Oriol Roch

Oriol Roch, director general de la Euskadiko Orkestra: "Queremos posicionarnos como una orquesta sólida en el panorama europeo"

 

Tras su paso por el Teatre Lliure de Barcelona y la Real Filharmonia de Galicia, Oriol Roch lidera desde 2014 el proyecto de Euskadiko Orkestra, una formación que vive uno de sus mejores momentos. El tándem conformado junto a Robert Treviño, su director musical titular, ha dado ya sus frutos, situando a la formación en un lugar puntero entre las orquestas de nuestro país. "Lo importante es la entrevista con Robert Treviño, yo soy un hombre de la cocina", comienza apuntando Oriol Roch, antes incluso de comenzar nuestra conversación, quitando importancia a su labor. "Pero en la cocina es donde todo se concibe, al fin y al cabo", le replico, "no es en modo alguno secundaria, aunque a menudo los focos no reparen en ella", apunto. Conversamos con él en San Sebastián acerca de los retos que ha supuesto retomar la actividad en tiempos de pandemia y los proyectos que Euskadiko Orkestra alberga para un futuro inmediato.

 

Imagino que el reto de volver a retomar la actividad en tiempos de pandemia tuvo que ser de vértigo. Fueron, además, una formación pionera en este sentido.

Sí, no solo quisimos mostarr que se podía sino que quisimos asumir que era nuestra obligación. Al fin y al cabo, para eso nos pagan. Que haya restricciones y recomendaciones implica que hay que aplicarlas y seguirlas, pero en ningún caso nos marcaban quedarnos en casa. En este sentido me siento orgulloso de nuestro trabajo colectivo. Fuimos capaces de analizar la situación, todas las posibles variables, e incluso llevamos a cabo la grabación de un disco en plena pandemia, algo realmente dificil de abordar pero que se pudo acometer, calculando al detalle las distancias, las entradas y salidas del personal, etc, etc. Era complicado, por supuesto, pero se podía hacer. Y como orquesta de país, que es lo que somos, debíamos hacerlo. Es cierto que en colaboración con nuestra institución hermana, Euskal Telebista, tuvimos ocasión al principio de llevar a cabo nuestra actividad desde muy temprano, en las últimas semanas de mayo e inicios de junio, dandole visibilidad cuando otras formaciones todavía seguían paradas.

Robert Treviño lleva aquí ya cuatro años, aunque en realidad son ya seis años de vinculación efectiva con el proyecto, y lo cierto es que la proyección de Euskadiko Orkestra es espectacular, consolidando un sonido propio. Yo sin duda hablaría de una de las orquestas punteras en España, capaz de medirse sin complejos con las formaciones europeas.

Sí, eso es precisamente lo que pretendemos. Robert Treviño es un actor fundamental en ese proceso. Desde las instituciones nunca se ha puesto en cuestión el proyecto de esta orquesta. Y eso nos ha permitido seguir llevando a cabo todo un proceso de renovación, durante estos años. Las infraestructuras que tenemos en Euskadi y en Navarra nos ayudan mucho a rodar nuestro proyecto y esto también es muy importante. Tenemos muchas cosas por mejorar, muchos proyectos por desarrollar, pero en efecto el trabajo impulsado por Robert Treviño va dejando sus frutos, de un modo manifiesto. Su trabajo se caracteriza sobre todo por el compromiso, por el largo recorrido, por la profundidad y por la cercanía; no es en modo alguno un enfoque especulativo. Yo agradezco mucho a Robert su enorme profesionalidad porque nos está ayudando a situar el listón muy alto. 

 

"Como orquesta de país, era una obligación retomar la actividad lo antes posible"

 

Comentábamos, antes de iniciar la entrevista, el excelente Mahler que escuchamos a Euskadiko Orkestra hace unas semanas bajo la batuta de Semyon Bychkov, una batuta a la que quizá años atrás hubiera sido imposible seducir para ponerse al frente de la orquesta. Creo que es buena muestra del momento en el que se encuentra la formación.

A Bychkov, como a todo gran maestro del circuito internacional, no es fácil seducirlo para venir como invitado a dirigir unos conciertos. Pero se puede hacer, al final es una cuestión de recursos y agendas. Lo complicado es estar a la altura, que venga y que todo funcione. Bychkov siempre dice, no obstante, que un director debe estar apenas un poco por encima de la orquesta que dirige. Esta ha sido su máxima durante su carrera. Ahora mismo la Euskadiko Orkestra está en un momento muy receptivo. Bychkov me dijo que era una orquesta muy musical y esto es algo que valoro mucho. Con él hemos hecho ya dos colaboraciones y esperamos que haya más ocasiones en el futuro.

Imagino que una de las particularidades más complejas de retomar la actividad en tiempos de pandemia es la necesidad de presentar pases dobles, más conciertos, etc. De hecho ahora han presentado la Quinta de Bruckner mientras ensayaban la Sexta, con una agenda de conciertos intensísima sobre la mesa. Lo mismo sucedió semanas atrás con el ciclo de las sinfonías de Schubert, por ejemplo.

Sí, estos proyectos son un reto complicado porque pueden poner al límite nuestros propios recursos, incluso la percepción de algunos de los músicos de la formación, que pueden entender que no es necesario doblar esfuerzos de esa manera. La ambición va por barrios y yo lo entiendo, pero tenemos un compromiso con nuestro público, con nuestras instituciones y hacemos todo lo posible para responder a lo que se espera de nosotros. 

Mencionaba antes la renovación progresiva de la plantilla que han ido acometiendo, ¿sabría decirme en cifras a qué corresponde esto?

Sí, en los últimos años hemos renovado en torno a una veintena de nuestros atriles. Y es obvio el resultado que esto ha supuesto, para una mayor homogenidad de nuestro sonido y de nuestro nivel técnico.

¿Cuál ha sido la respuesta de los abonados y el público más fiel durante la pandemia?

Ha sido desigual, en función de cada ciudad. Hemos observado que hay sectores del público que no se sentían seguros asistiendo a los conciertos en vivo. Y esto ha supuesto, en la práctica, que aunque la limitación de aforo rondaba las 400 localidades por concierto, en muchas ocasiones hemos estado incluso por debajo de esa cifra, porque había abonados que no venían. Ahora estamos en un aforo máximo de 600 localidades y cada vez más parece extenderse la sensación de que el uso de mascarilla y las demás medidas sanitarias es suficiente garantía para asistir con seguridad y confianza a los conciertos. El impacto del confinamiento ha calado hondo en la sociedad y nuestra obligación es seguir ofreciendo una propuesta de cultura segura.

Su biografía está muy marcada, creo, por vivencias musicales de primera magnitud, desde muy temprano, entre otras cosas por el fuerte activismo musical de su padre, Jordi Roch, bien conocido en el panorama musical español.

Sí, yo debo mucho a mis padres en este sentido. Mi padre impulsó la organización de diversos festivales, pero sobre todo hubo uno en Barcelona, en los años 70, que nos dejó muchas historias en casa. Recuerdo una ocasión, en la que tenían un recital con Irmgard Seefried, que finalmente canceló. Lograron un reemplazo de última hora y mi padre fue con su Volkswagen Escarabajo a recogerla al aeropuerto. La soprano era tan oronda, contaba mi padre, que apenas podía acceder al cambio de marchas. La soprano, que tenía apenas 25 años y debutaba en Barcelona, ofreció un concierto impresionante que fue todo un éxito. La soprano era, ni más ni menos, que la gran Jessye Norman. Historias como esta he escuchado y vivido muchas. Recuerdo también a Ivo Pogorelich comiendo en casa tras ganar un célebre concurso de piano. O navegar con John Cage en Cadaqués... Me recuerdo de niño durmiendo recostado sobre mi madre durante un concierto de Alfred Brendel, por ejemplo. Historias impagables, sí, de esas que marcan. Las músicas de Mozart, Schubert y compañía han sido mi cuna. La música clásica ha tenido siempre para mí un profundo valor sentimental que debo sin duda a mis padres. 

¿Cuál es su filosofía de trabajo al frente de Euskadiko Orkestra?

Mejora diaria y trabajo en común. Tenemos que comprender todos que este proyecto es algo conjunto. La Euskadiko Orkestra no es tan solo mi proyecto. Cada músico importa, cada miembro del personal técnico y administrativo importa. Yo tego mi papel y mis responsabilidades. Me gusta tenerlas y ser consecuente con ellas. Pero el trabajo debe ser algo conjunto para llegar hasta donde queremos llegar. Ahora estamos con el proceso para incorporar a un nuevo concertino y esto, evidentemente, debe hacerse de manera conjunta. Un gestor es un administrador de recursos, recursos para que las personas puedan sacar lo mejor de sí mismas. De alguna manera destierro la expresión 'recursos humanos' para hablar de 'compañeros', es así como lo vivo y lo siento. Es importante que todo el mundo se sienta escuchado y pueda aportar algo, desde su papel en el proyecto. Yo sigo en esto con el placer de aprender de mis errores, que cometo diariamente.

 

"La música en Euskadi es un vertebrador social muy importante" 

 

"Llegar hasta donde queremos llegar", decía... ¿Y a dónde quieren llegar? ¿Cuál es la ambición del proyecto actual de la Euskadiko Orkestra?

No hay un punto concreto sino una ambición diaria. Se trata de empujar cada vez más arriba el listón. Queremos posicionarnos como una orquesta sólida en el panorama europeo.

De ahí algunos proyectos recientes, como las giras por Estambul, París... 

Sí, y tenemos el proyecto de actuar en Salzburgo antes de final de año. Y otros proyectos de gira ambiciosos para más adelante. Teníamos en agenda una gira por Italia que se tuvo que posponer y estamos ya trabajando en ello.

¿Qué hace falta en España para una circulación más natural y normalizada de las orquestas del país? ¿Por qué la Euskadiko Orkestra no tiene fácil actuar en Valencia, Sevilla o Zaragoza? Y viceversa, ¿por qué la Sinfónica de Galicia o la Orquesta Nacional no actúan en San Sebastián de tanto en tanto? ¿Hay acaso una especie de 'pique' localista que lo impide?

Es algo complicado de valorar, ciertamente. Cada proyecto tiene sus raíces y sus obligaciones institucionales. Y los programadores a menudo se deben a ellas. Y en ocasiones es más seductor, de cara al público, que un programador privado traiga una orquesta europea que una orquesta de otra comunidad autónoma. Y esto es un error, en cierto modo, porque al final estamos negando la riqueza de lo que tenemos en casa para priorizar lo que viene de fuera, que es magnífico que venga, no digo lo contrario, igual que nosotros ambicionamos girar por Europa, faltaría más. En el fondo, se trata de un problema sistémico, cultural, un problema de país: no tenemos interiorizado que la música sinfónica sea algo necesario para nuestra construcción social. Esto está muy claro en Austria, Alemania, Estados Unidos, etc. Por eso, no obstante, estoy tan orgulloso de trabajar aquí en el País Vasco. La música en Euskadi es un vertebrador social muy importante. No en vano la orquesa ha contado aquí con uan masa crítica importante de 7.000 abonados, con 5 sesiones de cada uno de sus programas, etc. Son números serios. La pandemia nos pone ante nuevos retos; la relación con la música en directo está cambiando a marchas forzadas y nuestra obligación es trabajar para darle una respuesta.