Savall Liceu Bofill

 

El primer Teuzzone del Liceu

Barcelona. 24/02/2017. Gran Teatre del Liceu. Vivaldi: Teuzzone. Paolo López (Teuzzone); Marta Fumagalli (Zidiana); Sonia Prina (Zelinda); Furio Zanasi (Sivenio); Roberta Mameli (Cino); Aurelio Schiavoni (Egaro); Carlo Allemano (Troncone / Argonte). Le Concert des Nations. Dirección musical: Jordi Savall. Versión concierto y estreno en España.

Ha pasado discretamente la llegada al Liceu de esta ópera de Vivaldi, a cerca de trescientos años de su estreno y en los ciento setenta de la historia de nuestro teatro, que ha vivido completamente de espaldas al repertorio barroco. Es cierto que el Liceu fue construido con vistas a servir de marco a la Grand opéra que por entonces (1847) se estilaba en Francia gracias a la grandilocuencia meyerbeeriana y el sentido de la grandeur francesa, pero el problema está en que cuando llega finalmente un título vivaldiano (y no de los más conocidos) al Liceu se le asigna un lugar modesto, con dos únicas funciones y, por supuesto, en versión de concierto.

Después de los desaguisados de muchas direcciones escénicas, hay un sector de público que profesa preferir estas versiones sin su aspecto teatral, pero esto es un grave error, que contradice la misma base de la ópera, que es, ante todo, teatro musical, y en este caso, además, más grave porque Teuzzone es una obra vivaldiana situada en una exótica China remota y una dirección escénica imaginativa (digo imaginativa) hubiera podido crear un espectáculo atractivo servido por una música brillante en manos de un director de alta calidad como Jordi Savall y un equipo instrumental de alto nivel como lo es su formación Le Concert des Nations. No; se ha tratado de salir del paso de un modo baratito, haciendo entrar a Vivaldi por la puerta de atrás, para que conste poco el gran desajuste entre su programación y su realización.

Digamos, por otro lado, que este tipo de opera barroca, musicalmente tan atractivo, adolece de unos argumentos insostenible, con amores “de quita y pon” en los que no creen ni los mismos intérpretes. Pero precisamente por esto, si no tenemos una base visual de la ópera que presenciamos, la sesión se reduce a una serie de arias cosidas entre sí por unos recitativos –no tan monótonos como los del siglo XIX-. Curiosas las introducciones musicales exóticas añadidas por dos instrumentistas chinas junto a Le Concert des Nations antes de empezar cada una de las dos partes del espectáculo.

Aun así, pues, el resultado ha sido francamente bueno, por la calidad de los intérpretes (sobre todo los personajes femeninos) y por la amorosa cobertura de la dirección de Savall, que ha dotado a Vivaldi de una pátina de elegancia y buen gusto que no siempre hallamos en las versiones que de este compositor circulan. Señalemos especialmente la belleza del canto, en su relativamente breve papel, de Sonia Prina, en el papel de Zelinda, y el sonido compacto y intenso de Marta Fumagalli y Roberta Mameli. Casi todos los intérpretes (salvo Sonia Prina y Furio Zanasi) debutaban en el Liceu.