LiebesverbotReal

Pecados de juventud

Madrid. 22/02/2016. Teatro Real. Wagner: Das Liebesverbot. Christopher Maltman (Friedrich), Peter Lodahl (Luzio), Ilker Arcayürek (Claudio), Manuela Uhl (Isabella), María Miró (Mariana), Ante Jerkunica (Brighella), María Hinojosa (Dorella), Isaac Galán (Danieli), Francisco Vas (Pontio Pilato), David Alegret (Antonio), David Jerusalem (Angelo).

Está fuera de toda duda el interés artístico de recuperar una obra infrecuente como Das Liebesverbot, pero no es menos cierto que por algo el propio Wagner renegó de ella y los grandes teatros nunca la han incorporado a su repertorio. Será un sacrilegio decirlo, pero por mucho que Wagner y el Shakespeare de Measure for Measure estén detrás de esta obra, su libreto tiene a día de hoy muy poca consistencia y un interés dramático tendente a la baja. Tampoco su tono de comedia ha envejecido bien, al menos presentado con los mimbres los que Kasper Holten ha recurrido en esta nueva producción. 

Es cierto que hay en la música de Wagner una mezcla sugerente entre el universo belcantista de un Donizetti o un Bellini y todo el hilo musical que se venía tejiendo en torno al Singspiel, con Weber como punto álgido de su evolución, a la que Wagner se sumaría después de algún modo para dar lugar a sus primeros grandes éxitos como Lohengrin o Tannhäuser, obras que tienen ciertamente algo que ver con esta Das Liebesverbot, en la que se escuchan no pocos ecos de lo que vendrá después. Por escucharse, se escucha hasta el llamado “Amén de Dresde” que será motivo central en Parsifal y hay en todos los personajes, como in nuce, apuntes en relación con algunas partes vocales del Anillo, y se nos muestran ya varios temas fundamentales del universo wagneriano (el juicio, la pureza, la prohibición, la traición…). Además, se presentaba en esta ocasión, y con tino, una versión musical convenientemente podada y editada por Ivor Bolton, que deja la obra en una duración de dos horas y media, lejos de las casi cuatro horas que comprende el original, cuajado de repeticiones de varios de los números. 

Así las cosas, la mayor decepción recae en la producción de Kasper Holten, que concibe el humor de la obra desde un plano demasiado burdo y superficial. Los constantes guiños al mundo de las nuevas tecnologías (con la mensajería móvil, WhatsApp y demás recursos) terminan por resultar repetitivos y demasiado fáciles. Desde luego, no hay en su propuesta un humor sarcástico y chispeante, tampoco una comedia en una clave picante que aproxime la obra al horizonte de la opereta, genero al que por momentos se aproximan el desarrollo de la acción y la propia música, que por momentos pareciera firmada por Offenbach.

¡Por fin puedo escribir algo positivo sobre Ivor Bolton! Habré tenido mala suerte con el bueno de Bolton, porque todo lo que le he escuchado en el foso del Real me había dejado una impresión poco favorable hasta la fecha. Este Wagner sin embargo ha tenido un pulso vivo, un sentido teatral, una musicalidad franca… En fin, que por fin se ha dejado ver el Bolton que merece ser titular de un teatro como el Real. Muy buen concertador esta vez, Bolton conecta sobre todo con el lado más desenfadado e irónico, juguetón incluso, de esta música que suena en sus manos ciertamente revitalizada. La orquesta titular del teatro parece haber remontado un tanto desde el tiempo de barbecho en el que parecía haberse instalado ya al cierre de la pasada temporada. El coro del teatro, por su lado, sigue mostrando la misma solvencia y adecuación estilística que acostumbra.

Por fortuna, el equipo vocal reunido para la velada fue consistente, a pesar de algunos matices importantes que afectan a las partes principales. Y es que la voz de Christopher Maltman es ciertamente un lujo para la parte de Friedrich, aunque confieso que el tono entre noble y heroico de sus medios no cuadra demasiado con el perfil un tanto ponzoñoso e ingrato del personaje. Por su lado, Manuela Uhl defiende con ahínco la parte, si bien más cómoda en el centro que en el extremo agudo, al que asciende con un sonido un tanto tenso y amargo, estando más cómoda desde luego en las páginas líricas antes que en las dramáticas. Del resto del reparto, destacó por méritos propios el buen lirismo de María Miró. Peder Lodahl resuelve, aunque sin alardes, la exigente escritura vocal de la parte de Luzio, mientras que lker Arcayürek se muestra todavía un tanto verde como Claudio. Finalmente las voces de Ante Jerkunica (Brighella), María Hinojosa (Dorella), Isaac Galán (Danieli), Francisco Vas (Pontio Pilato), David Alegret (Antonio) y David Jerusalem (Angelo) cumplen por descontado con su cometido completando el extenso cartel de esta obra.