© Audoin Desforges
Bertrand Chamayou: "Siempre soñé con un festival dedicado a Ravel"
Vinculado al Festival Ravel desde 2021, el pianista Bertrand Chamayou lidera ahora esta cita con la música en el País Vasco francés que alcanza su quinta edición coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento del ilustre compositor.
En la actualidad usted es el presidente y el director artístico del Festival Ravel, al que de hecho ha dado un impulso determinante. Creo incluso que el festival no existía como tal hasta su llegada, ¿no es así?
Sí, eso es. El Festival Ravel como tal existe solo desde hace cinco años, cuando yo llegué aquí. Antes existían dos entidades distintas, el festival Musique en Côte Basque y la Académie Ravel. Y antes de que yo llegase hubo ya dos ediciones en las que se usó la denominación de Festival Ravel pero no era todavía el festival organizado tal y como hoy lo conocemos.
Durante los años de la pandemia esas entidades tuvieron problemas financieros y junto con Jean-François Heisser, mi maestro y el anterior presidente de la Académie Ravel, impulsamos un nuevo proyecto, que es el que conocemos hoy en día. Hicimos tres ediciones juntos y después yo tomé las riendas de la dirección artística, asumiendo también la presidencia de la entidad desde la edición del año pasado.
La de este año es pues la edición número cinco, la más ambiciosa y también la más consolidada a nivel interno. Creo que el festival se ha ganado ya una reputación importante y tenemos buenas perspectivas de futuro.
Como músico francés, ¿cuál es exactamente su relación con la figura de Maurice Ravel?
Obviamente conozco la música de Ravel desde que era un niño. Además, durante mi infancia solía veranear en la zona del País Vasco francés, mi familia tenía una casa en esta zona. Por otro lado, acudí en varias ocasiones a la Académie Ravel en mis años de formación.
Ravel significa pues mucho para mí y de alguna manera siempre soñé con la idea de poder dar forma a un festival como el que hoy tenemos. Realmente hubo un momento, hace unos años, cuando todos los planetas parecieron alinearse para hacer posible el actual Festival Ravel.

Es realmente importante tener un festival rindiendo homenaje a un compositor como Ravel, más allá del aniversario que este año se conmemora. El festival, además, es una excusa para servir de altavoz a otros autores franceses como Erik Satie, en el centenario de su fallecimiento. Ravel, digamos, es el autor que da nombre al festival pero no toda la música que se interpreta en el festival es de Ravel.
Por supuesto. E incluso este año, que no deja de ser bastante extraordinario por el 150 aniversario del nacimiento de Ravel, también hay lugar a música de otros autores como Erik Satie, al que usted hacía referencia ahora.
En cualquier caso sería demasiado simple plantear un festival monográfico con música de Ravel. Es más interesante una idea algo más sofisticada en la que la música de Ravel sirva como pretexto para un diálogo con otros autores, épocas, estilos… Incluso damos lugar a propuestas muy imaginativas, que vayan más allá de lo obvio en este sentido.
Este año, como le decía, es inevitable dedicar mucho espacio a la música de Ravel por su 150 aniversario y en torno al 85% de las obras que se escuchen en el festival serán composiciones suyas. Pero más allá de la figura de Satie, al que antes mencionamos, también vamos a rendir homenaje a Pierre Boulez, de quien se conmemora el centenario de su nacimiento.
De cara al próximo año, y esto quiero que sea una constante en nuestra programación, la idea es tener un hilo temático que vertebre la propuesta. Para mí es muy importante que el festival tenga una narrativa, una espina vertebral que le de sentido y que articule la programación más allá de la idea general de interpretar música de Ravel.
Uno de los mayores retos del festival, imagino, es su desarrollo en la región donde no abundan precisamente las grandes salas de conciertos. A cambio, el patrimonio local es un gran atractivo para completar la propuesta musical propiamente dicha.
Exacto. Este año, a diferencia de los anteriores, hemos focalizado mucho la programación en San Juan de Luz y en Ciboure, las dos localidades más estrechamente ligadas a la biografía de Ravel, quien nació precisamente en Ciboure y quien pasó muchas temporadas en San Juan de Luz. En ambas localidades tenemos dos iglesias principales que son los escenarios fundamentales del festival.
Además, entre ambas localidades hay, por así decirlo, una pequeña isla donde había un convento que ha sido restaurado y que tiene un auditorio que podemos emplear también para nuestra programación. Por otro lado, hay varias localidades en las inmediaciones de San Juan de Luz y Ciboure, como Urrugne, con bellas iglesias donde planteamos recitales más íntimos.

Con respecto a la programación, imagino que por razones operativas es más viable colaborar con orquestas y formaciones francesas, aunque entiendo que este no es un planteamiento restrictivo.
Eso es, este año de algún modo el festival es una gran celebración de la música francesa a través de Ravel, Satie y Boulez y tenía sentido contar con diversas formaciones francesas, pero no es algo que hayamos planteado así por una razón especial, ha sido más bien algo natural y que se ha dado por razones logísticas.
En cualquier caso no es una regla que nos hayamos marcado; lo ideal sería poder combinar orquestas de Francia con orquestas internacionales, aunque el presupuesto es al final es que nos marca los límites en este sentido.
El año pasado por ejemplo tuvimos a la Filarmónica Checa con Semyon Bychkov, pero para este tipo de actuaciones tenemos que plantear siempre colaboraciones con otros festivales como Santander o San Sebastián.
Esta colaboración con Santander y San Sebastián puede ser un vínculo de desarrollo muy importante, para los tres festivales.
Desde luego, tenemos una muy buena conexión y hemos colaborado ya en la planificación de varios conciertos, por ejemplo con la actuación de la Orquesta de la Ópera de París este año o con la Filarmónica de Radio Francia el año pasado. Sin duda vamos a seguir colaborando, planteando propuestas y proyectos en común, tiene mucho sentido hacerlo así.
En la programación de este año resalta el estreno de la ópera La main gauche de Ramon Lazkano, un encargo del propio festival.
Sí, este año tenemos dos proyectos creativos importantes para el festival. Uno de ellos es esta ópera, La main gauche, y el otro es un proyecto con un artista visual, Anri Sala. Para una edición tan centrada como esta en el 150 aniversario de Maurice Ravel era importante no solo rendir homenaje a su música sino proyectar su inspiración en nuevas creaciones.
En este sentido fue importante plantear el estreno de una nueva ópera, un proyecto que se remonta a 2021, cuando tuve conocimiento de una obra llamada Ravel (Scènes) de Ramon Lazkano, una suerte de proyecto para una ópera con libreto de Jean Echenoz, a partir de su novela Ravel, que fue muy popular en Francia.
Es un libro fantástico, sin duda, muy sugerente, a medio camino entre la novela y la biografía, un texto muy original.
Sí, la novela describe los últimos años de Ravel, cuando fue tan popular en América, seguidos de una especie de decadencia cuando aparecieron en él los síntomas de una enfermedad neurológica, hasta que fue incapaz de escribir, a pesar de tener en su mente mucha música por desarrollar. De hecho, Ravel no compuso prácticamente nada después del Concierto para la mano izquierda y el Concierto en sol.
Cuando conocí la obra de Lazkano, me pareció tan interesante que la programamos en la primera edición del festival en la que yo tuve implicado, la de 2021. Y ese mismo día, cuando se interpretó, cenando con Ramon y con Jean les dije que deberíamos hacer la ópera completa que tenían en mente. Y de algún modo nos comprometimos todos ahí a estrenarla en 2025, coincidiendo con el 150 aniversario de Ravel. Y aquí estamos (risas).

Finalmente querría dedicar unas líneas también a su propia actividad como pianista. De hecho, usted mismo estará muy presente en esta edición del Festival Ravel, con varios conciertos junto a artistas como Barbara Hannigan y protagonizando una de las citas principales del festival, junto a Philippe Jordan y la Orquesta Nacional de Francia, donde interpretará precisamente el Concierto en sol. ¿Cómo lleva eso de ser el director artístico y también un intérprete destacado de la programación? Imagino que es un reto en toda regla. ¿Qué otros planes tiene en su agenda como solista, para los próximos meses?
Sí, este año en particular va a ser un reto importante estar al frente de la dirección artística y participar en varios conciertos, pero me gusta mucho todo lo que está pasando ahora mismo con el Festival Ravel y estoy feliz con mi implicación a todos los niveles.
Más allá de esto, este verano tengo una agenda bastante relajada, precisamente para atender el festival y para estar cerca de mi familia. De ahí que en julio tenga varios recitales como solista en Francia y conciertos no muy lejos de aquí, como mucho en Luxemburgo, Suiza o Alemania.
En agosto me tomaré dos semanas de descanso con mi familia y después, en Lucerna, tendré ocasión de interpretar el Concierto para piano de Unsuk Chin, una de las partituras más difíciles a las que me he enfrentado.