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Mª Luz González Peña: "El patrimonio musical español no está olvidado, sino bien cuidado y a la espera de ser programado" 

Directora del Centro de Documentación y Archivo (CEDOA) de la Sociedad General de Autores (SGAE), el nombre de Mª Luz González Peña, así como su labor y la de su equipo, resulta imprescindible en la reciente historia de la musicología española. El cuidado y catalogación de la música de nuestro país, especialmente la zarzuela, pasa por sus manos. Con ella hablamos de todo ello, así como de la figura de María Lejárraga sobre la que ha arrojado luz y música durante las últimas décadas.

Al repasar su biografía, no deja de llamarme la atención que usted, referencia de la musicología en nuestro país, también es de Asturias. ¿Qué tiene el agua de allí? ¡O qué bien se han debido hacer las cosas allí!

(Risas). Hombre, a ver, ¡es que la especialidad de Musicología se recuperó en la Universidad de Oviedo! ¡Y con Emilio Casares! Ya sabe usted de su efusividad. De allí ha salido, desde entonces, mucha gente. Yo fui de la primera promoción… ¡lo cual sólo quiere decir que tengo muchos años! (Más risas).

Vino gente a estudiar de todos los puntos de España y con la energía y la forma que tiene de transmitir el amor por la música el Profesor Casares, es lógico que se hayan dado los frutos que estamos recogiendo.

De aquella primera generación hasta ahora, supongo que ha dado tiempo a que la Musicología y la forma de estudiarla en nuestro país haya evolucionado.

Bueno, es que ha cambiado hasta la denominación. Ahora es Historia y Ciencias de la Música. Con Bolonia, además, ha debido cambiar bastante el plan de estudios. Y por supuesto, ahora la suerte es que podemos encontrar gente especializada en Barroco, gente que se dedica más al XIX… ¡Tenemos tantas cosas que hacer en la música española…! Afortunadamente, hay espacio para todo el mundo que le interese estudiar cualquier época y género.

Quizá, en todo este tiempo, lo que más haya cambiado sea la valoración del siglo XIX en España. Recuerdo que cuando yo hice Musicología, evidentemente tanto el Profesor Casares como el resto de profesores insistían mucho en la importancia de la música española en ese siglo, pero es que apenas había referencias… En cuanto a zarzuela, por ejemplo, prácticamente sólo existían las grabaciones de Argenta. Y en cuanto al campo de la música sinfónica, ¡imagínese! Prácticamente era como si no existiese.

Desde entonces se han recuperado las sinfonías de Chapí, las de Bretón, las de Marqués - ¡qué son una barbaridad! -, las de Ramón Garay… Yo creo que el cambio fundamental se ha dado en este siglo. Estaba muy mal tratado por la historia, la crítica… por todo. Tenemos ahora una gente joven estupenda estudiándolo y recuperándolo.

¿Cómo programadores y como público también le prestamos la atención debida?

Creo que no lo suficiente. Por parte de los musicólogos, evidentemente, sí. También por parte de algunos programadores. Pienso, más que nada, en la zarzuela, que es el campo donde yo más me muevo. Tienes el Teatro de la Zarzuela, el Festival de Teatro Lírico de Oviedo… Durante todos estos años siempre se anuncia todo el patrimonio que estaba perdido… ¡Y bueno! Quizá alguna obra puede que nadie sepa donde está, pero ya le digo yo que, en la mayoría de los casos, el patrimonio musical español no está perdido, está cuidado y a la espera de que sea programado, como merece. En el Archivo musical de la SGAE tenemos casi 10.000 obras… ¡Perdido no hay nada! (Risas).

Imagino que cada vez que en la prensa utilizamos esas expresiones, ustedes se tirarán de los pelos.

¡Me hace sonreír! ¡Perdido no estaba! Catalogado lo tenemos todo y sabemos dónde está. Lo que ocurre es que eso es una cosa y que consigas hacer ver a alguien que esas obras merecen la pena, otra. En cualquier caso, siempre hay proyectos interesantes. Con la Orquesta de Córdoba, por ejemplo, desde que llegó el titular que tienen ahora, Carlos Domínguez Nieto, estamos recuperando zarzuelas que tienen relación con la ciudad. A mí y a mi equipo, estas cosas nos dan mucha alegría. Ves que tu trabajo tiene un resultado. No permitir que caiga en el olvido un género tan nuestro como es la zarzuela. Mire, por ejemplo, el concierto de Año Nuevo que se va a hacer en la Ópera de Niza, con Rocío Pérez y Alejandro Roy: ¡todo zarzuela y el pasodoble Gallito! Da mucha satisfacción ver cosas así.

La zarzuela llega a todos. Sí. Absolutamente. ¡Y es que transmite una alegría…! A ver, hay alguna muy dramática, pero generalmente su música te hace vibrar de una forma en que la gente sale sonriendo del teatro. Con los tiempos que llevamos… la zarzuela es más que necesaria.

Y te conecta contigo mismo, ¿no le parece? Puedes no conectar con banderas o con los políticos de turno, pero la zarzuela nos conecta con esa parte en la que uno se puede identificar siempre… con el reírnos de todo, por ejemplo.

¡Sí! ¡Y es algo muy saludable, empezando por reírse de uno mismo!

Enlazando de alguna manera con la zarzuela y desde luego con la lírica nacional, destaca el trabajo que lleva usted realizando a lo largo de los años sobre la figura de María Lejárraga, de la que en 2024 se cumplirán sendos aniversarios de su nacimiento y muerte. ¿Quién es Lejárraga y cómo surgió su interés por ella?

Pues ha pasado de ser, como la denominaba María Rodrigo, la mujer en la sombra, a ser una figura imprescindible hoy en día, que se ha convertido en trending topic. Ahí tiene el documental de Laura Hojman, nominado a los Premios Goya y que el día 17 de enero podrá verse en la Sala Berlanga de la Fundación SGAE.

María llegó a mi vida hace muchísimos años. Estaba yo todavía en la Universidad de Oviedo y, por un proyecto de la Universidad de Granada, a través del cual se iba a publicar todo el epistolario de Manuel de Falla, tuve que transcribir toda la correspondencia que los profesores Casares y Martín Moreno habían seleccionado. Más de 3.000 cartas… ¡A máquina! Entre todas ellas, me topé con una mujer de la que yo no había oído hablar nunca. Su cercanía, su forma de expresarse… me llamaron poderosamente la atención. Su humor, su cariño… ¡me dejó fascinada! ¿Cómo no podía saberse apenas nada sobre ella?

Más tarde, cuando hicimos el Diccionario de Zarzuela, insistí mucho en que me dejaran incluir dos artículos distintos, uno para Gregorio Martínez Sierra, su marido y quien firmaba la mayoría de las obras… y otro para María Lejárraga, quien en realidad las escribía. A partir de ahí y gracias también al Profesor Juan Aguilera, me sumergí en la vida y la obra de María en torno a la música, en un trabajo que me llevó casi 10 años. Está reflejado en el libro Música y músicos en la vida de María Lejárraga. Desde entonces, ella se ha convertido como en alguien de mi familia.

Una mujer verdaderamente asombrosa.

¡Por supuesto! Fue dramaturga, pedagoga, maestra, activista política… ¡activista del feminismo! Una mujer con tantas facetas que no acabas nunca de descubrirla del todo. Es fantástico que se le haya hecho ahora otro documental… todo lo que hagamos por ella, será bienvenido, porque es una deuda que tenemos… con esta mujer, como con tantas otras. María es sólo la punta del iceberg. Hay tantas y tantas mujeres que han estado trabajando y de las que no se sabe nada…

Y muchas de ellas en una época tan difícil y tan oscura: María Teresa León, Concha Méndez, bueno todas las Sinsombrero…

Sí. Tantas y tantas relegadas… por ejemplo, en este documental sobre María, lo que me llama la atención y me duele un poco es que se ha obviado una figura de la música tan importante en la vida de Lejárraga como era María Rodrigo. Al final siempre somos silenciadas…

En la SGAE hemos estado localizando las compositoras de zarzuelas. No hay tantas, pero las hay. Más de las que pensábamos. Desde mediados de 2022, hemos recopilado piezas y fragmentos de sus obras que serán interpretados en el concierto que va a organizar la SGAE para el mes de marzo de 2023. Es un primer paso. Quizá, a partir de ahí, se puedan empezar a copiar algunas de estas obras para orquesta.

No sé si manejan datos en la SGAE, estadísticas… ¿Hay un interés mayor en los últimos años por las obras firmadas por mujeres?

Sí, afortunadamente, sí. Estamos en un momento de cambio y hay que aprovecharlo. Por ejemplo la Oviedo Filarmonía. Creo que es la primera orquesta de España, al menos que yo haya visto, que en todos sus programas de temporada incluye la obra de una mujer. Ya es hora de normalizarlo.

Y referente a la zarzuela, más allá de Las golondrinas, que tiene libreto de Lejárraga, no sé si alguien se ha preocupado últimamente de buscar La llama de Usandizaga o Margot de Turina, por ejemplo.

Bueno, ambas se hicieron, pero hace ya bastantes años… en versión concierto, sin representarse escénicamente. Una pena.

Han encontrado, entonces, tal y como me comenta, más obras con texto o música de mujeres?

Si la pandemia nos sirvió para algo en el Archivo de la SGAE, fue para localizar mujeres (risas). Teníamos que trabajar desde casa, sin poder atender a usuarios… y aprovechamos para concentrarnos en ello. Fue algo precario porque, con todas las bases de datos que manejamos, no existe una casilla en el catálogo que identifique el género del autor o autora. ¡Era dificilísimo! Revisamos miles y miles de registros, pero a veces las encontrabas de casualidad o recurriendo a métodos tan simples como probar con nombres de mujeres aleatorios: Pilar, Carolina, Rosa… es hartamente complicado. Al final, habremos encontrado como 20 zarzuelas de diferentes mujeres.

De entre las miles y miles de zarzuelas que existen pueden parecer pocas, pero son muchísimas como para que el Teatro de la Zarzuela, por ejemplo, no haya prestado atención a ninguna de ellas en su programación del escenario principal.

De muchas de ellas sólo conservamos el libreto. Estoy pensando en Natividad Rojas, que fue la primera mujer, que sepamos, que estrenó una obra en el Teatro del Circo, antecedente de la Zarzuela. Allí fue Soledad Bengoechea, más conocida por su música religiosa y de gran relación con Barbieri y Bretón. Llegó a estrenar dos obras líricas en el mismo día. De María Rodrigo conservamos unas cuantas zarzuelas completas… y luego estaba Remedios de Selva, emparentada políticamente con Chapí… Está también Magda Serra, con su zarzuela Las enredaderas… Hay un montón y hay mucho interés por parte de las musicólogas más jóvenes en investigar sus obras. Me hace muy feliz.

Intuyo la respuesta y siempre hay mucha controversia con el tema de los cánones y los pagos, pero ¿deberíamos cuidar mejor a los autores en nuestro país?

Yo creo que sí. Sinesio Delgado y Ruperto Chapí se partieron la cabeza en 1899, los pobres, luchando porque los autores pudieran vivir de sus derechos. Que, con el tiempo que ha pasado, sigamos planteándonoslo, no se puede entender. Somos de los pocos países que se hacen este tipo de cuestiones que no tienen sentido.

Es curioso como desde Alemania, por ejemplo, los pagos por derechos o materiales llegan siempre, incluso, antes de requerirlos y, sin embargo, desde España muchas veces se toca con malas fotocopias, se escabulle quien puede para no pagar. Si antes hablábamos de todas aquellas cosas tan españolas con las que sentirnos tan identificados, sin duda la picaresca es otra de ellas. ¡Pero con ella están matando la creatividad! ¡Estas eliminando las opciones de arte! ¡Los autores tienen que poder vivir de su trabajo!