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Berna Perles: "La fama de un cantante no siempre es el mejor baremo para medir su calidad"

La soprano malagueña Berna Perles es una de las voces más atractivas del actual panorama lírico nacional. De su canto, pero también de su palabra, se desprende mucha verdad, sutileza y color. Una artista honesta de sugerentes medios y formas, que este mes de julio vuelve a meterse en la piel de Angustias, en La casa de Bernarda Alba, de Miquel Ortega, en el Teatro Cervantes de su ciudad. Antes, ha participado recientemente en Norma, en el Teatro Real, o en Aida, en el Liceu, además de protagonizar Manon Lescaut y Fidelio. Ella fue una de las cinco sopranos con las que Platea celebró su quinto aniversario, en una portada única.

Con todo lo que nos ha caído encima, parace que este pasado 2020 - 2021 ha sido un buen año profesional para usted.

Sí, en mi caso, sí. Quitando los meses que tuvimos que estar absolutamente parados, por obligación, después no ha ido del todo mal. Tampoco ha sido un trabajo continuo, pero terminé 2020 bien y 2021 ha empezado mejor. Simplemente la sustitución a Ainhoa Arteta como Manon Lescaut, en Pamplona, me ha supuesto mucho, no ya a nivel profesional, sino también, incluso, a nivel personal. Fue un proyecto muy bonito. Además he debutado en el Teatro Real y aún quedan cosas bonitas por hacer este año. Parecía una hecatombe y, sin ser un año increíblemente maravilloso, está siendo un buen año.

¿Cómo es pasar de protagonizar Manon Lescaut a cantar Bellini? Son dos óperas completamente diferentes, pero ¿no sé si la una le ha podido ayudar a cantar la otra y viceversa?

A nivel musical, hablando de los estilos, yo creo que el bel canto te prepara para todo. Tienes que expresar con todos los recursos disponibles de tu voz y, en este sentido, el bel canto ejercita mucho la tonicidad de la voz en todos sus aspectos. Hay que trabajar el fiato, los pianissimi, el volumen, coloratura... ¡tienes que trabajarlo todo! ¡El bel canto te lleva a todo! Para cantar Puccini, el abanico de herramientas que se usan pueden ser las mismas que se utilizan en el bel canto... o no necesariamente. Sin embargo, en el bel canto se te exigen esas herramientas sí o sí. Yo, desde luego, pongo todas las fórmulas del bel canto al servicio de Puccini. Yo lo entiendo así. Porque una partitura sea posterior o tenga una orquestación mayor... o porque la línea de canto prescinda de coloratura, por ejemplo, no entiendo que obligatoriamente la voz tenga que restringirse de los aspectos belcantistas. El apoyo vocal en Puccini, obviamente, ha de ser muchas veces mayor, al igual que en más ocasiones se ha de jugar con el volumen... con todo, Puccini no perjudica a cómo cantar bel canto, ni al revés.

¿Puccini puede llegar a sobrepasar emocionalmente a un cantante con facilidad?

Otra característica de Puccini - que me ha llevado a sentir que, hasta día de hoy, Manon Lescaut es lo más bonito que he cantado - es que es un autor de una gran fuerza expresiva. Es imposible aislarte de ella. Yo no lo he conseguido. Durante los ensayos, con el dúo del tenor y el final del último acto, no podía evitar ponerme a llorar. ¡El tenor me miraba como diciendo: "¿qué está pasando?"! (Risas). Es imposible no emocionarse con la palabra y la música en la obra de Puccini. Unidas son como una laza directa al corazón. ¡El bel canto también tiene sus momentos!, pero Puccini es mucho más directo.

¡Y se sabe todos los trucos teatrales!

¡Totalmente! En Puccini esta todo tan unificado que resulta muy complicado salirte de la atmósfera que él crea. Incluso desde la más mínima indicación sobre la escena que el realiza en la partitura. Una vez que entras en Puccini, ¡te atrapa para siempre! 

 

"Trabajo para estar sobre el escenario, pero disfruto de todo lo que hay fuera de él"

 

Hoy en día parece que lo único correcto en una carrera sea dar pasos encaminados a conseguir una fama mayor, ¿no le parece?

Sí, completamente. Si el paso no es "hacia arriba", parece un fracaso. Yo admiro mucho a los artistas - y es algo a lo que aspiro - que hacen lo que les gusta, lo que les apetece, rechazando lo demás, aunque pudiera darles mayor visibilidad, mayor prestigio, o incluso más dinero. Y si alguien tiene un periodo libre y no le apetece meterse a cantar un rol protagonista en un teatro donde va a tener mucha presión, prefiriendo cantar una Muchacha flor de Parsifal en otro lado... ¡pues deberíamos tener la libertad de poder hacerlo! ¡Y sin que eso mande ningún mensaje negativo a la profesión! Los mensajes ha de mandarlos tu trabajo sobre el escenario, sea el que sea. No en todos los casos la fama de un cantante es el mejor baremo para medir su calidad.

Al mismo tiempo, ¿no se deberían ofrecer papeles a los cantantes que a ellos les apetezca cantar? Lo escribí en una crítica recientemente. Usted, Saioa Hernández, Carmen Romeu... por ejemplo, reclaman papeles sin que se les de una oportunidad para cantarlos, encasillándolas, de alguna manera, en otros.

Efectivamente, a la hora de darnos roles debería tenerse un poco más en cuenta lo que los cantantes decimos de nuestra propia vocalidad. Por mucho que los demás sepan, difícilmente van a saber más que nosotros. Difícilmente van a haber trabajado más que nosotros sobre nuestros puntos débiles y nuestros puntos fuertes. Como mucho, quienes deciden tienen la oportunidad de escuchar a un cantante, tensionado durante una audición, cantar tres arias o, con suerte, habrán podido escucharle sobre el escenario alguna vez. Y a menudo acaban influyendo aspectos que nada tienen que ver con lo vocal. Sin embargo, se tiende a otorgar roles que sí, que podemos cantar y defender bien, pero que, personalmente, no son los roles donde puedo ofrecer mi mejor versión como cantante, por más que los cante bien. Hay una falta de escucha por parte de los gestores... y también de los agentes. Y esto es algo que está relacionado directamente, porque nosotros los cantantes sólo podemos comunicarnos con los teatros, por lo general, a través de nuestras agencias. Al final, aunque tu agente sea buenísimo, esa persona no eres tú mismo... nunca se va a expresar como tú. Me encantaría un día llegar a una audición y que me preguntasen: "¿A ti qué te gusta cantar? ¿Cómo te sientes tú con esta partitura?".

 

 

¿Realmente el cantante siempre es sincero con su voz?

Creo que no. Muchos cantantes nos debatimos entre lo que queremos que sea la voz o lo que nos gustaría conseguir... y lo que definitivamente es. ¡Qué muchas veces no es peor, sino distinto! Es una lucha diaria, porque la voz es un instrumento vivo que está en constante cambio. Lo que hacías hace un año, es probable que ya no lo puedas hacer exactamente igual. Necesitas adaptarte, hacer cambios... y es algo que nos lleva, muchas veces, a equivocarnos. Creemos que vamos a alcanzar un resultado "x" y, en ocasiones, finalmente es "y". ¡Incluso puede ser mejor! Con todo, tener expectativas en la vida es algo inevitable, ¿por qué no íbamos a tenerlas sobre nuestra voz?

Y a usted, ¿qué le pide su voz?

Mi voz me pide (medita)... expresarse en roles con evolución, con fondo, que me exijan recursos de expresión. Me pide línea de canto y personajes que dejen cantar a la voz: frases, fiatos, una base orquestal que me permita cantar encima...

No concreta, ¿adrede?

¡Sí! ¡Completamente! (Risas). Realmente, hablarle ahora de compostitores sería limitar una cuestión que no tiene por qué ser limitada. Evidentemente, hay cosas en las que yo no me metería, pero creo que, honestamente, mi voz ahora mismo podría hacer muy bien tanto una Gutrune como Semiramide. Me estoy refiriendo a estilos. Todo el Rossini serio, ¡todo el bel canto que tenga una buena reina! Verdi, incluso Traviata, algunos Puccini... todo depende de las circunstancias y del uso que hagas de tu propio instrumento, sin dejarte llevar por las presiones.

¿Presiones?

Si quien te contrata sabe a quién está contratando, ya debería ser suficiente para no tener presiones. La clasificación extrema de las voces que estamos viviendo nos está haciendo perdernos a artistas increíbles cantando cosas increíbles.

 

"A la hora de darnos roles debería tenerse más en cuenta lo que los cantantes decimos de nuestra propia vocalidad"

 

Con todo, usted tiene una máxima maravillosa: "Lo que sucede conviene".

¡Totalmente! Es uno de mis mantras ¿Cómo se aplica? (Piensa) Pues habrá gente que lo verá ridículo, pero yo creo que la vida sabe más de nosotros que nosotros mismos. Si me opongo radicalmente a algo que me ocurre, aparte de perder una cantidad de tiempo y energía enorme... ¿a dónde voy yo queriendo saber más que la vida? Mi filosofía es: me esfuerzo al máximo, al 100% en aquello que quiero conseguir. Pongo todo mi ser en sacar la mejor versión de mí misma. Siempre. Haga lo que haga. Hay que intentarlo todo. Ahora bien. La vida, a veces, te da cosas que no son las que planeas. A veces tienes mucho trabajo, incluso demasiado. A veces tienes muy poco. En cualquier caso, no me mortifico por lo que no tengo. Creo mucho en el agradecimiento vital, sin caer en el buenismo tonto, sin ser Mr. Wonderful (risas). Cuando tengo mucho trabajo, lo disfruto. Cuando no tengo tanto, disfruto del resto de la vida: pasear con mis hijos, leer, ¡hacer una obra en casa! (más risas). Planear cosas que me hagan feliz. Realmente, nunca sabes si vas a ser más feliz cuando estés haciendo aquello que te hayas propuesto que en este preciso momento. Como no lo podemos saber, yo trabajo para estar sobre el escenario, pero disfruto de todo lo que hay fuera de él.

Le iba a preguntar, escuchándola, dónde reside la felicidad para un artista, pero creo que ya lo ha contestado.

La felicidad para un artista no radica en ningún otro sitio diferente que para el de cualquier persona. Todo depende, mucho, de la salud, el equilibrio y la paz que encuentres. Y hay muchas formas de conseguirlo. Para mí, la principal, es poder expresarte haciendo uso de tus dones y talentos. En mi caso, no cantar me restaría mucha felicidad. Subirme a un escenario me permite conectar con quién soy, liberarme al mismo tiempo... ¡Todos deberíamos poder tener la oportunidad de saber qué podemos aportar al mundo... y hacerlo! Luego, además, hay otras muchas cosas que influyen. Ser feliz minuto a minuto.

¿A menudo los artistas sacrifican la persona, su bienestar emocional y su moral por priorizar su carrera?

Mire, ofende quien puede. Las críticas, por ejemplo, puedo leerlas y si veo que el crítico tiene muy mala leche... ¡pues le deseo una pronta recuperación! (Risas). Si después, ese mismo medio, me brinda la oportunidad de expresarme como yo soy, a través de una entrevista, por ejemplo, acepto esa oferta. Para mí no es ningún sacrifico. Le pongo otro ejemplo. Si voy a un teatro donde me tratan fatal y me vuelven a llamar... si es para tratarme igual, haciéndome sufrir... ¡huyo del sufrimiento como de la peste! ¡Sufrimiento ninguno! Ahí no hay sacrificio que valga la pena. Ahora bien, si me vuelven a llamar para tratarme mejor, para tratarme bien y me dan una oportunidad más. La cojo. 

Me decía anteriormente que en una audición acaban influyendo aspectos que nada tienen que ver con lo vocal. ¿Hay mucha impostura en la clásica, aún hoy en día?

Mucha. Es verdad que hay teatros donde las formas ya son menos impostadas, pero la estructura sigue siendo la misma. Completamente anquilosada. ¿Por qué un director de teatro no aprovecha una audición para interesarse de veras por el cantante? ¿Por aspectos que puedan resultarle de interés más adelante? Lo que sería una entrevista de trabajo normal en cualquier lugar. Un cantante sólo puede llegar, abrir la boca e irse a su casa. Es del todo limitante. El colegueo viene cuando uno ya tiene un nombre. En la ópera, además, está muy implantada una serie de jerarquías con las que habría que terminar. Muchos cantantes adquieren esa actitud también cuando empiezan a cantar roles protagonistas... y la ópera la hacen muchas personas al mismo tiempo. Hacemos, desde todo punto de vista, un trabajo en equipo. Por el bien de la ópera, todo esto tendría que ser de otra forma.

Con el paso del tiempo, todo el mundo se acomoda y acaba formando parte de la rueda...

Difícilmente me veo formando parte de esa rueda... nunca se sabe... aunque muchas veces, es verdad, si no puedes con el enemigo, acabas uniéndote a él. Yo, lo que hago es que, si no puedo cambiar esa estructura, esa rueda, trabajo y hago por cambiar mi parte. Simplemente me muestro como soy, tampoco es que haya que hacer otra cosa.

 

"La clasificación extrema de las voces que estamos viviendo nos está haciendo perdernos a artistas increíbles cantando cosas increíbles"

 

No quiero dejar de preguntarle por su presencia en el Teatro de la Zarzuela, ¿cuándo podremos escucharla de nuevo sobre su escenario?

¡Esa pregunta no tendría que hacérmela a mí! Yo estaré encantada de volver siempre que me llamen, pero tras cantar allí La casa de Bernarda Alba, donde todo fueron buenas palabras y me hicieron sentir muy a gusto por parte de su dirección, no he tenido más noticias, más allá de un recital en el Ambigú del teatro. Seguro que algo podrá concretarse más adelante. Tengo muchas ganas de volver, porque es un teatro que sentí como mi casa. Toda la gente que trabaja allí es maravillosa, desde el director artístico, Daniel Bianco, hasta cada miembro del coro. Además, la zarzuela es un lenguaje donde, creo, me expreso muy bien. ¡Y me encanta! Es que es eso, ya no en el teatro, sino también en el género, me siento como en casa. Estoy deseando cantar más.

¿Cómo va a ser volver a encontrarse con La casa de Bernarda Alba, ahora en Málaga?

¡Esa es la pregunta que me hago! ¿Cómo será la casa? Es una nueva producción y en su día, en el Teatro de la Zarzuela, sentí que la casa era el principal de los personajes. En aquella escenografía, la parte física tuvo mucho más peso que otras producciones, de otras óperas. La casa era el motor de la opresión, del clima que se vive en la obra. Empaticé mucho con la casa física para crear mi personaje, Angustias. Estoy expectante por ver cómo nos vamos a sentir. Poner a Lorca sobre un escenario es algo que hay que tomarse, siempre, muy en serio. Una ópera cuyas palabras son las que él escribió, dota de una altura a la parte dramática que muchísimos otros libretos no tienen.

Escuchar a Lorca con música parece casi algo natural.

¡Totalmente! Es que parece su hábitat natural. Se adapta muy bien el texto a la maravillosa música de Miquel Ortega. Lo he dicho alguna vez, pero La casa es una de las mejores cosas que seguramente haga en mucho tiempo, sino en toda mi carrera. Por todo, por el equipo de mujeres que trabajamos en ella, incluyendo a Luis Cansino, que fue una más de nosotras; por la escenografía y la fantástica dirección de escena de Bárbara Lluch.

Hablando de casas... documentándome para esta entrevista, he caído en la de veces que le han preguntado a usted por la conciliación de la vida laboral y familiar... ¿No está cansada ya de esa pregunta?

Sí. No me importaría que me preguntasen por la conciliación si también le preguntasen a los hombres. Preguntarme por esto, sin preguntarle a ellos, es menospreciar mi trabajo. En cualquier caso, considero que hay determinados aspectos que hay que reivindicar, para darle visibilidad y normalización a las mujeres que tenemos diferentes facetas en nuestra vida. No obstante, no se ha de poner el foco sólo en nosotras, como si fuese una mochila que sólo nos correspondiese a las mujeres. ¿Cómo concilio yo? ¡Pues exactamente igual que mi marido! Que para eso es un hombre sensibilizado y concienciado con que la conciliación, en el caso de una pareja, es cosa de dos. Tengo compañeras que me llaman, incluso, con miedo ante sus situaciones laborales, como mujeres, pidiéndome consejo. Si fueran hombres, esos problemas no los tendrían, seguro. Por eso no me importa contar, para que pueda servir de ayuda a otras mujeres, pero ya está bien de responsabilizarnos sólo a nosotras de cosas que nos incumben a todos.