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Mario Prisuelos y Sergio Blardony: "La música pervive al paso de los siglos porque seguimos buscando comunicar con ella"

El compositor Sergio Blardony presenta en disco su Resonare Fibris, de la mano del pianista Mario Prisuelos. Una obra de arte que escapa al tiempo, uniendo el Renacimeinto y la actualidad, con reminiscencias de autores como Vivanco, Victoria o Morales y la poesía de Pilar Martin Gila. Hablamos con el autor y el pianista de todo ello, de la apuesta decidida que supone hoy en día entregarse a una obra de tales dimensiones y algunos de los porqués y los caminos que vive la música de nueva creación.

¿Qué hay detrás del concepto de Resonare Fibris?

Sergio Blardony: Tiene varias lecturas, pero a mí la que me ha parecido más interesante es respecto al piano. La de cuerdas resonantes. La vibración que genera una resonancia.  Además, puede hacer referencia a esa suerte de resonancia, de eco... que no es lo mismo... de una serie de músicos del pasado que llegan hasta hoy. Músicos que, a algunos, les hemos puesto en valor, pero otros parece que siguen siendo unos desconocidos.

Desde luego, todos podemos conocer a Cristobal de Morales o a Tomás Luis de Victoria, pero el disco también recoge nombres como los de Guitérrez de Padilla o Francisco de Peñalosa... ¿Son músicas transformadas? ¿Es una reminiscencia poética?

Mario Prisuelos: Lo que plantea Sergio es un diálogo entre aquellas músicas de hace tantos siglos, con el lenguaje actual. Desde el punto de vista de la interpretación, me gusta sentir esa resonancia. Sientes que, de alguna manera, hay un viaje en el tiempo, a la vez de místico. Después de haberlo tocado muchas veces y de haberlo grabado, siento que estos ecos del pasado llegan hasta aquí a través de Sergio y van de un lado a otro de la obra, uniendo el espacio tiempo.

A la hora de tocarlo, ¿en su cabeza estaba el sentir de músicas pasadas, de posibles estilos? ¿O lo ha tomado como música de nueva creación?

[MP] En general, cuando abordo música lo hago con el mismo registro, los mismos códigos. Sea música actual o más antigua. Es algo que me ayuda a decir: es música. Punto. Las piezas de Resonare Fibris que se van intercalando en el disco, se siente de forma más clara la actualidad, obviamente, pero en aquellas otras que tiene nombres de compositores del pasado, como comentaban, aparece la electrónica con recuerdo de sonoridades, incluso de polifonías... Tengo la sensación de que estoy tocando Sergio Blardony pero, a la vez, que estoy también, en parte, en otro mundo.

[SB] Formalmente es una obra muy clara. Hay tres elementos: electrónica-piano-compositores renacentistas; luego hay una pieza puente a solo, que son los Resonare Fibris a los que ha hecho mención Mario, y finalmente hay unos interludios con textos de Pilar Martín Gala. Se van alternando. 

¿Hay una idea del todo? Y a la vez sobre una sonoridad... oscura. Versa todo ello sobre piezas renacentistas un tanto fúnebres...

[SB] Sí, he querido crear una forma globlal muy definida. En cuanto a la oscuridad... la poesía contemporánea, la literatura, la música... No la más nueva, pero la última creación tienda a ir hacia lo oscuro, por lo que me parecía bonito ir a las raíces de esto. Más aún cuando estoy trabajando con la obra de autores muertos.

¿En qué momento aparece el trabajo de Pilar Martín Gila en tu obra?

[SB] Lo que le pregunté a Pilar era por qué no hacer algo parecido en su obra a lo que yo estaba haciendo en la música. Utilizar su poética para trabajar sobre un renacentistas, en este caso Jorge Manrique y, además, las Coplas a la muerte de su padre. Ella ha realizado un reflejo sobre lo que he hecho, pero en una poesía estupenda.

Como creador y como intérprete... En este proyecto hay una mirada hacia el pasado, pero no deja de ser un expresión del presente. ¿En música se puede seguir diciendo algo nuevo o está ya todo dicho?

[MP] Es cierto que, sobre todo la segunda mitad del siglo XX se ha experimentado mucho. Quizá, incluso, sea el periodo donde más se ha hecho en comparación con otros periodos de la historia de la música. Y es verdad que se ha puesto mucho material sobre la mesa. El hecho de la experimentación por sí misma ya era algo nuevo, ya era algo a ofrecer. Podríamos hablar de conceptualismo en sí mismo. El puro concepto sostiene una obra, como puede suceder en otras artes. No obstante, hoy en día hay todavía mucho que decir... y mucho sobre cómo decirlo. Mi sensación es que el camino ya no es tanto el de la búsqueda pura y dura de algo nuevo, sino más bien el camino personal de cada uno, la conexión de cómo expresarlo.

Desde la interpretación también. Yo soy muy omnívoro, pero siempre he buscado conectar con aquello que me ha seducido, que me ha apetecido realmente tocar. Hablando de nueva creación, no me seduce tanto el hecho de que algo sea nuevo, sino de que ese algo comunique, que tenga algo especial y pueda conectar con el compositor.

[SB] Recuerdo a José Luis de Delás, quien fuera mi profesor de composición más relevante, a quien yo le decía: "Si está todo dicho, ¿qué nos queda?", y el siempre me contestaba que la personalidad. Por otro lado, yo diría que hay que diferenciar. Lo que hace el siglo XX es intentar alejarse del mundo clásico, romántico... ¡Pero no del Renacimiento, por ejemplo! De hecho es que la nueva creación y aquellas escuelas no desentonan. No hay problema formal ni expresivo con la música más contemporánea.

[MP] Mire, en uno de los interludios se interpreta un efecto con la caja del piano. ¿Es algo realmente nuevo? No, porque ya en los años 50 del pasado siglo ya estaba John Cage. La cuestión es que ahora Sergio lo utiliza como un elemento más de su comunicatividad. No es tanto que ya esté todo dicho, porque los materiales ya se han colocado en su mayoría sobre la mesa, como decía, pero ahora todo se utiliza de forma personal para la expresividad propia.

[SB] Sí. Yo creo que el efecto se convierte en recurso. Siempre recuerdo escribir para orquesta y, sin pasarme demasiado de tesitura, llegar al límite de un instrumento de viento, por ejemplo. Hasta que consigues llevar eso mismo a una expresión especial. ¡Antes de que el intérprete diga que no puede más! (Risas). Es algo muy interesante porque si el músico lo entiende - y a través de la escritura lo puede entender -, es una forma de expresión muy lícita. Lo que haces es realmente contemporáneo, sí, pero no estás haciendo snobismo... ¡Estás buscando una expresividad!

¿Divulgamos la contemporánea y la nueva creación de la manera correcta? El mismo piano preparado, como han dicho, lleva con nosotros más de 50 años, pero a parte del público parece seguir suscitándole cierto rechazo.

[MP] Habiendo tocado músicas tan distintas y de estéticas tan variadas, diré que, al final, lo que el público percibe y disfruta es la música que está bien construida y bien hecha. ¡Quiero creer que ya no asusta un piano preparado! Sin especular... La música pervive al paso de los siglos porque seguimos buscando comunicar con ella. Desde el escenario sientes que, cuando es lo que se busca, el público lo recibe. Y luego ya la genialidad si conlleva una personalidad propia. Ahí es cuando se trasciende.

[SB] Aquí confluyen muchas cosas. Confluye el contexto... piense en una guitarra sola en una sala enorme y moderna... no termina de encajar. De alguna manera, la gente que en un Auditorio Nacional, por ejemplo, se queja de la música actual y celebra tanto a Mozart, siempre me he preguntado qué es lo que aprecia en Mozart. ¡Que no se me mal interprete! No es una cuestión de élites... Si aprecias a Mozart es por el hecho social, porque tu círculo lo ha aceptado.

¿Usted busca la comunicatividad?

[SB] En realidad no la busco, pero salvando las diferencias, me ocurre un poco como a Ligeti, creo. Es alguien que, no sé por qué, suele funcionar su forma de escribir.

Ligeti que parece ya haber pasado al canon de lo clásico...

[SB] Pero, además, incluso antes de su época más clásica. Él tuvo un tiempo inicial, luego otro más experimental y finalmente otro más clásico... Incluso en la época intermedia, él funcionaba.

¿Eso nos pasa un poco a todos? ¿Nos volvemos un poco más clásicos a medida que avanza el tiempo?

[SB] ¡Puede ocurrir!

[MP] Lo que no llego a saber del todo es por qué unos autores terminamos por considerarlos clásicos, que han pasado ya al repertorio oficial. En el disco que grabé, Ricercata, quería mostrar tres grandes clásicos del siglo XX: Shostakovich, Ligeti y Stockhausen... Este último quizá no tanto, pero Ligeti tiene algo tan propio como actual. Lo aprecio también, por ejemplo, en los clásicos de la literatura rusa, que a mí me gusta mucho. Siento que siguen aportando algo actual, pero escrito en sus coordenadas temporales. Eso quizá sea una clave. Parece que en la literatura sea más tangible que en la música.

Entiendo que, además, a Ligeti se le ha interpretado bastante entre las últimas generaciones de pianistas. ¿El compositor desaparece mientras no es tocado?

[SB] Pero también el pintor si su cuadro no es colgado o el escritor si su libro no es editado...

[MP] Pero sí es verdad que el compositor necesita del intérprete tanto como el intérprete al compositor. A un creador le es muy saludable encontrar una serie de músicos que mantengan la obra en el oído del público. Luego hay otro punto, cuando no estemos ninguno de nosotros aquí y pasen varias generaciones... a ver cómo se sucede todo.

[SB] Eso es, precisamente, algo que hasta ahora no me había preocupado... Hasta ahora. El legado, el registro para los tiempos que vendrán. Dejar tu música accesible más allá de la partitura, como es el hecho de grabarla... es algo que encuentro imprescindible.

Como creador y como intérprete, ¿Qué han querido contar al oyente a través de Resonare Fibris?

[SB] Es un intento de, por un lado, poner en valor la música Antigua, pero al mismo tiempo una excusa para trabajar compositiva o poéticamente. Por otro lado, encuentro que ha sido un atrevimiento. Una obra de 50 minutos de nueva creación no es algo tan habitual. Como Nono, el tiempo es el tiempo, no es algo planteable. Hay cierta rebeldía en la expresividad, hacia el hecho de que, hoy por hoy, muchos programadores entienden que la nueva creación no puede durar más de 10 minutos.

[MP] Es algo que a mí me ha seducido mucho de esta obra, desde un principio. El plantear una especie de viaje místico. En tiempos de inmediatez, de brevedad y superficialidad, plantear una obra como esta es muy gratificante. La persona que se plantee: me voy a sentar a escucharla al completo, va a vivir una experiencial muy especial. Casi hipnótica. Sergio plantea aquí algo que sigue siendo posible al fin y al cabo: parar el tiempo.