www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_050.jpg© Sergi Panizo 

Gloria all’Egitto

Barcelona. 19/10/2025. Gran Teatre del Liceu. Akhnaten. Philip Glass. Anthony Roth Costanzo (Akhnaten), Rihab Chaleb (Nefertiti), Katerina Estrada Tretyakova (Reina Tye), Joan Martín-Royo (General Horembab), Toni Marsol (Aye), José Manuel Montero (Gran sacerdote de Amón), Zachary James (Amenhotep/Escriba), Alba Valdivieso (Bekataten), Carmen Buendía (Meretaten), Mar Esteve (Maketaten), Carol García (Akhesenpaaten), Marina Pinchuk (Neferneferuaten), Anna Tobella (Sotonpenre). Cor i Orquestra del Gran Teatre del Liceu. Phelim McDermott, dirección de escena. Karen Kamensek, dirección musical.

El estreno de Einstein on the beach en el Festival d’Avignon el verano de 1976 supuso un punto de inflexión en el teatro musical contemporáneo. Aquella mítica colaboración entre Philip Glass y el recientemente desaparecido Bob Wilson introducía, por primera vez y por la puerta grande, el movimiento minimalista americano en el panorama operístico occidental. La partitura, que desarrollaba el carácter repetitivo característico del compositor, así como una puesta en escena que ahondaba en un simbolismo gestual en el que el contraste entre quietud y movimiento encontraban tensión permanente, abrieron las puertas a un nuevo lenguaje expresivo con códigos propios. Pese a su heterodoxia, aquella propuesta estaba ya lejos de la radicalidad del minimalismo inicial de La Monte Young, Terry Riley e incluso de la versión marcadamente urbana de Steve Reich que surgieron de una oposición frontal a las vanguardias europeas focalizadas en la Escuela de Darmstadt entronizada por Theodor Adorno. En ese sentido, Glass se convertiría en la figura que popularizó (incluso comercializó a través del cine) la estética musical minimalista y abrió las puertas a la evolución operística de ese lenguaje a una nueva generación encabezada por John Adams. El Anthony and Cleopatra de este último, también de temática egipcia pero que parte de un tratamiento historicista alejado del simbolismo de Glass, se pudo ver recientemente en el Liceu y representa a la perfección un minimalismo 3.0 al que no se le caen los anillos para combinar esa base repetitiva con elementos del melodrama operístico tradicional.

www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_025.jpg

No es el caso de Akhnaten, que con su estreno en Stuttgart en 1984 completaba la trilogía glassiana iniciada por Einstein on the beach (ciencia), continuada por Satyagraha (política) y completada por este Akhnaten que, a través de la figura del legendario faraón, se centra en la adopción del monoteísmo en el Imperio egipcio. Glass y sus colaboradores despliegan este momento trascendental de la historia de la humanidad a través de escenas significativas de ese proceso representado en cuadros estáticos animados por la dinámica musical característica del compositor. En ese sentido, la propuesta de Glass los dos primeros actos funcionan como un reloj mientras que el tercero, en el que el concepto lineal se diluye para ofrecer una perspectiva contemporánea un tanto nihilista, o al menos reflexiva sobre la levedad del ser, plantea algunas dudas y ciertas incoherencias. Se podría decir que el compositor de Baltimore construye un edificio sonoro y dramático muy coherente, pero encuentra dificultades dramatúrgicas para rematar el mensaje final.

www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_029.jpg

Dejando a parte esas objeciones, el espectáculo y la dinámica hipnótica de la música de Glass se impusieron rotundamente en la primera representación de Akhnaten en el Liceu. El silencio absoluto durante la función (ya sabemos de lo que hablamos) en un teatro prácticamente lleno que saludó con entusiastas ovaciones el final de cada acto resultaron, en ese sentido, especialmente significativas. A ello contribuyó, sin duda, el experimentado trabajo de la directora Karen Kamensek que fue capaz de mantener en todo momento la tensión de una Orquestra del Gran Teatre del Liceu entregada que rindió a altísimo nivel. Mención especial para la sección de metales, siempre jugando al borde del abismo, y una percusión que, pese a la exigencia de la partitura, disfrutó e hizo disfrutar de lo lindo al personal. También el Cor del Gran Teatre del Liceu se lució, firmando una de las mejores prestaciones de los últimos años.

www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_046_v1.jpg

No cabe de duda de que esta composición no habría conectado con el público como lo hizo sin el excepcional trabajo escénico liderado por Phelim McDermott. El director inglés parte claramente de los planteamientos de Bob Wilson en cuanto al elemento simbólico y movimiento actoral para llevarlos a una dimensión más humana. La plasmación visual de cada cuadro fue de tal detallismo, fuerza poética y dramática, que uno no puede sino rendirse a una propuesta global que combina una mirada propia con referencias a la estética del movimiento perpetuo de Bob Wilson, especialmente en el espectacular trabajo de la compañía de malabares Gandini Juggling que puntúa el desarrollo y la dinámica interna de toda la producción. Una producción que no sería lo mismo sin la presencia excepcional de Anthony Roth Costanzo en el rol protagonista. El contratenor americano hace una auténtica creación de ese faraón hermafrodita, especialmente por carisma y capacidad escénica. El compromiso artístico que muestra en todo momento, así como su identificación con el personaje, se imponen a una vocalidad poco ortodoxa, pero de una visceralidad admirable. Se trata, en cualquier caso, de una encarnación de las que marcan, de manera indefectible, la historia interpretativa de un personaje.

www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_021.jpg

A su lado brilló el suntuoso timbre de Rihab Chaleb, mezzo que apunta alto, y una excepcional Katerina Estrada Tretyakova. La particular escritura vocal de Glass plantea dificultades singulares a los cantantes, obligándolos a repetir frases cortas en una tesitura incómoda. Es el caso del dúo entre Akhnaten y la Reina Tye que obligó a Tetryakova a una exhibición de control diafragmático que la soprano resolvió de manera excepcional. Notable el trío masculino formado por Joan Martín-Royo, Toni Marsol y un José Manuel Montero que tuvo que lidiar con un solo que le planteó obvias dificultades. El cuadro femenino formado por Alba Valdivieso, Carmen Buendía, Mar Esteve, Carol García, Marina Pinchuk y Anna Tobella mantuvo el buen nivel de una función dominada por ese extraordinario actor que es Zachary James. Sin su superlativa presencia y punzante declamación este gran espectáculo nunca hubiese alcanzado las cotas de calidad que, sin duda, logró. Que una ópera compuesta hace menos de cincuenta años logre el éxito logrado por este Akhnaten constituye uno de esos logros que a uno le convence, una vez más, de que la ópera es un género tan vigente y catártico como apuntaba en aquel afortunado día en el que se creó.

www-sergipanizo-cat_251010_akhnaten_a_018.jpg

Fotos: © Sergi Panizo