IniestaBros 0322

"Pobre chica..."

Madrid. 26/04/19. Teatro Real. Obras de Chapí, Moreno Torroba, Sorozábal y Vives, entre otros. Ruth Iniesta, soprano. José Bros, tenor. Orquesta Sinfónica de Madrid. José María Moreno, dirección musical.

La Menegilda comienza uno de los momentos más célebres de la zarzuela, su tango, con un "Pobre chica" que es chulería fina, sarcasmo a la madrileña del que bebió el mismísimo Arniches y todos los que vinimos detrás. Fue esta la propina escogida por la soprano Ruth Iniesta para despedirse de su recital de anoche junto a José Bros en el Teatro Real. Un recital que compartieron los dos, mano a mano, con la mitad del programa cada uno, pero que desde un principio ha sido vendido por el coliseo madrileño como un acto del tenor, ninguneando - y ahora explicaré por qué - a la soprano en todo momento. Quizá la Iniesta haya hilado maravillosamente fino, quizá haya sido casualidad, pero el tango de la Menegilda termina con un elocuente "Y yo soy el ama y punto final".

Y es que vaya si ha sido el ama. Aunque el Real, inexplicablemente, la presente como "soprano revelación", Ruth Iniesta lleva protagonizando títulos de ópera y zarzuela en España y sobre todo Italia desde hace ya unos cuantos años - en el propio Real ya ha cantado dos producciones y ahora mismo canta Nanetta en Falstaff. Lucia di Lammermoor, I Puritani, Rigoletto... en septiembre cantará su primera Traviata en Sicilia... hay que congratularse de que el Real la haya descubierto ahora, parece y en cualquier caso, aunque diga mucho del Real (claro, que también presentan Falstaff como la única comedia de Verdi, en otro llamativo error). La voz de Iniesta se encuentra en un momento dulce. Agudos inmaculados, proyección y dicción canónicas se suman a un savoir-faire sobre las tablas de primer orden. Iniesta es pura expresividad. Una soprano del siglo XXI, del ahora y del futuro. Su conexión con la zarzuela, además, le viene de lejos y en el Teatro de la calle Jovellanos ha regalado noches extraordinarias. Para este programa escogió páginas a las que ya tiene cogida la medida, como El vals de la bujía en Luces y sombras de Chueca o En un país de fábula de La tabernera del puerto, de Sorozábal. Partituras que le permiten exhibición vocal y despliege de agudos junto a otras de mayor expresividad teatral. Se dejó para el final Me llaman la primorosa, de El barbero de Sevilla de Giménez, que es sin duda una de sus mejores "arias de baúl". Conoce, cuida y disfruta de lo que canta. El teatro se venía abajo entre aplausos. Y eso que parte del público gratamente se sorprendía de la aparición de Iniesta sobre el escenario, puesto que, como les decía, les habían vendido un recital de José Bros.

Al Teatro Real no le gusta demasiado que se le enmiende la plana, así que no sé muy bien como encauzar lo que quiero hacer ver: en todo momento el Teatro Real ha presentado y vendido este concierto como un recital del tenor José Bros, cuando la mitad del programa lo ha cantado Ruth Iniesta. Se la ha relegado a un plano totalmente secundario en su web, en sus emails y en su programa de mano. También en sus carteles y pantallas del interior del teatro, donde se seguía anunciando a Sara Blanch en vez de a ella. Como si la participación de la zaragozana se limitase a dos puntuales intervenciones... y no es así. Incluso el mismo día del concierto se daba la noticia en informativos de cierta cadena, focalizando tan solo en Bros. Estoy convencido y sé que el equipo del Teatro Real cuida y se cuida del trato igualitario hacia todos aquellos que trabajan en su escenario y no puede tildárseles de machistas, pero la gestión de este concierto ha sido un acto total y completamente machista. Algo ha fallado en esta ocasión. Si en un principio el recital de Bros (que entiendo no ha debido ser consciente de este hecho) se ideó como un homenaje en solitario y con el tiempo ha derivado en un recital a dos, la gestión y la comunicación también deberían haber cambiado. Desconozco siquiera si Iniesta está molesta por ello, pero muchos lo estamos y el Teatro debería haberle presentado ya, espero, sus disculpas. Y este es el Teatro que iba a absorber al de la Zarzuela...

Por su parte, José Bros demostró, una noche más, unas tablas que son cristalina elegancia. Con su característico timbre, su voz es maravilla, aun con el paso de los años. "Me recuerda a los tenores de antaño", me decía mi acompañante. En el saber estar, en la colocación, en la emisión. Bros es escuela de la buena. El mayor pero que se le puede poner al tenor es que siempre nos deja cuando está en el mejor momento. Quiero decir, a medida que entra en calor, su voz ofrece lo mejor de sí misma y nos quedamos con ganas de más. El fraseo es personal pero sin duda convincente, la dicción sublime, con utilización de ciertos recursos en vocales para expandir y mantener los agudos, que son siempre incisivos y coloreados; la entrega hacia el público, total. Escribí sobre ello este pasado verano, con su recital en Peralada. Comenzó algo frío en De este apacible rincón de Madrid, de Luisa Fernanda y terminó henchido de calor y color en Por el humo se sabe dónde está el fuego, de Doña Francisquita.  Bros ofreció dos propinas, además de la jota de El dúo de La africana junto a Iniesta. Ante el aplauso continuado del público, puesto en pie, tuvieron que repetirla, al igual que Caballero del alto plumero, de Luisa Fernanda. En las voces estuvo el éxito de este recital a dos.

Ojalá pudiese decir algo de la intervención de la orquesta con José María Moreno, pero estamos - y es una mala costumbre por fortuna cada vez menos habitual - ante un erróneo entendimiento de lo que es la zarzuela. De su concepto, de sus porqués. Tanto el preludio de El tambor de granaderos como el de La revoltosa fueron sombras de lo que han de ser.

Foto: Javier del Real