homenaje V Angeles Liceu23 A.Bofill

Victoria en el Liceu

Barcelona. Gran Teatre del Liceu. Sabina Puértolas, Irene Théorin, Marina Viotti, Maria Agresta, Joyce DiDonato, Sarah Connolly, Louise Alder, Juliana Grigoryan, Fatma Said, Helena Ressurreiçao. Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Julius Drake, piano. Vincent Huguet, dirección de escena. Lucas Macías, dirección musical.

Las propias palabras de Victoria de los Ángeles definiendo su relación con el Gran Teatre del Liceu como un "amor imposible" han fomentado la percepción de una relación escasa que no lo fue en absoluto. Entre 1945 y 1967 cantó en el Liceu todo su repertorio wagneriano (Tannháuser, Lohengrin, Die Meistersinger von Nürnberg), alguno de sus roles emblemáticos (Condesa en Le nozze di Figaro, Mimí en La bohème, Cio-cio-San en Madama Butterfly, Rosina en Il barbiere di Siviglia, la Manon de Massenet con Giuseppe di Stefano en los años de su gloriosa juventud), alguno de ellos en más de una temporada, y también dejó huella de su interés y aplicación por la música antigua con Il combattimento di Tancredi e Clorinda de Monteverdi. Es cierto que luego hubo una larga ausencia que no se rompió hasta 1992 pero los años en que Victoria ofreció su arte al público del Liceu fueron también los años más gloriosos de su carrera operística.

Es por ello que este homenaje, a cargo de la Fundación Victoria de los Ángeles y el propio teatro era necesario y natural. Concebido por Vincent Huguet, el homenaje tiene la forma de un recital centrado en aquellas obras que caracterizaron la carrera de la homenajeada. Ello implicaba una mezcla de ópera y lied que no siempre funcionó muy bien por el hecho acústico evidente de que después de una aria con orquesta los oídos de los oyentes se adaptan. La cosa se podía haber resuelto dedicando al lied una sección al inicio o, ¿porqué no?, aplicar el criterio de que siendo el Liceu un teatro de ópera se limitara el repaso al repertorio operístico. Pero no fue así y ello generó cierta distensión en la segunda parte después de una primera parte que parecía acabar en punta. En cuanto a la puesta en escena, la exhibición de algunos vestidos que la artista usó en sus actuaciones y la proyección de algunos videos personales de la soprano intentaron amenizar con éxito variable la velada.

Las protagonistas del homenaje era una serie de cantantes con cartel, unas más jóvenes, otras ya muy consolidadas, todas ellas participantes en un momento u otro en el festival de canción Life Victoria que organiza la propia Fundación. Junto a ellas el director de orquesta Lucas Macías Navarro al frente de la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu y Julius Drake al piano.

El formato del recital con arias de ópera y canciones sin conexión musical concreta entre ellas (aunque en este caso hubiera una conexión biográfica) es siempre de digestión difícil para el metabolismo del que escribe. Sin embargo hubo algunos momentos que subieron la temperatura. Fue así en todas las apariciones de Marina Viotti (el espiritual "Motherless Child", "Una voce poco fa" del Barbiere di Siviglia y "Près des remparts de Séville" de Carmen), caracterizadas todas ellas por la opulencia vocal y el desparpajo expresivo; las de Sabina Puértolas (un "Damunt de tu només les flors" de Mompou con una fonética más que aceptable y, sobretodo, una escena de Manon brillante que cerró la primera parte generando expectativas no muy realizadas en la segunda parte) y la escena de Otello protagonizada con intensidad y bello fraseo por Maria Agresta, no tan brillante en cambio el "Si, mi chiamano Mimì" de La bohème

La aportación de Julius Drake al piano fue muy solvente, no así el trabajo orquestal dirigido por Lucas Macías Navarro que, si bien fue razonablemente pulcro en Mozart (el "Porgi amor" de Le nozze di Figaro cantado por Louise Alder) y en Rossini (la mencionada "Voce poco fa"), no supo regular las dinámicas en Puccini y ofreció una obertura de Tannhäuser tan desangelada que las posibilidades para Irene Théorin de levantar el ánimo con "Dich, teure Halle!" fueron nulas, lo que dio lugar a una fría ovación para una cantante que se cuenta entre las favoritas del público liceista en los últimos años.

El resto tuvo una calidad variable sin estrépito alguno y al final del espectáculo, en que todas las participantes cantaron juntas la Bachiana brasileira nº5 de Villa-Lobos, se echó de menos el homenaje personal a Victoria mediante la proyección de su fotografía o de algun video de la gran soprano en escena. Todos lo estábamos esperando y hubiera sido el momento de expresar colectivamente el agradecimiento a la artista que, al fin y al cabo, es el objetivo último de un homenaje.

Foto: © A. Bofill