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Borja Quiza: "La lírica tiene que quitarse de encima los complejos"

Este jueves 21 de agosto, con Javier Carmena al piano y acompañado por la mezzosoprano Andrea Rey, el barítono gallego Borja Quiza debuta en el Festival Bal y Gay, con un recital consagrado a la canción gallega, la ópera y la zarzuela. Conversamos con él para conocer más de cerca esta propuesta y los recientes compromisos del intérprete, recién regresado de Costa Rica donde ha protagonizado El barberillo de Lavapiés.

Me gustaría comenzar esta conversación haciendo referencia a los terribles incendios que están asolando Galicia estos días. Como gallego de pro, imagino que querrá hacer algún comentario al respecto.

Sí, efectivamente es desolador lo que estamos viendo. Me duele en el alma. Yo nací en Ladrido, una aldea de ciento cincuenta habitantes en la costa de A Coruña, en la zona de Ortigueira. Mi abuelo era marinero pero se dedicaba también a cuidar y limpiar los montes, con lo cual conozco bien todo eso. El gran problema que tenemos hoy en día en la España vaciada es que cada vez hay menos gente en el mundo rural y esa poca gente que queda no tiene los hábitos o conocimientos que tenían los de antes respecto al cuidado de los montes.

La masa forestal en España aumenta y esto a priori es algo positivo, pero si no se gestiona bien, como está pasando, es un combustible peligrosísimo cuando se desata un incidencia. Galicia tiene una vegetación de crecimiento rápido y voraz y sin un mantenimiento constante, la situación se va de las manos cuando hay un incendio, sea cual sea el origen del mismo.

Mando un abrazo muy fuerte a todos aquellos que está perdiendo sus casas y sus montes. Es terrible y lo siento en el alma, como decía al principio.

Precisamente en Galicia, este jueves 21 de agosto, hará su debut en el Festival Bal y Gay. ¿Cuál es la percepción que se tiene en Galicia de este festival, después de las 14 ediciones que lleva ya a sus espaldas? Creo que es una iniciativa muy ligada al territorio, al ámbito rural y a la zona de A Mariña, impulsando un modelo de festival muy valioso.

Sí, yo mismo que vengo del mundo rural gallego he hecho todo lo que he podido para llevar la lírica a mi zona, a Ortigueira, y siempre es bienvenido que se hagan esfuerzos para que la música culta no esté tan centralizada en las ciudades. Esto tiene su lógica y tiene que ser así, por muchas razones, pero también hay que hacer esfuerzos por descentralizar la oferta. En este sentido lo que están haciendo con el Festival Bal y Gay es una maravilla.

La labor de sembrar es esencial para que la afición por la música siga viva. En muchas ocasiones, alguien que vive en un pueblo no sabe si quiere ser abonado de la Sinfónica de Galicia o de la Real Filharmonia simplemente porque nunca tuvo ocasión de ver un concierto suyo. Y al traer esos conciertos a estas localidades, a lo mejor el día de mañana alguien decide desplazarse a Coruña o a Santiago precisamente con el motivo de ver otro concierto. 

La zona de A Mariña lucense tiene un perfil de turismo muy concreto, nada masivo. Es un turismo familiar tranquilo, que busca buena gastronomía, clima templado y al que le encaja muy bien una oferta cultural como la del Festival Bal y Gay. 

Por otro lado, al actuar en esta zona las orquestas de titularidad pública que tenemos en Galicia se lanza también el mensaje de que son las orquestas de todos, las que pagamos todos con nuestros impuestos, más allá de que tengan una sede habitual durante la temporada. Y esto es muy positivo también. 

Echando un vistazo al programa que harán junto con la mezzosoprano Andrea Rey, también gallega, veo que hay una propuesta amplia y diversa, desde canción gallega a ópera pasando por algunos fragmentos de zarzuela.

Sí, hemos querido hacer una propuesta amplia, pensando precisamente en el contexto y en el público que nos va a escuchar. Hemos querido hacer un programa popular, bien cuidado, pero pasional y que capte la atención; algo atractivo y de fácil escucha por parte de un público que a lo mejor no es público habitual de las salas. Por mucho que yo quiera hacer un ciclo de canciones de Mussorgski, quizá no sea el contexto adecuado, quiero decir. No es lo mismo hacer un concierto en la Juan March, en Madrid, que en Viveiro, por decirlo de otra manera.

Nuestra idea es hacer un repaso por el repertorio con piezas muy atractivas. Empezamos con canción gallega como gancho precisamente para mandar el mensaje de que la lírica no es algo tan alejado de lo que uno conoce. Hemos también una canción argentina, Vidalita de Andrés Gaos, un compositor coruñés que escribió esta pieza en Buenos Aires. 

Yo hablo mucho en mis conciertos y me gusta mucho explicar estas historias íntimas de las obras, precisamente con la idea de transmitir que la lírica es algo muy nuestro, algo que conecta con nosotros mucho más de lo que pueda pensarse a priori. En este sentido luego cantaré Quiéreme mucho, que es un bolero con letra de Agustín Rodríguez, que fue el libretista de toda la zarzuela cubana, con Lecuona y con Roig, y él era de O Vicedo, precisamente al lado de Viveiro. Se hizo muy célebre con libretos de zarzuela y con radionovelas. Mucha gente no lo sabe pero Quiéreme mucho está sacado de una zarzuela cubana que se llamó Servicio militar obligatorio, donde tenía forma de dúo.

Qué historias tan curiosas y tan entrelazadas con el territorio, además. 

Sí, me parece fundamental que el público sienta que lo que cantamos tiene que ver con ellos, de manera directa. El recital sigue después con un recorrido por ópera y zarzuela, con arias y dúos conocidos. La colaboración con Andrea es estupenda, venimos de cantar juntos El barberillo de Lavapiés en Costa Rica y nos entendemos muy bien. Haremos fragmentos de Don Giovanni, Carmen e I puritani. Después pasamos a la zarzuela, con una selección de piezas de La canción del olvido, El barquillero, El barberillo de Lavapiés, La del soto del parral y La Revoltosa. Un programa pensado para que la gente se enganche y se anime después a vernos en las temporadas de ópera y zarzuela. 

Mencionaba ahora su reciente estancia en Costa Rica con El barberillo de Lavapiés. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Cómo acoge el público de allí nuestro género lírico?

Ha sido espectacular, la verdad. La obra es una maravilla. Y es verdad que esta producción de Alfredo Sanzol es fantástica; la he podido hacer en muchas ciudades distintas y siempre es un éxito. Además en Costa Rica han estado muchos años con el Teatro Nacional cerrado y ahora están retomando la programación de lírica poco a poco. Hacía como cuarenta años que no se hacía zarzuela allí a este nivel, con una producción grande y un elenco así. Estaban tremendamente agradecidos, la verdad, pudiendo además utilizar los elencos nacionales, su orquesta, su coro y su ballet.

Andrea Rey y yo fuimos los dos invitados de fuera y el resto del elenco eran cantantes locales, muchos de ellos ya en activo o formándose fuera de allí. Fue una experiencia estupenda poder trabajar con ellos el verso, el texto hablado, etc. Fueron siete funciones, con todo vendido, y ha sido un intercambio cultural impresionante. El barberillo tiene una universalidad latente que resuena allí donde se hace. Hace unos meses pude hacerlo también en Bogota, en esta misma producción, y también fue un éxito, con toda la carga de sátira política que conlleva. 

Entre sus compromisos recientes me ha llamado la atención su presencia, en labores escénicas, con María de Buenos Aires, en el Festival ‘Ópera a Quemarropa’, en Madrid.

En realidad yo desempeño ahí la labor de la dirección artística, no estrictamente la dirección de escena. Yo empecé a producir cosas hace años, por placer propio, sobre todo conciertos de crossover, una expresión que no me gusta porque da a entender que hay una distancia entre la música popular y la lírica, algo que no pasaba hacer cuarenta años. La música lírica viene de la música popular, sí o sí. Pero bueno, hoy en día todo nos gusta en compartimentos estancos, bien etiquetados; y a mí no me gustan nada las etiquetas. La música popular bien cantada, si la queremos llamar así, está muy cerca de la lírica. Dicho todo esto para explicar que yo empecé produciendo Cool Swing, un espectáculo con Big Band y repertorio del Rat Pack, Sinatra, etc. Y también produje Alma, corazón y vida, un concierto de boleros, en clave de latin jazz, etc. Mi faceta como productor empezó con todo esto allá por 2013. 

María de Buenos Aires es una obra que me entusiasma y desde hace años tenía un proyecto en el cajón, pensando en un espectáculo fusión entre lírica y danza. Y de repente surgió ahora la ocasión de estrenarlo en el Festival ‘Ópera a Quemarropa’ de la Comunidad de Madrid. Decidí desempolvar el proyecto y fusionamos música electrónica e instrumentos reales de Mario Cortizo. Él hizo el arreglo y la dirección de escena fue de Teresa Garzón, que además hacía el rol principal de María de Buenos Aires. Yo soy pues el director artístico del proyecto, el que ha juntado al equipo, pero no el director de escena. Y estoy muy contento con el resultado, ha quedado una producción muy bonita. Siempre es muy complicado producir lírica, a nivel privado, sin un circuito en España de ópera de cámara. Pero no nos podemos quejar, ahora haremos una función en Tenerife, después de las dos que hicimos en Madrid, y también iremos a Lugo y a Ferrol. 

Esta apuesta por nuevos formatos encaja también con su presencia habitual en la apuesta de Ópera Garage, el formato impulsado por Emiliano Suárez y Macarena Bergareche. 

Sí, yo forme parte del primer reparto, cuando se hizo la primera Bohème en aquel garaje de San Mamés, en Bilbao. Vuelvo a lo dicho antes sobre la necesidad de romper barreras y eliminar etiquetas. Esto de la lírica es mucho más amplio de lo que creemos. Este reducto gafapasta, como si la lírica fuese solo para unos pocos entendidos, es algo muy dañino. Yo estoy bastante en contra de esta idea de la lírica como algo para las élites culturales. Luego nos quejamos de que otros géneros, incluso con menos calidad musical, nos adelanten por la derecha y eso es porque no tienen complejos. La lírica tiene que quitarse de encima los complejos y Ópera Garage sirve precisamente para eso. 

La idea de atraer a nuevos públicos no debería ser tampoco justificación de nada. Me refiero a que Ópera Garage y otras iniciativas no existen para eso, tienen razón de ser suficiente por sí mismos, como proyectos artísticos y si además atraen a nuevos públicos, mejor que mejor. Pero no son un instrumento para eso, son simplemente una programación alternativa, una propuesta diferente. Es una experiencia fantástica para el público ver ópera en un lugar descontextualizado, con los artistas a apenas unos metros, sintiendo la voz en vivo tan cerca. Las emociones están a flor de piel, la gente se emociona, le vibra el cuerpo, llora…

Es una experiencia maravillosa, tanto para el público como para los cantantes. No hay que tener miedo, todo suma, nada resta, nada compite… En otros géneros hay una diversidad enorme de propuestas y nadie se rasga las vestiduras; en la lírica tenemos pendiente aún esa asignatura. 

Por último, ¿qué próximos compromisos de su agenda le gustaría destacar?

Lo que más ilusión me hace es El gato montés, en el Teatro de la Zarzuela, es una obra que me gusta mucho y es un personaje ya mas dramático, en la línea de la senda que va marcando mi voz en estos años. Después de debutar Rigoletto, Ernani, La forza del destino… La voz tiene su propia evolución, contra la que no puedo ir, y me apetece cada vez más este repertorio un poco más dramático. Es además el debut de Christof Loy en el teatro y es un proyecto que miro con mucha ilusión.

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