Kavakos Jurowski Barcelona21 Meisel

Carácter

Barcelona. 30/11/2021. Palau de la Música Catalana. Obras de Mozart, Brahms y Schubert. Orquesta de la Radio de Berlín. Leonidas Kavakos, violín. Vladimir Jurowski, dirección musical.

Fundada hace casi cien años, en 1923, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín atesora una extraordinaria nómina de batutas a sus espaldas: algunos por breve lapso de tiempo, como Eugene Jochum (1932-1934) o Sergiu Celibidache (1945-1946) y otros como el español Rafael Frühbeck de Burgos (1994-2000) o el veterano Marek Janowski (2002-2016) por periodos más amplios. A esa sobresaliente nómina de batutas se sumó en septiembre de 2017 la del ruso Vladimir Jurowski (Moscú, 1972), ahora también flamante director musical de la Bayerische Staatsoper de Múnich, sucediendo allí a Kirill Petrenko.

La velada en el Palau de la Música Catalana comenzó con una lectura intensa aunque algo ateopellada de la obertura del Don Giovanni mozartiano. Tardó en caldear su sonido aquí la formación berlinesa, con unas maderas algo agrias y una cuerda un tanto árida y deslabazada. Se brindó además la obertura en una versión un tanto extraña, con un arreglo más bien variopinto para el cierre.

Sea como fuere, el plato fuerte de la primera mitad del programa venía dado por el Concierto para violín de Johannes Brahms a manos del célebre Leonidas Kavakos (Atenas, 1967). A sus 54 años, Kavakos va camino de atesorar una trayectoria mayúscula, capaz de defender hoy en día el gran repertorio con el mismo aplomo que en sus días de juventud y deslumbrante virtuosismo. El instrumentista griego ofrece ahora mismo una suma bien aquilatada de madurez interpretativa, seguridad técnica irreprochable y ejemplar conocimiento del repertorio.
 
Su Brahms discurrió por un camino semejante al ya comentado este verano al hilo de su Chaikovski en la Quincena Musical con la Orquesta Nacional de España: emotividad sin excesos, a partir de un fraseo de extraordinaria naturalidad. Kavakos expuso con elegancia los pasajes más cantables y resuelve con insolente y pasmosa facilidad las páginas más intrincadas. En una exhibición de genuino virtuosismo, Kavakos ofreció una imponente ejecución de la cadencia original de Joseph Joachim, para quien Brahms compuso la obra en 1879. En conjunto, una versión de campanillas, con Jurowski y los suyos brindando una respuesta casi a la altura del violinista griego.
 
La tarde se cerró con una espléndida versión de 'La Grande' de Schubert, la D 994, una sinfonía por la que confieso especial predilección. La versión de Jurowski y los suyos fue detalladísima -habrá quien opine que en exceso, pues se respetaron todas las repeticiones prescritas en la partitura, y no son pocas-, paladeada con gusto, de exposición minuciosa. Destacó el maestro ruso por un concepto a la vez apasionado y analítico, sin apresuramientos innecesarios, deleitándose con esta inspiradísima música, cuajada de auténticas joyas melódicas.
 
Hay algo de atinada austeridad en la lectura de Jurowski acerca de este Schubert. Y es que renuncia a un sonido cada vez más brillante y cálido, como galvanizado, al que otras formaciones nos han acostumbrado en torno a la obra sinfónica del vienés, como si su mundo sonoro fuera el de Bruckner. Muy al contrario, aunque sin caer en excesos y amaneramientos, el maestro ruso supo trazar un concepto más próximo al espíritu beethoveniano. Nitidez en la articulación, transparencia en la arquitectura, naturalidad en el fraseo, los contrastes debidos... Jurowski ofreció un Schubert de ideas claras, directo y franco.
 
Así las cosas, en esta 'Grande' de Schubert hubo tensión, belleza, admiración, franqueza... sin ser una lectura especialmente virtuosa o memorable, sin embargo se antojó auténtica. Y ese debiera ser un valor al alza en un contexto en el que la estandarización impera, donde cada vez más orquestas tienden a un mismo sonido y donde cada vez más directores parecen ser intercambiables. No fue el caso de esta velada, con un maestro de escuela rusa genuina y reconocible, a los mandos de una orquesta de sonoridades típicamente centroeuropeas. La formación de la Radio de Berlín, dicho sea de paso, hizo gala de una cuerda muy solvente y compacta, amén de unos metales de indudable eficacia (bellísimo el arranque a placer de la sinfonía, con Jurowski cruzado de brazos). Si acaso las maderas pudieron antojarse algo por detrás en su desempeño, especialmente en una sinfonía, como esta Grande, donde son requeridas de continuo en calidad de solistas.
 

Kavakos Jurowski Barcelona21 Meisel b

 

foto (c) Peter Meisel / RSB