© Alfonso Rego
Giuseppe Sabbatini: "Ser director de orquesta siempre fue mi verdadera vocación"
Célebre durante décadas por su actividad como tenor, el italiano Giuseppe Sabbatini siempre quiso ser dirección de orquesta, su verdera vocación. En ocasión de su presencia en la temporada lírica de A Coruña, al frente de una nueva producción de La finta semplice de Mozart, conversamos con él para conocer más de cerca su trayectoria a la batuta.
Me gustaría comenzar hablando de la ópera que dirige estos días en la temporada lírica de A Coruña, La finta semplice de Mozart. Es un título ciertamente infrecuente dentro de la producción del genio de Salzburgo. ¿Qué otras óperas de Mozart ha dirigido hasta la fecha?
Para mí esta es la primera vez con La finta semplice, como usted dice no es una obra que se programe demasiado. El libreto no es seguramente el más rico en situaciones dramáticas y teatrales, de modo que el mayor atractivo de la obra recae por descontado en la música. E incluso en ese plano, por lo que se refiere al canto, no hay grandes virtuosismos. Pero no deja de se Mozart y es una partitura que exige saber cantar bien, algo tan simple y tan complejo como eso.
Con anterioridad he dirigido dos o tres sinfonías de Mozart, hice Don Giovanni, Così fan tutte y Le nozze di Figaro y diversas arias de concierto. En mi trabajo como docente en la Academia de la Suntory Hall de Tokio, por ejemplo, dedicamos también mucho espacio a las arias de Mozart e incluso a sus canciones. Yo mismo, en mis años como cantante, hice algunos papeles de Mozart como Don Ottavio en Don Giovanni o el protagonista en Mitridate.
Esta partitura es el trabajo de un jovencísimo Mozart de apenas doce años. Está la tentación de calificar de sencilla la partitura de La finta semplice. Pero, a su juicio, ¿cuáles son los mayores retos que presenta la obra en su ejecución?
Lo cierto es que es una partitura extremadamente compleja y detallada. Como es bien sabido, se trató de un encargo personal del emperador José II y da la impresión de que Mozart quiso poner en la partitura todas sus capacidades creativas. Sí, es la obra de un niño de doce años, pero obviamente Mozart no era un niño normal. A esas edad, Mozart era ya un compositor extraordinario; la partitura es realmente una joya.
Para los cantantes el mayor reto es estilístico. No se trata de una ópera seria sino de una ópera bufa y por tanto hay un aire de ligereza atravesando toda la partitura. Hay que pensar, en todo caso, que la ópera fue vetada en su estreno por la orquesta, que no quería tocar con un director tan joven. El estreno se retrasó así un año, tuvo lugar finalmente en Salzburgo, y en este tiempo Mozart tuvo tiempo de añadir y revisar todo lo que estimó necesario. No olvidemos que este niño prodigio, un año después, iba a escribir su Mitridate, nada más y nada menos.
¿Cómo es la orquesta de Mozart en esta ocasión?
Es una orquesta de cámara, una orquesta de cuerdas, con cuatro vientos: dos flautas, dos oboes, dos fagots y dos trompas. Es un orgánico pequeño.

En Coruña se estrena una nueva producción firmada por Gianmaria Aliverta. Inmersos ya en los ensayos, ¿qué nos puede comentar usted sobre esta nueva propuesta escénica?
No quiero hacer spoiler (risas), pero se trata de un acercamiento muy moderno, basado en la confrontación entre el patriarcado y el matriarcado. Lo más interesante de este título, a mi juicio, es la idea final de que no se consigue nada con la violencia; la violencia solo engendra más violencia, sufrimiento, venganza…
Me gustaría hablar también de su trayectoria como director de orquesta. ¿En qué momento tomó la batuta? Su trayectoria como tenor es bien conocida.
Yo había decidido ser director de orquesta prácticamente desde que entré en el conservatorio como contrabajista, en Santa Cecilia, en Roma. Pero efectivamente no fui directamente hacia ello sino que fui cantante durante muchos años. Yo era bajista de rock y de niño cantaba en un coro de voces blancas. Imagínese… El canto lírico tardó en aparecer en mi trayectoria aunque haya sido lo que más se asocia con mi carrera. Yo estuve seis años formando parte de la Orquesta de la RAI, en Roma.
Y lo cierto es que me hice cantante como una manera de hacerme un nombre para poder ser finalmente director de orquesta, que era mi verdadera vocación desde el principio. Tras diez años de carrera como tenor decidí empezar a estudiar composición en serio, con la idea de retirarme del canto después de otros diez años. Estudié siete año con Luciano Pelossi a Roma al tiempo que seguía con mi carrera internacional como tenor. Por tanto, no es que de un día para otro decidiera dejar de ser tenor y empezar a dirigir orquestas. Yo ejerzo como director de orquesta desde el 2007.
En la actualidad combina, creo, su actividad como director de orquesta con la docencia, especialmente en la ya citada Academia de la Suntory Hall de Tokio.
Sí, así es. Ese es un proyecto muy importante para mí. Es un programa de dos años, totalmente subvencionado para los alumnos que son escogidos en las audiciones. Son ya quince años implicado en este proyecto y el resultado es plenamente visible, con cantantes japoneses que han pasado por la academia y que tienen ya su trayectoria internacional en activo.
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