malquerida canal 1

El Nobel como garantía… o no.

Madrid. 28/02/17. Teatros del Canal. Penella: La malquerida. Cristina Faus (Raimunda). César San Martín (Esteban). Sonia de Munck (Acacia). Alejandro del Cerro (Norberto). Gerardo López (Rufino). Sandra Ferrández (Benita). Pedro Bachura (El Rubio). Orquesta Sinfónica y Coro Verum. Manuel Coves, director musical. Emilio López, director de escena.

En los últimos años, siempre la misma polémica: “Murakami!?, Auster!?... ¿ ¿¡Dylan!!???? En demasiadas ocasiones el Premio Nobel de Literatura se vuelve tan insustancial como sus galardonados… Lo de 1922, quizá peque yo de reaccionario (o más bien de todo lo contrario), tuvo que ser de órdago, al menos desde la seguridad del tiempo pasado. Benavente el acomodado, el burgués, el del teatro para las altas esferas, se hacía con la distinción. Un hombre anodino, que siempre terminaba comiendo al lado del fuego que más calentaba y que no se cansaba de afirmar aquello de “el teatro no puede ser otra cosa que un espectáculo para las clases acomodadas, poco dispuestas a dejarse dirigir ni educar”. Y eso frente a toda una pléyade de ilustres del 98, frente a Galdós, Valle Inclán, Machado o Unamuno. Había que tenerlos cuadrados. Los suecos digo… o Benavente también, quien, a pesar de todo, entre sus cientos de obras, nos dejó un título de lo más elocuente para el mundo de la clásica: Los intereses creados.

En los Teatro del Canal se recupera ahora otra obra de Benavente, llevada por Manuel Penella a la zarzuela: La malquerida. Una historia rural que peca de los peores rasgos del autor: argumento de folletín y drama plano y estirado, sin apenas evolución y con acción elemental fuera de escena. Levantar esto, vaya por delante, debe ser complicado. Pero la ocasión, musicada por el compositor valenciano, merecía la pena. Bienvenidas sean este tipo de recuperaciones. Y quizá por ello, sumando pues el hecho de que la zarzuela de Penella llevaba desde 1935 (su estreno) sin subirse a escena, Emilio López haya querido presentar una escena sin vueltas ni revueltas, un tanto en la máxima de “si se entiende es que está bien hecho”. Un escenario giratorio (que parece algo pequeño para Les Arts, aquí en coproducción) de ambientación mejicana simple, bien firmada, que choca en ocasiones con el libreto, va presentando las diferentes escenas, imaginadas por Nathalie Deana, donde transcurre este drama. Presenciamos algún detalle en la dirección de escena que llama la atención: como tiros por la izquierda y muertos por la derecha y alguna otra particularidad que dejan la sensación de espectáculo no cerrado, no redondeado del todo.

La escena, y la música, fueron agrandadas por la presencia casi continuada sobre el escenario de la mezzosoprano valenciana Cristina Faus en el papel de Raimunda, la madre, viuda y esposa traicionada. Un lujo de voz y de actriz. Con ella destacaron también el barítono César San Martín y la soprano Sonia de Munck, ambos realmente acertados en lo vocal, a pesar de que la segunda no cuente con un momento en la partitura para su verdadero lucimiento.
   Alejandro del Cerro como Norberto lució más a medida que avanzó la función y Gerardo López y Sandra Ferrández fueron muy aplaudidos como contrapunto cómico del drama. Un contrapunto que, a pesar de su buen hacer, sobra de cualquier modo en la obra.

Finalmente, Manuel Coves consiguió que la Sinfónica Verum, formación aún con más carencias que garantías y a la que no ayudó la deficiente acústica de la sala (tampoco a los cantantes) sonara mínimamente aceptable, sin terminar de hacer justicia a la acertada rúbrica de Penella, que dibuja cautivadores momentos como el dúo final entre mezzosoprano y barítono, la serranilla inicial de este, la romanza de aquella o la copla que sirve de leitmotiv durante toda la obra.

En el Canal se ha intentado poner las mejores intenciones para logar el éxito de la receta. Sobre el escenario se cumplió. En los atriles se cumplió. Cumplió con creces Penella en la partitura. El próximo Nobel, a un youtuber.

Foto: Teatros del Canal.