Ese cisne llamado Goerne
Barcelona. 07/03/2019. Palau de la Música Catalana. Schubert: Schwanengesang. Matthias Goerne, barítono. Leif Ove Andsnes, piano.
Con esta velada Matthias Goerne culminaba su “tour de force” particular en el Palau. Se trataba de interpretar en cuatro dias los tres ciclos de canciones de Franz Schubert: Die schöne Müllerin (1823), Winterreise (1827) y Schwanengesang (1828). Y la sesión de cierre, que es la que me ocupa, se dedicaba a “Schwanengesang” como no podia ser de otro modo dado el significado del titulo: “Canto del cisne”.
Sin embargo Schwanengesang no es realmente un ciclo o no fue concebido por Schubert como tal. Es más bien una colección de sus últimas canciones bautizada y ordenada por su editor. Este último hecho es perfectamente perceptible porque, si bien Schwanengesang está repleto de canciones geniales y manifiesta inequívocamente la plena madurez de Schubert, no tiene la coherencia dramática y la lógica narrativa de un Winterreise. También la duración del ciclo –mucho más corto que los dos anteriores- revela que no fue concebido para completar una sesión de concierto. Por último es significativo que las canciones de Schwanengesang pongan música a poemas de dos autores diferentes: Ludwig Rellstab y Heinrich Heine.
Arrancó el ciclo con el tiempo lento propuesto por el pianista Leif Ove Andsnes para “Liebesbotschaft” y, si bien no siempre fue esta la tendencia general de la ejecución, vale como comentario orientativo. Del mismo modo que vale para el conjunto de la noche el hecho de que la emisión vocal de Goerne, poco expansiva, se adapta mejor a espacios más reducidos que el Palau, que a su vez són los más adecuados para las canciones de Schubert. En cualquier caso ello no aguó la fiesta en absoluto y, de hecho, fue menos perceptible a medida que se desarrollaba la velada.
Tan íntimo es el concepto de Goerne que frecuentemente se dirige al pianista más que al público cuando canta, por ejemplo, “Kriegers Ahnung” pero también otras piezas. Para completar el capítulo de las salvedades cabe reseñar un último detalle técnico: ciertas dificultades en el paso al agudo que se hicieron presentes en “Frühlings-Sehnsucht”, “In der Ferne” y “Abschied”. En “Doppelgänger” elló perjudicó incluso la linea musical (ver “meine eigne Gestalt”). Paradógicamente, como sucede con Dietrich Fischer- Dieskau –uno de los maestros de Goerne- estas limitacions que se manifiestan en “forte” se convierten en puro virtuosismo cuando se trata de cantar “piano” en el registro agudo: para muestra una “Ständchen” de pura filigrana.
Se trata, sin embargo, de hechos anecdóticos cuando se asiste a la exhibición deslumbrante de concentración, refinamiento, detallismo y dramatismo que ofrece Matthias Goerne cada vez que canta Schubert. Leiv Ove Andsen fue un socio ideal en su aportación al piano: bella, clara y elegante siempre, brillante y protagónica por momentos.
Cierta heterodoxia en el enfoque técnico de Goerne se hizo particularmente presente en “Aufenthalt”, donde tal vez el cambio de color entre registros no respondía a una elección interpretativa. Pero el tono general nos lo da el intensísimo “Der Atlas”, la magistral ejecución de “Am Meer” o el dramático “Doppelgänger” y centrarse en otros aspectos puede tener la consecuencia indeseada de que los árboles no nos dejen ver el bosque. El resultado de todo ello fue una noche intensamente corta, que empezó muy bien y acabó mejor. A modo de propina Goerne y Andsen nos ofrecieron una bella aunque tal vez demasiado lenta “Die Taubenpost”, canción sublime que suele incluirse en el ciclo por motivos poco justificados y ajenos a la voluntad del autor.
Y tan contentos nos fuimos a casa –o donde sea- con la conciencia clara de haber visto y escuchado a dos artistas fuera de serie, dedicados a las canciones de Schubert con la intensidad, el amor y la pasión que merecen.