martens violin

RECUPERANDO CLÁSICOS

Maestros del violín. Frederick H. Martens. Ápeiron Ediciones. Madrid, 2018

Ápeiron Ediciones ha sacado al mercado la traducción de un clásico en bibliografía del estudio del violín. Se trata del volumen donde Frederich H. Martens recopila una serie de entrevistas y conversaciones con grandes violinistas activos en Estados Unidos alrededor de 1919 (año de publicación del libro), aunque alguno, como David Hochstein, hubieran muerto en la I Guerra Mundial, mientras se gestaba la obra, un hecho, el bélico, que indudablemente marca las biografías de muchos de los violinistas. Es una lista amplia (veinticuatro artistas) y en las entrevistas, que muchas veces son monólogos de los violinistas, se tocan gran variedad de temas relacionados con el estudio, la técnica o el desarrollo del violín. Es indudable la influencia europea que existe en el libro. Muchos de los músicos que aparecen tienen sus orígenes en el Viejo Continente, pero también se empieza a intuir el impulso para crear una genuina escuela americana.

En cada entrevista se van abordando aspectos comunes que interesan a Martes especialmente, sobre todo en lo que se refiere a las influencias que ha recibido cada violinista, sus profesores. También la visión que cada uno tiene de la técnica y la manera de enfrentarse a cada repertorio o ya, los más curtidos, de cómo afrontan la docencia. Hay nombres que aparecen frecuentemente: uno es el de Joachim, el violinista amigo de Brahms y que ejerció una enorme influencia sobre toda esta generación que aparece en el libro; el otro es Pablo Sarasate, el virtuoso español que también es una referencia para todos ellos (aunque no sea del gusto de algunos). No se olvida destacar la diferencia entre cuando se trabaja individualmente como concertista y cuando se forma parte de un ensemble, generalmente un cuarteto (casos, por ejemplo de Franz Kneisel o Adolfo Betti). El enfoque es distinto y resulta ilustrativo e interesante los comentarios que surgen sobre estas diferencias.

Me ha resultado curioso que muchos de los violinistas toquen un “Strad”, no porque sea raro sino por esa familiaridad con los famosos Stradivarius. Por cierto que Eddy Brown comenta: “Por lo general toco un “Strad” pero con frecuencia cojo mi hermoso “Guillami”, un viejo violín español, hecho en Barcelona en 1728, con un tono que tiene un inconfundible carácter Stradivarius”. Y otro detalle que sorprende y que sigue siendo actual cien años después es el comentario sobre la única mujer que aparece en la lista, Maud Powell. El autor dice que se le llama “nuestra mujer violinista americana” pero lanza un alegato defendiendo que el sexo nada tiene que ver con las virtudes como músico y que es absurdo este calificativo, terminando con esta acertada frase: “... el arte viene primero y el sexo es algo incidental y Maud Powell, es primero y ante todo, artista”.

Para finalizar este comentario decir que no hubiera estado de más que los editores de Maestros del violín (muy bien traducido por cierto por Alba Ramírez Guijarro y Roberto Vivero) hubieran incorporado un prólogo o introducción que situara al posible lector no iniciado en la historia del instrumento, y que hojea el volumen en la librería, de las intenciones y razones de su publicación, más allá de su próximo centenario o del interés que cuando se lee se descubre.

Foto: Ápeiron ediciones.