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Libertaria y fronteriza

Barcelona. 09/01/24. Gran Teatre del Liceu: Carmen. Rinat Shaham (Carmen), Leonardo Capalbo (Don José), Jeanine De Bique (Micaela), Eric Green (Escamillo), Jasmine Habersham (Frasquita), Laura Vila (Mercedes), Felipe Bou (Zuniga), Toni Marsol (Moralès), Jan Antem (Dancaire), Carlos Cosías (Remendado). Abdel Aziz El Mountassir (Lilas Pastia), G. Castro (Torero). Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Dir. Coro.: P. Assante. Dir. Musical.: J. Pons. Dir. Esc.: C. Bieito. Reposición: L. Astigarra. Producción del Liceu, Teatro de la Fenice de Venecia, Teatro Regio de Torino y Teatro Massimo de Palermo.

El Liceu saca pecho con la reposición, por tercera vez desde su estreno en septiembre del 2010, de esta producción de Carmen, icónica y mundialmente reconocida. Se cumplen 25 años desde su estreno en el Festival Castell de Peralada, el verano de 1999, con una polémica a la altura de la fama que ha acompañado al siempre estimulante y controvertido Calixto Bieito. Pasados los años y el éxito posterior, se ha convertido en un clásico operístico y un must que es historia viva liceísta.

Es la producción de Carmen más vista y repuesta en el mundo, un título que se mantiene en el top 5 de las óperas más interpretadas en todos los continentes. Esta producción mantiene la fuerza visual, garra escénica y concisión teatral que la han confirmado como un clásico de obligada visión. En esta reposición se ha podido comprobar de nuevo.  La práctica nula escenografía, con un espacio teatral cual arena de una plaza de toros omnipresente, se llena en las escenas con elementos muy visuales y de una fuerza icónica potente: Coches Mercedes de los años 70’, un mástil con bandera española, una cabina de teléfonos o un anuncio a tamaño real del Toro de Osborne. Potentes ingredientes que enmarcan esta obra maestra de las puestas en escena.

Hay que remarcar los magníficos cambios de escena: del coro a la aparición de Escamillo en el cuarto acto; las presentaciones de los personajes principales (Carmen y Don José); o números de la fuerza teatral del coro de la entrada de los toreros, cantado desde la boca del escenario y separados por una simple cuerda del público. Una de las escenas más vibrantes e inolvidables de esta producción, donde no falta ni sobra nada. La fuerza visual de la España fronteriza, de una ciudad como Ceuta, con el colorido setentero de una moda buscadamente hortera, en contraste con el verde militar-legión (magnifico trabajo de Mercè Paloma), una paleta que remite al cine almodovariano y al imaginario de Rafael Azcona. 

La inteligencia y mesura del escenógrafo Alfons Flores, quien en sus propias palabras define que “esta escenografía se construye con la acción dramática”. Y last but not least, la cinematográfica y teatral iluminación de Alberto Rodriguez Vega, jugando con los faros de los coches o con la luz de la luna, con ese desnudo integral del torero pasando capotes con el más puro perfume lorquiano.

Cuando una producción supone este cenit teatral, la versión instrumental y vocal ha de estar a la altura de reto, y aquí las cosas fueron por otros derroteros. El trabajo del maestro Josep Pons fue fiel a su estilo, depurado, de dinámicas claras y remarcando la sofisticada orquestación de Bizet. Pero esa búsqueda constante del preciosismo en la partitura produjo menoscabo de la respiración dramática en los solistas. Unos tempi contratantes, ora frenéticos (preludio del inicio de la ópera), ora de una lentitud pesante (escena de las cartas) distanciaron el foso de los cantantes. Los solistas debieron buscar en su propia idiosincrasia vocal la fuerza telúrica y vital que los impulsa durante toda la ópera. 

La orquesta rindió a un gran nivel, con una cuerdas expresivas, unos vientos-maderas y metales de grandes solos: flauta, clarinete, corno inglés trombones…en una interpretación general donde reinó un sonido fresco y fluido. El coro tuvo una actuación correcta, con una entrega teatral más que remarcable en una producción muy demandante a nivel colectivo. Efectivo VEUS-Cor Infantil Amics de la Unió, dirigidos por Josep Vila Jover.

Entre los solistas, la mezzo israelí Rinat Shaham, en sustitución en todas las funciones del reparto alternativo de una indispuesta por enfermedad, Varduhi Abrahamyan, debutó en Barcelona el que ha sido su rol emblema de los escenarios internacionales. La mezzo, afincada en Barcelona, ha cantado este rol durante más de viente años de su carrera y demostró el porqué con una adecuación vocal y estilística impecables. El hecho de no haber podido ensayar en una producción donde la dirección de actores es fundamental, seguramente le restó química con el resto de compañeros, pero lo supo equilibrar con una interpretación integral de una notable implicación física. Dominó la tesitura anteponiendo la elegancia de la emisión, al efectismo vocal, cuidó con esmero la linea de canto y dosificó un rol extenuarte con inteligencia de medios. Pero sobretodo, supo plasmar la libertad vital que transmite Carmen, una libertad quimérica que la lleva a la muerte.

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Por su parte el tenor estadounidense Leonardo Capalbo fue un Don José efectivo, merced a un timbre que gana presencia en el tercio agudo, seguro y sonoro. La colocación de la voz es irregular y cambia el sonido según la posición, pero supo imprimir una solvente interpretación gracias a un notable porte como actor, acentuando el machismo latente del personaje.

El barítono Eric Greene, debut en el Liceu, pareció estar constantemente desbordado en lo que se antoja un claro error de repertorio. Con una dicción ininteligible, un estilo errático y un instrumento que no respondió con el rango de la tesitura de Escamillo, falto de graves y tirante en los agudos. Tampoco convenció por carácter, pareció salido del Bronx de N.Y. en vez de la originaria Granada de donde procede el torero andaluz.

En contraste, triunfó el debut escénico liceista de la soprano Jeanine De Bique. Cálidez en el fraseo, emotividad lírica y un atractivo timbre satinado, hicieron de su Micaela que fuera la cantante más aplaudida y valorada por el público.

Magnífico equipo de secundarios. Empezando por el tándem de la mezzo catalana Laura Vila (Mercedes) y la soprano estadounidense, debutante en el Liceu, Jasmine Habersham. Ambas rubricaron el ser excelentes actrices y llenar vocalmente sus particellas con elegancia, presencia vocal y estilo.

Otro tanto se pude decir del Dancaire, del joven y también debutante en el escenario liceista, el barítono barcelonés Jan Antem. Una voz de timbre terso, con gran soltura escénica, fogueado en los teatros de Italia donde ha debutado ya roles como Schaunard de La Bohème o el Belcore donizzetiano. De gran complicidad también el tenor Carlos Cosías como empático Remendado. Los cinco cumplieron con el siempre exigente y complejo quinteto con la efectiva Carmen de Shaham. 

Destacó por la idiosincrasia actoral y vocal, de un personaje lascivo y chulesco, el Moralès del barítono Toni Marsol. En alter-ego, el Zuniga de Felipe Bou, mucho más austero y seco. Con suficiente duende el actor magrebí Abdel Aziz El Moustassir como Lilas Pastia.

Una producción que ha cumplido un cuarto de siglo de vida y que se ha convertido en una de las mejores cartas de presentación de las producciones con la firma del Liceu del siglo XXI.

Fotos: © David Ruano