Traviata PalauLesArts17 

La gallina de los huevos de oro

Valencia. 23/02/2017. Palau de Les Arts. Verdi: La traviata. Marina Rebeka, Arturo Chacón-Cruz, Plácido Domingo. Dir. de escena: Sofia Coppola. Dir. musical: Ramón Tebar.

La traviata con vestuario de Valentino y con la presencia de Plácido Domingo en cartel. Dicho de otra manera: la gallina de los huevos de oro. Con las localidades agotadas hace tiempo para todas las funciones, el Palau de Les Arts daba en la diana con una propuesta con la que algunos han querido polemizar pero que a decir verdad no ha engañado a nadie. Estrenada la pasada temporada en la Ópera de Roma, esta producción firmada por la cineasta Sofia Coppola y producida por Valentino no ofrece sino lo que cabía esperar, esto es, una producción clásica, literal, poco ambiciosa, con una dirección de actores casi inexistente y que basa toda su fuerza en el carácter de los intérpretes y lo vistoso de la escenografía (Nathan Crowley) y el vestuario (Valentino Garavani). Dentro de esos márgenes, la propuesta funciona. Personalmente no es, ni mucho menos, el tipo de espectáculo que me seduce, pero es un código que parece inútil apostillar a estas alturas. El glamour fotogénico seguramente oculte un espectáculo bastante vacuo, pero me temo que eso ya lo sabíamos antes de que empezase la función. 

La traviata ya se había escenificado en Les Arts hace apenas cuatro años, en el otoño de 2013, entonces en la producción de Willy Decker y con Sonya Yoncheva como protagonista. Marina Rebeka era la protagonista de estas funciones de 2017. La soprano letona ya había cantado en el teatro valenciano en junio de 2010, entonces como Micaela junto a la Carmen de Elina Garanca. No es nada fácil resultar convincente en los tres actos y trasladar la impresión de cantar con facilidad el rol de Violetta y ella lo consigue. Aunque poco incisiva en los recitativos, convence como vocalista con un timbre amplio, esmaltado, brillante y homogéneo, que maneja a placer con una emisión límpida, alta y redonda y una proyección impecable. A esta intachable resolución técnica no corresponde sin embargo una labor tan consistente como actriz, faceta en la que por momentos se antoja más plana y distante.

Gallardo y elegante, con una buena línea de canto, el tenor mexicano Arturo Chacón-Cruz firma un buen Alfredo, más sólido en el centro que en el agudo, donde suena por momentos más tenso, si bien se encaramó con fortuna al agudo que remata su cabaletta. A estas alturas la intervención de Plácido Domingo como Germont sólo suscita admiración, con un timbre aún sumamente reconocible y que corre todavía con facilidad por la sala. Su “Di Provenza” fue el momento más auténtico y caluroso de la velada, con un acento meditado sobre el texto. Domingo incluye por cierto la cabaletta -tantas veces  suprimida- “No, non udrai rimproveri”. Su mera presencia en escena transmite un magnetismo y un carisma que ya no se encuentran.

Ramón Tebar es el principal director invitado del Palau de Les Arts y cada vez que pisa el foso de este teatro confirma el acierto de contar con él en Valencia. Ya lo hizo con Aida la pasada temporada y ha confirmado sus credenciales con esta Traviata de pulso vibrante, lirismo bien medido y atenta labor con las voces, con las que respira y frasea como buen concertador. La Orquesta de la Comunidad Valenciana consigue mantener un nivel prácticamente inédito en nuestro país, con brillantes intervenciones de las maderas en sus pasajes solistas.