Clemenza OperaOviedo

El broche para un gran año

Oviedo. 16/12/2018. Ópera de Oviedo. Mozar: La Clemenza di Tito. Alek Shrader (Tito), Carmela Remigio (Vitellia), Alicia Amo (Servilia), Daniela Mack (Sesto), Anna Alàs i Jové (Annio), Josep Miquel Ramón (Publio). Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Coro de la Ópera de Oviedo. Dir. Escena: Fabio Ceresa. Escenografía: Gary MacCann. Dir. musical: Corrado Rovaris.

“Amigos, he perdido el día”. Esa es la frase que puede leerse en textos de Suetonio atribuida al emperador Tito, quien supuestamente la pronunciaba cada noche que se acostaba con la sensación de no haber ayudado, al menos en algo, a los pobladores de su imperio durante aquel día. Semejante conciencia pública, que ya nos resulta extraña en los tiempos actuales, debía ser algo prácticamente inaudito para la época. Es por eso que las crónicas recuerdan a Tito como un gobernante excepcional, recto pero clemente. Su historia inspiró numerosas obras artísticas posteriores, entre las que se incluyen esta “clemenza” mozartiana que el compositor de Salzburgo escribiría con ocasión de la coronación de Leopoldo II de Austria como rey de Bohemia. Una obra que, pese a la idoneidad de su argumento para la ocasión, no pudo evitar el desprecio de la emperatriz María Luisa, quien la calificó de “porquería alemana”.

Por fortuna, el tiempo da y, en este caso, quita razones, y por ello, esta obra ha sido, muchos años más tarde, la apuesta de la Ópera de Oviedo para copar el cuarto título de la Temporada y el último de este año. Para quienes acudimos frecuentemente a la programación ovetense, la historia romana no pudo evitar traernos el recuerdo de la Agripina de hace unos años que, en su momento, contó con una propuesta escénica bastante más arriesgada de la que nos ocupa. Para esta Clemenza se contó con el trabajo de Fabio Ceresa como director de una escena cuyos elementos estuvieron diseñados por Gary McCann y que dio lugar a unos resultados de interés. Capaz de reflejar con eficacia el fasto palaciego sin renunciar, sin embargo, a una ductilidad razonable, que permitió crear ambientes de interés jugando con la versatilidad de los decorados, que sirvieron tanto para recrear unos baños en las termas como para mostrar una gran maqueta de la ciudad de Roma con cuyos edificios jugaban los protagonistas. Destacable trabajo, asimismo, de Ben Cracknell en el diseño de la iluminación, consiguiendo crear unas atmósferas realmente envidiables y capaces de, por sí mismas, captar la atención del espectador. 

A la batuta, el director Corrado Rovaris supo conducir con tino a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, haciendo gala de un trabajo minucioso y siempre atento con los cantantes. Amén de su buen entendimiento con los músicos de la OSPA, Rovaris es ya un director recurrente en el Campoamor, habiendo visitado su foso orquestal durante su trabajo en obras como Così fan tutte (2016) Ainadamar (2013) o Peter Grimes (2012). 

Dentro del reparto elegido para estas representaciones, Alex Shrader abordó el rol que da nombre a la obra, encarnando un Tito elegante aunque con una proyección algo limitada que nos impidió escucharle con claridad en algunos momentos. Por su parte, Carmela Remigio estuvo más que correcta interpretando el rol de Vitellia llena de actitud escénica y con una creciente presencia vocal, que fue mejorando a medida que se sucedían los actos. 

Excelente fue el trabajo de Daniela Mack como un Sesto irreprochable en todas sus intervenciones y especialmente memorable durante el aria “Parto, ma tu ben mio”, interpretada con rotundidad y bello timbre. Alicia Amo, a quien ya nos habíamos quedado con ganas de escuchar con más detenimiento desde su breve intervención como “la voz del pájaro del bosque” en el Siegfried de hace un par de años, no decepcionó abordando la parte de Servilia. Aunque su interpretación, al igual que en el caso de Remigio, nos pareció más llena, tanto vocal como escénicamente, a medida que iba trascurriendo la obra. Cerrando el reparto, Anna Alàs i Jové defendió con entrega el rol de Annio y Josep Miquel Ramón hizo lo propio abordando con rotundidad la parte de Publio.

Como es ya costumbre, el Coro de la Ópera de Oviedo se mostró notable en sus intervenciones, demostrando, función tras función, que su periodo bajo la dirección de Elena Mitrevska está resultando más que interesante. Un buen broche, en suma, el que ha supuesto esta Clemenza di Tito para un año 2018 que ha resultado ser ciertamente dulce para la ópera ovetense. Así, en él se ha podido disfrutar de producciones de tanto interés como Pelléas et Mélisande (en enero de la temporada pasada) o un estreno tan extraordinario como el que supuso Fuenteovejuna en la inauguración de esta temporada que, en febrero del año próximo se cerrará con la conocida Carmen de Georges Bizet.