas audiencias, a los más jóvenes, hacerlo accesible… Pero ¡eso ya se ha hecho! Y me dije que tenía que mostrarlo y contarlo de un modo cercano.

Ya hay tickets para ir a la ópera a precios accesibles, políticas de accesibilidad para públicos jóvenes… Creo que los prejuicios sobre el mundo de la ópera siguen pesando mucho, especialmente entre quienes nunca han venido a la ópera. ¿Cómo puedes juzgar algo que ni siquiera conoces?

En mi experiencia particular, cada vez que he invitado a alguien a la ópera por primera vez ha quedado en shock, simplemente no podía imaginar que el espectáculo fuese así, tan completo, tan emotivo, tan visual, con una música tan fascinante, en vivo. Creo que nuestra generación tiene la obligación de mostrar cómo es en realidad el mundo de la ópera; no tenemos que esperar a que sea accesible porque ya es accesible.

Durante el pasado siglo XX hubo una tradición de sopranos francesas muy específica, con intérpretes como Mady Mesplé o Lily Pons, incluso más recientemente Natalie Dessay, sopranos con un registro sobreaguo descollarte y con un gran dominio de la coloratura. ¿Se siente de algún modo identificada con esta tradición o no?

(Pensativa) No… (risas). Creo que puedo compartir algo con Natalie Dessay, quien ha sido siempre un referente para mí, por su pasión por el teatro, por el modo en que empleaba cada nota para decir algo, por ese modo tan dramático de entender la coloratura.

Pero no, no soy una soprano ligera en el sentido de las que mencionaba antes, nunca he tenido un interés específico en las notas sobreagudas en sí mismas. No me interesan los sonidos, por decirlo de otra manera. A la audiencia le gustan, las espera, pero yo creo que los agudos deberían ser parte de proceso y no el objetivo final, por decirlo de alguna manera.

Para mí cantar siempre implica expresar algo, va mucho más allá del hecho técnico de dar esta o aquella nota. Esto no quita para que haya trabajado siempre en la belleza de mis agudos, por supuesto, pero no ha sido un objetivo en sí mismo sino dentro de una idea más amplia y general de lo que supone expresar a través de la voz, con el canto.

Dicho todo esto, ¿cómo definiría su voz, su instrumento? No es exactamente el de una soprano ligera pero tampoco el de una soprano lírica al uso.

Tampoco yo tengo claro cómo definir mi voz, porque está cambiando constantemente. De hecho, lo curioso de todo esto es que hay roles en el mismo rango vocal que resultan cómodos y otros que no lo son. En cualquier caso, creo que según las etiquetas habituales mi voz sería la de la soprano lírica de coloratura, que es algo que quiero mantener en mi repertorio, con bel canto.

Dentro de dos temporadas cantaré mi primera Giulietta de Bellini y también tengo previsto debutar más adelante como Gilda en Rigoletto. Pero tengo claro igualmente que quiero mantener el barroco en mi repertorio, de hecho debutaré próximamente como Cleopatra en Giulio Cesare.

Sabe, en torno a todo este desarrollo de mi repertorio en los próximos años me considero muy afortunada puesto que he podido establecer relaciones muy estrechas con algunos directores de escena, lo que nos ha permitido planear algunos proyectos muy específicos en torno a algunos de mis debuts con nuevos roles.

 

"El barroco es fascinante porque es el ámbito de la libertad"

 

El repertorio barroco ha sido muy importante para usted durante estos últimos años. ¿Qué encuentra en este repertorio que sea diverso y por ello supongo que fascinante? 

En realidad no lo concibo como un repertorio diverso, aunque en realidad lo es desde un punto de vista vocal, puesto que requiere habilidades específicas. Lo que más me fascina de este repertorio son, en primer lugar, los personajes; mujeres como Poppea o Cleopatra… es increíble dar voz a estos personajes. Hay algo sexy en ellas además (risas), diverso de como se enfocan en el repertorio romántico. 

Desde el punto de vista vocal el barroco es fascinante porque es el ámbito de la libertad; de algún modo la música se crea en ese instante, está muy abierta a las intenciones de los artistas, con los da capi por ejemplo. Es muy excitante este aire de libertad, que intento trasladar a veces a otros repertorios. 

Además, en muchas ocasiones el repertorio barroco se interpreta con orquestas freelance, que demuestran una motivación especial para hacer esta música; y no solo motivación sino flexibilidad a la hora de acomodarse a los cambios y sensaciones de los cantantes, respiran con ellos.

Estará pronto en España para cantar su primera Mélisande, en el Pelléas del Liceu. Se trata de un rol muy especial, icónico, con muchas especificidades, tanto en lo vocal como en lo dramático. ¿Como está siendo la preparación del rol durante estas semanas previas?

Es uno de los roles que siempre he soñado con cantar. Junto con Juliette, Manon y Blanche en Dialogues des Carmelites, Mélisande es uno de los papeles de ópera francesa que siempre he soñado con cantar. Todos los colegas que han cantado Pelléas et Mélisande coinciden en decirme que hay un antes y un después en tu carrera cuando cantas esta ópera, por su profundidad. Ciertamente el libreto es tremendo… 

Para preparar mi debut en el Liceu he leído a fondo el libro original de Maeterlinck y por supuesto el libreto de la ópera. También he preparado la partitura de manera minuciosa, no tanto obsesionando con la escritura musical. No me gusta llenar mi partitura de anotaciones, como hacen otros colegas (risas), me interesa más recrear para mí misma el ambiente concreto de cada escena, los sentimientos que las atraviesan. Y finalmente he hablado mucho con el director de escena, Àlex Ollé, en la idea del rol que quiere presentar en el Liceu.

Y quedan por delante los ensayos. Para mí los ensayos son la parte más hermosa de mi profesión, junto con las representaciones, por supuesto. Pero en los ensayos hay algo de laboratorio, de work in progress, es una parte tremendamente creativa.

 

"Cuando canto Susanna, me siento en casa"

 

Después cantará Susanna en Le nozze di Figaro del Teatro Real. Originalmente se había previsto una producción de Lotte de Beer que usted misma protagonizó en Aix-en-Provence, pero finalmente se verá la propuesta de Claus Guth procedente de Salzburgo.

Creo que Susanna es el rol que he cantado más veces. En Aix hicimos una producción fascinante con Lotte de Beer; el proceso de ensayos fue magnífico, muy inspirador. No lo sé, pero en realidad toda esta cuestión de la sexualidad está muy presente desde el principio en el libreto de Da Ponte.

Lotte de Beer presentaba una lectura muy original sobre el horror de las mujeres en torno a la trama de Le Nozze di Figaro. Fue una experiencia magnífica, la de estas funciones en Aix, con un elenco muy mozartiano además. En cualquier caso, he visto videos y fotos de la producción de Claus Guth para Salzburgo que finalmente haremos en Madrid y parece una propuesta también muy interesante. Además mi anterior ocasión en el Teatro Real fue precisamente con otra producción de Guth, la reposición de su Lucio Silla de Mozart.

Cuando canto Susanna, me siento en casa. Y feliz. Es un papel que llevo ya en la sangre y me siento bastante cercana a su personalidad: siempre activa -la vida cotidiana de una mujer de hoy en día que compagina su carrera y su vida familiar-, cariñosa y tierna pero también juguetona.

¿Tiene en mente algún proyecto con música española, ya sea repertorio barroco o zarzuela? 

¡Me encantaría! Es algo que tengo en mente desde hace tiempo, además mi pareja es español, hablo un poco su lengua y conozco bastantes cosas de este repertorio. Voy a cantar en Madrid durante las próximas temporadas, prácticamente cada año, así que encontraremos seguro el modo de hacer algo así. Sueño, desde luego, con hacer un programa de zarzuela, adoro este repertorio. Pero también sería bonito hacer un programa con música española barroca, incluyendo también zarzuelas de este período.

Con la maternidad, ¿ha notado cambios sustanciales en su voz, en su instrumento?

En realidad los mayores cambios han tenido que ver con mi vida, mi cuerpo, mis sentimientos… quizá lo que menos ha cambiado es mi voz, curiosamente. Ser madre es una experiencia que no tiene parangón. Lo cierto es que mi agenda se ha planificado al margen del hecho de que yo fuera a ser madre o no, por ejemplo en el caso de este debut con Juliette en París. Mi voz, lógicamente, irá evolucionando poco a poco hacia formas más líricas, pero quiero mantener siempre la luminosidad y ligereza de la franja aguda. Como antes le decía, para mí es fundamental tener un instrumento flexible, homogéneo, sin tensiones, que fluya con naturalidad. 

Finalmente, quizá quiera añadir algo sobre cómo la pandemia ha cambiado nuestras vidas y el mundo de la ópera en particular.

Sí, está siendo agotador. Van a ser ya dos años con la pandemia en nuestras vidas. Hasta ahora, cuando he contraído el virus, mi mayor preocupación habían sido las jóvenes generaciones que han visto cómo se destruían todas su experiencias, las propias de la adolescencia y esos años de juventud. 

En el caso de la ópera hemos hecho tantos sacrificios, hemos reorganizado tantos planes, se han cancelado tantos proyectos… ha sido como una pesadilla. Y seguimos haciéndolo porque queremos que esto siga en pie, la ópera tiene que seguir adelante, pero sí, es agotador y estresante.

Foto: © Olivier Metzger

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