La sonrisa de Victoria
Oviedo. 16/09/2023. Teatro Campoamor. J. Massenet: Manon. Sabina Puértolas (Manon), Celso Albelo (des Grieux), Manel Esteve (Lescaut), Roberto Scandiuzzi (conde des Grieux), Moises Marín (Guillot de Morfontaine), Pablo López (Bretigny), Ana Nebot (Pousette), María Herez (Javotte), Serena Pérez (Rosette) y otros. Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Director: Pablo Moras), Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Emilio Sagi, dirección de escena. Nuno Coelho, dirección musical.
Manon es una de las óperas más relevantes de la música francesa del siglo XIX y, al mismo tiempo, uno de los títulos más ligados al trabajo y arte de Victoria de los Ángeles, soprano catalana nacida el 1 de noviembre de 1923, es decir, hace exactamente cien años. Ella grabó en 1955 una versión de estudio –acompañada de Henry Legay y dirigida por Pierre Monteaux-, grabación que para muchos aun se encuentra insuperada en lo que a la protagonista femenina se refiere.
El 18 de septiembre de 1948 comenzaba la primera temporada operística ovetense y el primer título elegido fue, precisamente, Manon. Los protagonistas fueron Victoria de los Ángeles, Giacinto Prandelli y Manuel Ausensi. Estamos, pues en el 75º aniversario de esa primera temporada. Tenemos, pues, los elementos necesarios que justifican por qué la Ópera de Oviedo ha elegido Manon para dar comienzo a la 76ª edición, una Manon que, no cuesta nada entenderlo, se organizaba en torno a la larga sombra de Victoria de los Ángeles.
Y tengo la sensación de que si ello fuera posible Victoria hubiera sonreído al final de la misma; y ello porque la gran protagonista fue, precisamente, Sabina Puértolas, la soprano navarro-aragonesa que arrasó con una prestación solida y llena de personalidad. Y quiero apuntar que si algo convierte en meritoria su intervención es, sin duda, la capacidad de dotar a un personaje tan anclado en nuestra memoria histórica musical con la voz y las características de la soprano catalana con la suficiente personalidad para construir una muchacha diferenciada. Donde con Victoria de los Ángeles la protagonista es una muchacha angelical, cohibida e inocente sin ser ñoña o zalamera, con Puértolas Manon es una mujer joven, llena de carácter, dominante y valiente. Solo en el momento de la detención en el salón de juego Manon se cae, física y psicológicamente, al adquirir consciencia de sus errores. Hasta entonces ha sido una mujer joven pero audaz, que no ha tenido miedo a nada; y ello lo transmite la soprano con una voz fuerte, densa, con detalles vocales que subrayan el ser una mujer de carácter, que controla y domina todas las situaciones. Es de agradecer que se busquen esas peculiaridades y que podamos vivir otra forma de enfocar un protagonista tan manido como Manon Lescaut.
El público que asistió a la última de las cinco funciones del título de Massenet subrayó su alegría al ovacionar de forma contundente y unánime a Sabina Puértolas, que si hizo dueña de la escena desde su primera aparición. Hubo incluso conatos de petición de bis al finalizar su Profitons bien de la jeuneusse tal era la satisfacción del respetable.
Celso Albelo debutaba el caballero des Grieux; no hace mucho nos hicimos eco de otro debut importante en su carrera artística cual fue el Manrico verdiano y por entonces los parabienes fueron no pocos. Creo que Albelo es una de las voces más seguras y bien proyectadas de los escenarios actuales y este caballero francés –que ganará peso según el tenor moldee en el futuro su interpretación- respondió a estas características aunque percibí ciertas precauciones; y aunque la comparación pueda ser errónea, lo recibí menos seguro que con el papel verdiano. Que nadie entienda esto como una crítica negativa porque Albelo le dio al caballero el empaque suficiente para fusionarse con esa Manon impetuosa y así poder estar a su altura. Algún agudo tímido no empaña lo que fue una noche sobresaliente.
Todo el resto de cantantes fue capaz de coadyuvar a que la función saliera redonda. Manel Esteve es uno de esos cantantes que parece que no está y siempre está, uno de esos que admiro porque sabe hacer todos sus papeles con dignidad, capacidad actoral y estilo adecuados. Roberto Scandiuzzi ha sido uno de los grandes bajos cantantes de finales del siglo pasado y no me cuesta reconocer que hacía tiempo no había oído hablar de él. Ya en los 65, su desgaste vocal es evidente aunque aún tiene la prestancia, el volumen y donaire suficiente para llenar el escenario; eso sí, el trémolo de su voz es obvio y no está para grandes batallas.
El resto de cantantes cumplieron aunque el trío de actrices quedo algo descompensado, sobresaliendo la voz de Ana Nebot. Moisés Marín y Pablo López supieron dar a sus breves papeles un realce infrecuente. Muy bien el coro, sobre todo las voces masculinas que supieron tener relevancia en la escena de Cours-la Reine y digno de aplauso hasta erigirse en verdadero cotriunfador de la noche el trabajo de Nuno Coelho.
La propuesta escénica de Emilio Sagi fue decepcionante; el tono general de la obra es lúgubre, en escasa coherencia con lo que es la apasionada historia de amor de los dos jóvenes, con ese fondo grisáceo que poco ilusiona. Hay cuatro módulos movibles organizados en torno a escaleras que son movidos por trabajadores a vista del público y que llegan a agotar tras los primeros actos. El intento de crear algarabía en la escena de la ópera es mero artificio. Sí quiero subrayar que me pareció interesante la caracterización de Manon en Saint-Sulpice, impetuosa hasta arrebatar parte de la sotana al abad des Grieux. Resultaba muy coherente con la Manon dibujada por la soprano.
Oviedo ha dado comienzo a su nueva temporada y, una vez más, el diseño de la misma es ejemplo de imaginación y valentía. Otros, con más medios, reiteran una y otra vez los esquemas más anquilosados de la ópera y la temporada de Oviedo se convierte en referencia ineludible para quien busca ilusión y originalidad. Además, pocos podrán decir que comenzaron su temporada bajo la sonrisa apacible de toda una estrella.