• © Michael Pöhn
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Un clásico ausente

Viena. 22/11/2015. Staatsoper. Humperdinck: Hänsel und Gretel. Daniela Sindram (Hänsel), Ileana Tonca (Gretel), Janina Baechle (Gertrud), Adrian Eröd (Peter), Michaela Schuster (Knusperhexe), Annika Gerhards (Sandmännchen/Taumännchen). Dirección de escena: Adrian Noble. Dirección musical: Christian Thielemann.

Hacía aproximadamente setenta años, desde la temporada 1944/1945, que la Staatsoper de Viena no ponía en escena este clásico de Engelbert Humperdinck, que a nuestro entender pierde muchos enteros si en escena se dispone y concibe como un espectáculo en clave poco menos que infantil. En este sentido la nueva producción de Adrian Noble pareciera un vano esfuerzo por negar lo evidente, esto es, que el tiempo pasa y no estamos ya en las décadas centrales del siglo XX, cuando el realismo y la literalidad lo podían todo. Algo que se acrecienta aún más si cabe cuando esa literalidad no tiene tampoco un valor sobresaliente en sí mismo por mor de su acabada y preciosista realización, como pudiera suceder con algunas producciones de Otto Schenk o Franco Zeffirelli que todavía hoy se reponen con éxito en Viena o en Múnich, sin ir más lejos.

Todo esto para concluir que la producción de Noble es tediosa de principio a fin, con puntas de una cursilería no apta para diabéticos, y con un interés dramático tendente a cero. Teniendo fresca en la retina aún la propuesta de Laurent Pelly vista hace unos meses en el Teatro Real lo cierto es que no hay comparación posible: lo de Pelly es un esfuerzo por valorizar y actualizar un libreto; mientras lo de Noble es un decorado que aspira a vivir por sí sólo, corto empeño en el que además fracasa. Que sea precisamente ésta una de las cinco nuevas producciones previstas para esta temporada den la Staatsoper de Viena dice mucho, y nada bueno, del mediocre y conformado enfoque que este coliseo está tomando en los últimos años en manos de un desganado Dominique Meyer.

Abundando en la decepción, lamentablemente Christian Thielemann optó en el foso por disponer una de las direcciones musicales menos estimulantes que le recordamos, muy por debajo de sus mejores días con Wagner o Strauss. En esta ocasión falto calor, falto color y en cuanto al fraseo no hubo el debido equilibrio entre brillo, fantasía y vuelo. Su Hänsel, compacto, no sonó plomizo pero sí grueso y poco inspirado, decepcionando en suma por lo conformado y convencional de su enfoque, lejos de sus estilizadas lecturas de Strauss: la Ariadne del año pasado en Viena, sin ir más lejos, estuvo claramente en otro plano. Lo cierto es que en días así, tan poco ambiciosos, el gran Thielemann se antoja poco más que un aventajado Kapellmeister. Seguramente esta circunstancia, unida a sus desafortunados pronunciamientos públicos y a esa constante proyección de su trayectoria como la del último paladín del repertorio alemán, explique su descarte como titular para Berlin, con una Filarmónica verdaderamente dividida en torno a su figura.

Así las cosas, el discretísimo reparto terminó siendo un mal menor. Tanto Daniela Sindram como Ilena Tonca sacaron adelante sus papeles sin pena ni gloria. Fue seguramente Michaela Schuster la voz más notable de la noche, aunque tampoco la parte de la Bruja es el medio mas natural para su instrumento. Una gastada Janina Baechle (Gertrud) y un Adrian Eröd (Peter) en las últimas cerraban un cartel fácilmente mejorable.