Y mi gracia letona lo va dicendo...
Madrid, 11/03/2018. Teatro de la Zarzuela. Elina Garanca. Andeka Gorrotxategi. Obras de F. Asenjo Barbieri, G. Bizet, R. Chapí, T. Bretón, M. Fernández Caballero, G. Giménez, P. Luna, M. de Falla, F. Moreno Torroba y J. Guridi. Orquesta y Coro del teatro de la Zarzuela. Karel Mark Chichon, Dirección musical.
Todo el público de la sala en pie defendiendo lo que es suyo. La zarzuela como género, y también como teatro, ante las recientes sombras de privatización que sugieren las noticias de los últimos días. Era la respuesta al emotivo discurso final del concierto de Elīna Garanča, y su marido el director Karel Mark Chichon: “Nosotros llevamos la zarzuela allí por dónde vamos, es una música única… igual que lo es ese teatro, que debe seguir siendo público y accesible”. Así estaba a punto de acabar una noche repleta de calidad y emociones, donde lo más auténtico de nuestro espíritu español nos llegaba por obra y gracia de una letona.
La primera parte estuvo dedicada en exclusiva a Carmen que, aunque en origen no sea una zarzuela, bien se le parece por temática y estructura. Garanča hace ya tiempo que ha demostrado que domina este papel, pero el público madrileño solo ahora ha tenido la oportunidad de comprobarlo en directo. La técnica vocal es exquisita, inmensa, superlativa, es difícil en su caso no abusar de los adjetivos elogiosos. Tras una primera pieza que demostraba que había salido con la voz preparada para todo desde el primer minuto, la “Habanera” ya nos conquistó. Encarnó una Carmen sensual, pero altiva, centrada en sí misma; alguien que si seduce y enamora es por lo mucho que se conoce y se quiere. Sus preciosas notas largas hacían entrar en resonancia a los cuerpos de la sala, físicamente. Lo legítimamente español empezaba a desplegarse a través de la cigarrera, con todos los registros que el papel exige. Normalmente, a los cantantes les toca elegir entre tener voces amplias y poderosas, o ágiles y brillantes. A la letona le ha tocado la lotería por partida doble como demostró en las coloraturas de la “Canción bohemia”, impecables y espectaculares -imposible no recordar su Éboli en este momento-, ejecutadas con la seguridad y la sonrisa picarona de quién tan solo necesita mover la comisura de la boca para asombrar con una floritura. Descubrimos que Carmen no necesita decorados ni compañeros de reparto y, además, puede ser rubia.
A la orquesta del teatro de la Zarzuela en manos de Chichon no le interesaban las sutilezas esta noche, más bien crear una ambiente festivo y alegre a base de decibelios, percusión y unos acentos celebratorios. Los mismos que mostró el coro cuando hizo su aparición para la segunda parte, ya completamente enfocada en la zarzuela. Garanča siguió haciendo gala de color oscuro pero limpio y de proyección impecable, ahora adornada con dosis de gracejo, siempre en su justa medida. Y en esto reside su éxito con este repertorio, en evitar lo folclórico-esperpéntico y en acercarse a las piezas con el cuidado de quien sabe que no son del todo suyas. “Cuando se está tan hondo” de El barquillero tomó tintes de verismo patrio, y el “De España vengo” combinó un punto de arrogancia con algo de tragedia. Un poco de drama antes de que prosiguiera el festival de luces y salero en los bises.
Al tenor Andeka Gorrotxategi le ha tocado el papelón de acompañar a semejante figura, y sale bien parado de la ocasión. Le funcionó una teatralidad algo exagerada pero simpática para El dúo de la La africana. Tiene una voz potente, empujada al máximo a través de la gola en esta velada para no quedarse atrás. Lo poco que adivinamos de sus medias voces y algunos agudos ejecutados con más soltura nos dejaron con ganas de volverle a escuchar.
Las "Carceleras”, la jota de La Dolores -como lo oyen- y un “Granada” de tintes épicos finalizaron la noche con la que el Teatro de la Zarzuela recibía por fin a una de las mejores embajadoras del género. Llevamos toda nuestra historia intentando internacionalizar nuestra música lírica más propia. Pero seamos sinceros, a pesar de los esfuerzos de tantos grandes -Caballé, Domingo, De los Ángeles…- la tarea sigue incompleta. Con la ayuda de esta letona irrepetible, que tan excelentemente defiende nuestras piezas por todo el mundo, quizá podremos conseguirlo.