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Pedro Beriso: "Estoy orgulloso de haber hecho mi propio camino"
Formado en Barcelona, Londres y Zúrich, Pedro Beriso combina una sólida experiencia como pianista, correpetidor y director en teatros y festivales de primer nivel. En 2022 debutó como director de ópera en Amberes, dirigiendo Così fan tutte.
Su proyección internacional se ha consolidado en el Festival de Salzburgo, donde debutó en 2023 como principal vocal coach y continuista en Le nozze di Figaro, junto a la Orquesta Filarmónica de Viena y bajo la batuta de Raphaël Pichon. Desde 2024 regresa allí cada año invitado por Cecilia Bartoli.
Estos días debuta en la KammerOper de Viena dirigiendo L’occasione fa il ladro de Gioachino Rossini, con funciones programadas desde el 23 de septiembre hasta el 14 de octubre de 2025. Todas las funciones se han saldado con gran éxito de crítica y público, con el cartel de sold out en todas las representaciones hasta la fecha.
Comencemos hablando de estas funciones que le tienen ahora Viena. L´occasione fa il ladro no es un título tan habitual en cartel, a decir verdad. ¿Qué nos puede contar de este Rossini?
Sí, Rossini escribió cinco óperas de un acto al principio de su carrera, para un pequeño teatro en Venecia, el San Moisè. En casi todas estas óperas el libreto es lo más débil, teatralmente hablando, excepto por Il signor Bruschino. Si bien la música tiene sus altibajos, ya es un Rossini en pleno desarrollo y hay momentos muy inspirados.
En el caso de L’occasione fa il ladro, aunque hay buena música, lo cierto es que el libreto es complicado, presenta muchas dificultades y ese es el motivo principal por el que este título se hace tan poco. Aquí en Viena tenemos la ventaja de contar con la dirección de escena de Marcos Darbyshire, un gran amigo, y desde el principio tuvimos la idea de trabajar el espectáculo para mejorarlo, teatralmente hablando. Musicalmente también hemos intervenido en algunas cosas, pero sobre todo hemos querido darle más entidad teatral a la obra.
¿Cuál es el problema que presenta el libreto, más exactamente?
Es una historia que apenas tiene interés para el público de hoy en día. Para darle una vuelta de tuerca hemos intervenido en los recitativos, que no son de Rossini dicho sea de paso. Teatralmente hemos visto lo que mejor servía a la comedia y hemos vuelto a escribir la mayoría de los recitativos, que yo mismo acompaño durante las funciones. Los hemos escrito en el estilo de Rossini, obviamente, pero hemos hecho ese trabajo a favor de la teatralidad de la obra. Es curioso porque casi nunca Rossini escribió los recitativos de sus óperas, en contra de lo que pueda pensarse de antemano.
¿Es este su primer Rossini, como director?
Sí, es mi primer Rossini como director. En cualquier caso, como músico mi centro es Mozart y desde ahí es muy fácil llegar a Rossini, sobre todo al Rossini joven, en el que hay mucho de Haydn y de Mozart precisamente. Creo que L´occasione fa il ladro es veinte años posterior a La clemenza di Tito, no hay tanta distancia entre ambas y las cosas en Italia se movían a un ritmo distinto en aquel tiempo.
Rossini por otro lado es uno de mis compositores preferidos, desde siempre. Si amas las voces, y yo mismo fui cantante en su día, es inevitable no sentir admiración por Rossini.
A la vista de su curriculum se advierte en su caso una trayectoria bastante distinta a las que imperan hoy en día, con directores de orquesta jovencísimos debutando al frente de grandes orquestas. En su caso, creo, el periplo ha sido más pausado y desde abajo, conociendo bien los entresijos de la profesión, en todas sus facetas.
Así es, yo estudié dirección de orquesta en la ESMUC, aunque siempre toqué el piano y también estudiaba canto. Cuando tenía unos veinte años me ganaba la vida cantando en coros y acompañando ensayos al piano. Pronto, en aquel tiempo, empecé a hacer trabajos en el Liceu como correpetidor invitado; el jefe de pianistas de la época, Mark Hastings, vio en mi un talento, un potencial profesional y apostó por mí.
En esta profesión necesitas saber de todo un poco. Y en realidad es así como se formaban los directores de antes; hoy en día con la hiperespecialización los correpetidores suelen ser pianistas que luego pasan por un periodo de hacer lied y llegan a la ópera más tarde.
¿Y en qúe momento dejó Barcelona para seguir formándose fuera?
Tras algunos años en Barcelona, Mark Hastings me aconsejó continuar fuera mi formación. Así, hice la National Opera Studio en Londres y la Opera Studio de la Ópera de Zurich. Luego ya conseguí mi primer trabajo como pianista en Amberes, donde estuve siete temporadas.
Al mismo tiempo empecé a trabajar en Glyndebourne durante los veranos, primero como pianista y después me ofrecieron ser senior coach, que es como el jefe del equipo musical que hace también de asistente al maestro pero sobre todo para dar consejos vocales, singularmente con temas de estilo.

Creo que también ha colaborado estrechamente con el Festival de Salzburgo, desde hace ya algunos años, con artistas como Raphaël Pichon o Cecilia Bartoli.
Sí, como le decía estuve compaginando Glyndebourne y Amberes y después empecé a colaborar también con Salzburgo. Me llevó Raphaël Pichon como senior coach para Las bodas de Fígaro en 2023. Allí me conoció Bartoli y desde entonces he ido cada año a trabajar con ella, para sus producciones en Pentecostés y en verano. Para mí es un sueño hecho realidad estar trabajando con una artista con la que estaba fascinado cuando era un adolescente.
Además siempre que estoy allí hago de coach para los jóvenes cantantes, dentro del programa de desarrollo de talento que tienen en Salzburgo.
Su faceta como director va ganando terreno en su agenda, con compromisos como el que le tiene ahora en Viena, en el Theater an der Wien, al frente de una nueva producción de L´occasione fa il ladro de Gioachino Rossini.
Sí, en Amberes tuve ocasión ya de dirigir bastantes proyectos. Todo empezó durante los años de la pandemia; yo era a menudo asistente de otros directores y de vez en cuando alguno enfermaba y yo tenía que sustituirles.
Hice así por ejemplo funciones de Così fan tutte. Aquellos años allí me demostraron que yo tenía una formación y una experiencia que me permitían afrontar esos retos con garantías. Y me confirmó también que estaba haciendo una carrera al viejo estilo, como antes le decía, desde abajo.
Los grandes directores de ópera, gente como Karajan o Solti, aprendieron la profesión así décadas atrás. Estoy orgulloso de haber hecho mi propio camino, un camino que creo además que es mucho más sostenible por así decirlo, porque cuando llega el momento de dirigir te sientes preparado y no hay esa sensación de salto al vacío.
¿Qué otros proyectos tiene a la vista después de estas funciones en Viena?
Este va a ser un año Da Ponte, ya sea en mi faceta de asistente o tocando recitativos. Haré Don Giovanni en Amberes y en Gante; y lo haremos también en Valencia en junio, en el Palau de la Música, con Francesco Corti como director. Más tarde también haré Las bodas de Fígaro en Ámsterdam y en verano volveré a Salzburgo para un título que no puedo aún desvelar. La próxima temporada, dirigiré La Cenerentola con la Nederlanse Reisopera, haciendo un tour por los Paises Bajos. El futuro se dibuja para mí con mucho Mozart y mucho Rossini.
¿No tiene proyectos en España? ¿Sigue costando ser profeta en la propia tierra?
Bueno, los que nos hemos ido fuera a formarnos y a empezar a trabajar, creo que hasta que no tenemos una trayectoria sólida ya hecha y consolidada en el extranjero, no se nos ve de algún modo desde España. La tierra, de algún modo, es para el que se la trabaja y tengo la impresión de que quienes se quedan en España a formarse y a empezar su carrera tienen lógicamente más oportunidades que los que hemos salido fuera y de algún modo tenemos que regresar.
En el mundo de la ópera es todavía más complicado porque los grandes teatros se nutren sobre todo del panorama internacional de artistas. Yo no me arrepiento lo más mínimo de haber salido de España para formarme. Valoro mucho mis años en el Liceu, pero tuve que volar fuera si quería dar un paso más.
En España además lo cierto es que hay relativamente pocos teatros de ópera, a diferencia de lo que sucede en Europa, donde hay una red mucho más extensa. En España hay una serie de grandes teatros de alto nivel, pero falta un nivel medio de teatros regionales que ofrezcan más oportunidades profesionales.

Fotos: © Marcel Lennartz