Una propuesta sobresaliente

Dresde. 09/05/2024. Kulturpalast. Dresden Musik Festspiele. Wagner: Die Walküre. Dresdner Festspielorchester. Concerto Köln. Sarah Wegener (Sieglinde). Maximilian Schmitt (Siegmund). Simon Bailey (Wotan). Åsa Jäger (Brünnhilde). Tobias Kehrer (Hunding). Claude Eichenberger (Fricka) y otros. Kent Nagano, dirección musical.

El Festival de Música de Dresde (Dresdner Musikfestspiele) parece decidido a reivindicarse como una cita ineludible de la primavera musical europea. Si el año pasado pude asistir a dos citas de primer nivel, una de ellas con el veterano Herbert Blomstedt y la descollante María Dueñas, este año la programación se abría con dos jornadas de indudable pujanza e interés: Die Walküre a las órdenes de Kent Nagano, con instrumentos y criterios historicistas; y la Quinta sinfonía de Bruckner con la Orquesta del Concertgebouw y Klaus Mäkelä.

Esta Walküre tiene su origen en el proyecto que Kent Nagano y el Concerto Köln se habían planteado desarrollar allá por el verano de 2017 y que terminó por arrancar en 2021 con Das Rheingold. El proyecto es ambicioso y exigente; el responsable artístico del festival de Dresde, el violonchelista Jan Vogler, me confesaba que poner en pie la Tetralogía rozaba los diez millones de euros de presupuesto, sumando cachés de artistas, trabajos de investigación musicológica y diversos gastos de infraestructura durante las giras (viajes, hoteles, dietas, etc.). Son cifras de vértigo y de ahí que Nagano acudiera al Dresden Musikfestspiele en busca de respaldo, dada la envergadura del proyecto. El resultado no ha podido ser mejor, contando para ello con la propia orquesta del festival, debidamente complementada por solistas del citado Concerto Köln.

El resultado no ha podido ser más sugestivo y convincente. En primer lugar por la eficacia de Nagano a la batuta. Maestro de una seriedad abrumadora, dirigió con aplomo, rehuyendo lo ampuloso y rimbombante, pero fraseando convenientemente y dejando respirar a los cantantes, a los que se percibió cómodos y relajados ante el reto de dar vida a semejante partitura con la gigantesca orquesta wagneriana a sus espaldas. Nagano encontró un tono narrativo y puntualmente vibrante, ideal para desentrañar la riqueza de una obra inspiradísima. 

Desde el punto de vista de los criterios históricamente informados, y amén de la debida afinación a 432Hz, la propuesta sobresale por una atención especial al texto y a la contención del brillo y del vibrato. El resultado no es ni mucho menos opaco o apagado. En términos orquestales, todo suena más fluido y menos forzado; como si no hicera falta tanto brillo y tanta tensión para llegar a los mismos resultados, con el añadido de encontrar un color más equilibrado y grato entre las secciones orquestales, dejando más espacio a las maderas para expresarse y destacar. 

wagnerwalkueremusikfestspiele384.JPG

El reparto reunido no fue menos interesante, con un elenco cuajado de artistas experimentados como Simon Bailey o Sarah Wegener junto a otras voces incipientes como la de la soprano sueca Åsa Jäger, una Brünnhilde a seguir de cerca. En este sentido, la mayor sorpresa vino de la mano de la citada Sarah Wegener, una intérprete con una notable trayectoria a sus espaldas, que afrontaba aquí su primer Sieglinde y a quien cuento ya entre las mejores intérpretes que he podido escuchar en este rol. Qué manera de decir y sentir el texto, que mezcla tan sensacional de naturalidad y magnetismo; estuvo realmente fantástica, con un instrumento proyectado con vibrante sonoridad. Luminosa, frágil, carnosa... Lo tuvo todo. Brava.

Muy meritorio asimismo el Siegmund de Maximilian Schmitt, un cantante forjado en Mozart y en Weber y que aportó lirismo y naturalidad, con un heroísmo bien entendido, sin cargar las tintas, sin oscurecer el timbre ni vociferar. Un Siegmund realmente juvenil y poético, más ardoroso que heroico. Ambos cantantes, por cierto, Wegener y Schmitt, podrán escucharse en Madrid próximamente, en la Missa Solemnis de Beethoven con la que Orquesta y Coro Nacionales de España podrán el broche a la presente temporada.  

wagnerwalkueremusikfestspiele331.JPG

El Wotan de Simon Bailey me recordó, tímbricamente hablando, al James Morris de sus mejores días. Y me explico: el timbre tiene mucha personalidad, no gustará a todo el mundo, pero es muy expresivo. Y Bailey canta con aplomo y seguridad indudables, haciendo gala de una resistencia vocal envidiable. Llegó en plena forma a los adioses y dejó guiños de gran cantante en el fraseo, alternando escenas de gran sarcasmo con otras de honda humanidad, muy contrastado además en sus diversas intervenciones, bien fuera con Fricka o bien con Brünhilde, en la antípodas pues del típico Wotan vociferante de un solo trazo al que otros colegas suyos nos han acostumbrado últimamente.

Como antes apuntaba, la joven soprano sueca Åsa Jäger se hizo cargo del rol de Brünnhilde, exhibiendo un instrumento grande y bien timbrado, algo destemplado a veces en el tercio agudo, pero de indudable pujanza e interés. Cantó con un arrojo siempre grato y bienvenido, especialmente creíble en su desafío a las órdenes de Wotan. El brillo y el metal de su voz encuentran un despliegue muy generoso y lírico en algunas notas agudas, en contraste con otras donde la voz parece más velada y dubitativa. En todo caso, ya digo, una cantante a seguir de cerca, pues no abundan las voces capaces de hacer justicia a este rol. 

wagnerwalkueremusikfestspiele371.JPG

Fantástico también el Hunding del joven cantante Tobias Kehrer, debidamente rudo pero nunca grotesco, haciendo gala de un instrumento poderoso y amplio, realmente sonoro y oscuro. No se quedó atrás tampoco la Fricka de Claude Eichenberger, cantante bregada en las temporadas del interior de Alemania y que ofreció el perfil típico de muchos cantantes que pueden encontrarse por estas latitudes: un instrumento importante, un arrojo escénico indudable y un conocimiento del repertorio a prueba de bombas. E intachable, por último, el equipo de Valquirias conformado por Chelsea Zurflüh, Natalie Karl, Ulrike Malotta, Jasmin Etminan, Karola Sophia Schmid, Ida Aldrian, Eva Vogel y Marie-Luise Dressen. Voces muy diversas, por color y por empaque, entre las que destacaría quizá la sonoridad de Chelsea Zurflüh, una cantante vinculada hoy en día al Opernstudio de la Ópera de Zúrich.

wagnerwalkueremusikfestspiele334.JPG

A pesar de tratarse de una versión en concierto, fue debidamente dramatizada, aprovechando el escenario del Kulturpalast de Dresde y recurriendo a mínimos elementos de atrezzo como la lanza de Wotan. A la postre, dada la credibilidad de la versión musical, dada su fluidez y su cauce narrativo, no echamos de menos la ausencia de una puesta en escena propiamente dicha, como si la propia música de Wagner se bastase para crear la ilusión de cuanto sucede en el libreto. En este sentido, por cierto, sería bueno quizá dar relieve a las propias acotaciones escénicas que Wagner incluye en su libreto, para redondear la aproximación historicista a la cuestión.

Hay que reconocer a Nagano y a Vogler la valentía y el convencimiento con el que han llevado a término esta apuesta por el primer Anillo de Wagner desarrollado con criterios historicistas. Dada la indudable apertura de miras del Festival de Bayreuth hoy en día, ¿por qué no plantearlo también allí? ¿Acaso algo puede tener más sentido que interpretar la música de Wagner con criterios históricos precisamente en el teatro que el mismo compositor concibió para ella?

El proyecto 'The Wagner Cycles – a project by Dresdner Musikfestspiele' tendrá su continuidad en 2025 con Siegfried y en 2026 con Götterdämmerung, siempre con Kent Nagano al frente.

Fotos: © Oliver Killig