
© Miguel Anxo Photo
Lucía Iglesias: "Es un gran honor representar al Teatro Real en Nueva York"
Nacida en A Coruña, Lucía Iglesias es una joven soprano con una trayectoria en progresión. Tras su paso por el programa formativo Crescendo, del Teatro Real, se empiezan a dibujar en su agenda futuros compromisos y proyectos. Conversamos con ella para conocer con más detalle los inicios de su vocación por el canto y sus compromisos más recientes.
¿De dónde parte su vocación por el canto? Creo que participó siendo niña en un Werther que se escenificó en su ciudad natal, en A Coruña.
Sí, así fue. Cuando yo era niña en mi casa siempre se escuchó ópera, especialmente barroco y Cecilia Bartoli era como un gran referente. Un día vimos una noticia en el periódico donde indicaban que se buscaban figurantes para esas representaciones de Werther en A Coruña. Yo por aquel entonces no tenía intención de dedicarme al canto, pero la idea de subirme a un escenario me fascinaba.
Mi hermano y yo hicimos el casting para ser figurantes en ese Werther, nos cogieron a los dos y descubrí el mundo de la ópera desde dentro. Me enamoré completamente de la ópera, fue fascinante para mí, yo cumplí nueve años justo durante esa producción de Werther, con escena de Graham Vick, y tengo un recuerdo muy bonito de todo lo que supuso para mí.
¿Y en qué momento eso se convirtió en una vocación, digamos, profesional por el canto?
A partir de entonces me interesé por el canto y por la ópera ya más en serio. Hablé con los cantantes de la producción, buscando algunas orientaciones. Primero estudié piano y en torno a los quince años entré también en el conservatorio de canto. Hice el grado profesional de canto y de piano, pero después decidí dejarlo. Estudié una carrera de música solo con asignaturas teóricas y canto en clases particulares con mi maestro de canto, Daniel Muñoz. En el conservatorio me hacían cantar de mezzosoprano, algo que sorprende mucho hoy en día cuando lo comento, incluso a mí misma (risas).
© Miguel Anxo Photo
Bueno, a edades tempranas a veces es complicado asignar una vocalidad concreta. ¿Cuándo se dio cuenta de que su instrumento era en realidad el de una soprano y más bien ligera además?
Sí, había algo dentro de mí que me decía que no era mezzosoprano. En el coro de la OSG, al que pertenecí por casi diez años, siempre cantaba de soprano primera y nunca me cansaba vocalmente. Cantando ese repertorio no me sentía cómoda, sentía que estaba forzando. Creo que lo principal para un cantante es que la técnica y el repertorio te hagan sentir libre, que después de una función tu voz esté fresca como al empezar. Trabajé mucho y fue un proceso arduo, pero poco a poco encontré mi vocalidad y hoy en día estoy haciendo repertorio de soprano lírico ligera. Tengo veinticinco años y el instrumento está en pleno desarrollo, no tengo prisa.
En su orientación profesional creo que ha sido determinante Crescendo, el programa para jóvenes cantantes del Teatro Real.
Sí, ha supuesto un cambio tremendo para mí. Yo antes a lo mejor tenía un compromiso profesional cada cierto tiempo y ahora estoy viajando y actuando cada semana. Este verano, por ejemplo, he cantado dos roles principales en Italia.
¿Cómo funciona exactamente el programa Crescendo? ¿En qué consiste y cuánto dura?
Es un programa de formación intensivo para jóvenes cantantes que están iniciando su etapa profesional. Hemos tenido clases magistrales muy interesantes, hemos contado con Saioa Hernández y Francesco Pio Galasso como padrinos, han sido encantadores. Nos han enseñado mucho, no solo sobre el canto como tal sino también sobre la profesión. Yo además he tenido la oportunidad de cantar en la presentación de la temporada del Teatro Real y de hacer audiciones para otros teatros. En julio todos hemos cantado en el Recital Crescendo, que tiene lugar en el escenario del Real y se enmarca dentro de la temporada del teatro. El programa como tal dura unos tres meses.
Entiendo que es sobre todo una plataforma para ganar visibilidad en un momento de lanzamiento profesional tan importante, al inicio de la carrera de un joven cantante, como es su caso.
Exacto, sí, evidentemente es imposible aprender a cantar en tres meses. Lo importante es ir preparado a todos los niveles para aprovechar todo lo que se ofrece al máximo. Yo sobre todo he notado un cambio enorme en términos de visibilidad, especialmente porque fue la quinta edición y hubo mucha promoción en medios este año. Crescendo hace que mucha gente se fije en lo que estás haciendo, se abren puertas, oportunidades profesionales, etc.
© Oner Estudio | © Fundación Amigos del Teatro Real
Mencionaba ahora que ha cantado dos roles principales en Italia. ¿Cuáles han sido?
He cantado Adina de L´elisir d´amore y Nannetta de Falstaff, en Orvieto, en el Teatro Mancinelli. Adina ya la había hecho en una producción pequeña y con muchos cortes; aquí he podido cantar la ópera completa, sin apenas cortes y con la cabaletta con variaciones, algo muy poco habitual. Ha sido muy interesante el trabajo musical que hice con el maestro Giuseppe Finzi y con Gabriella Ravazzi, la regista, que a su vez ha hecho una larguísima carrera como soprano y no deja escapar ni un detalle. Era la segunda vez que trabajaba con ella, el año pasado hice mi debut en Italia con Clorinda de La Cenerentola y era el rol que más había interpretado en su carrera, fue tremendamente exigente. Con ella he podido comprender más a fondo la evolución de Adina y, especialmente, el aria final "Prendi, per me sei libero" que pasó de ser un aria a la que tenía mucho respeto a ser el momento más mágico de la ópera. En todas las funciones sentí que se paraba el tiempo y que me estaba abriendo totalmente al público, fue una sensación extraña, de vulnerabilidad total y muy profunda. Me sentí totalmente feliz y cómoda encima del escenario.
Y en el caso de Nannetta fue mi debut con el rol, mi primera vez con Falstaff. Es un rol muy exigente, porque se necesita encontrar el equilibrio entre una voz muy presente, ya que la orquesta es importante y, además, que sea capaz de emitir ese sonido "mágico", flotante y que llegue hasta la última fila, todo esto con una voz fresca, dulce y brillante sin perder la intensidad verdiana. Es un rol tremendamente divertido y con momentos preciosos, como los dúos con el tenor o el aria. Me ha hecho crecer muchísimo y me ha ayudado a salir de mi zona de confort, ya que era mi primer papel importante verdiano, tras la Sacerdotessa de Aida que hice en A Coruña, hace dos años.
© Oner Estudio
¿A qué cantantes citaría como sus referentes, de ayer y de hoy?
Depende mucho de cada rol, claro. Ahora para Nannetta he escuchado mucho a Anna Moffo, está fantástica en un Falstaff que hay en video, en blanco y negro, con Taddei en el rol titular y dirigido musicalmente por Tullio Serafin.
Siempre me fijo más en sopranos que hayan hecho mi repertorio, y me gustan muchísimo Renata Scotto, Virginia Zeani, Lucia Popp, por supuesto Mirella Freni, y de hoy en día sin duda Lisette Oropesa y Nadine Sierra. Aunque hay muchos cantantes que escucho detenidamente aunque no tengan mi mismo tipo vocal. Por ejemplo, si hablamos de tenores, confieso que estoy profundamente enamorada de Corelli y Alagna (risas).
Y acerca del repertorio, ¿por dónde va su curiosidad de cara al futuro, considerando su vocalidad actual?
Me siento muy cómoda en todo el bel canto y me gustaría hacer más Mozart. Ya he hecho Susanna en Le nozze y, hace varios años, la Segunda dama en Zauberflöte. Pero me gustaría hacer más roles mozartianos, es un autor ideal para cantantes jóvenes, tiene mucho juego escénicamente y vocalmente hay que estar muy centrado y equilibrado.
Por otro lado me gustaría mucho volver a hacer Musetta y cantar repertorio francés. Mi padre se crió en Ginebra y en casa me he familiarizado desde niña con la fonética del idioma. Me encantaría en un futuro hacer Manon de Massenet, por ejemplo, y creo que ahora sería un momento ideal para hacer la muñeca de Les Contes d'Hoffmann o Sophie de Werther. Incluso bel canto en francés, como La Fille du Régiment.
© Miguel Anxo Photo
¿Ha tenido ocasión de cantar zarzuela?
Algunas cosas, aunque no me he metido a fondo en ese repertorio. Pero sin duda también me gustaría mucho adentrarme ahí. Creo que uno no debe cerrarse a ningún tipo de repertorio, especialmente cuando se es joven, siempre y cuando se adecúe a su tipo vocal, claro. Hay que cantar y aprender de todos los estilos.
Con el lied sí que ha tenido más relación, ¿no es cierto?
Sí, este año de hecho soy joven artista del LIFE Victoria. Fui becada por ellos a través del programa Crescendo. El último recital de lied que hice fue en el Enric Granados de Lleida con mi maestro de repertorio Manuel Burgueras, que me ha guiado desde el inicio de mis estudios y ha sido siempre un referente muy grande para mí. Con él he trabajado mucha canción francesa, alemana e italiana, además de ópera, y me gustaría desarrollar esa faceta. Creo que ayuda mucho a crear recursos para cantar ópera, especialmente en los recitativi.
Finalmente, ¿qué nos puede contar de sus próximos proyectos? Creo que le aguarda una cita muy importante en Nueva York.
Sí, mis próximos proyectos tendrán lugar ahora en octubre y fuera de Europa. Tengo dos conciertos en Estados Unidos y será la primera vez que se hagan actuaciones internacionales con cantantes de Crescendo. Es un gran honor que me hayan elegido para representar al Teatro Real en Nueva York. El primer concierto lo haremos en Música Viva NY, una asociación que pronto cumplirá su cincuenta aniversario y a la que han pertenecido artistas como Renée Fleming y Samuel Ramey. El segundo será dentro del programa musical de Americas Society, una de las instituciones culturales más antiguas e importantes de Estados Unidos. Interpretaremos una selección de arias y dúos de Mozart, Bellini, Verdi, Puccini y ópera francesa. El segundo concierto tiene un peso especial porque soy la única cantante femenina, pero el primero supondrá mi primera actuación en América. Non vedo l'ora!