Denis Kozhukhin copyright Johan Jacobs horizontal

Denis Kozhukhin: "La música está hecha de vida y requiere tiempo"

El pianista ruso Denis Kozhukhin visita este mes de marzo la programación de la OBC, en L`Auditori de Barcelona, para interpetar la integral de los conciertos para piano de Sergei Rajmáninov. En ocasión de esta titánica empresa, conversamos con él acerca de su trayectoria, estrechamente vinculada a nuestro país. Con posterioridad a esta conversación se han desatado los terribles sucesos en Ucrania, con la acción armada rusa sobre el país, hechos sobre los que también hemos recavado sus impresiones.

¿Cómo y cuándo surge el proyecto de interpretar los cuatro conciertos para piano de Rajmáninov en apenas un par de semanas, con la OBC? Es sin duda un proyecto ambicioso y complejo, desde todo punto de vista.

Yo crecí con la música de Rajmáninov, quizá son las primeras melodías que recuerdo escuchar. Mi padre, que es directo de coro, siempre ha sido un gran admirador de su música, así que he escuchado siempre sus cantatas, su música religiosa, etc.

Es curioso porque el primer concierto de Rajmáninov que me aprendí es el único que no hacemos. En realidad tampoco es un concierto como tal aunque al final sí resulta serlo, me refiero a la Rapsodia sobre un tema de Paganini y yo tenía entonces 13 años.

Después de eso aprendí el segundo concierto, luego el tercero, más tarde el cuarto y finalmente el primero. Y así, al cabo de los últimos veinte años, he tocado todos estos conciertos en varias ocasiones pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlos todos juntos.

Es un proyecto ambicioso pero muy interesante desde el punto de vista artístico. Es un reto, sin duda, porque cada uno de estos conciertos representa una montaña de emociones, de virtuosismo, de tensión… 

Cuando me propusieron hacerlos, en seguida dije que sí, no lo dudé ni un segundo. Fue interesante organizar los programas, para ver qué concierto iba mejor con otras obras sinfónicas de Rajmáninov y algunas obras de otros compositores como Ravel, Prokofiev o Shostakovich. En este sentido ha sido muy interesante el trabajo con Matthias Pintscher y Kazhusi Ono, con quienes estoy deseando colaborar ahora en estos conciertos en Barcelona.

"Crecí con la música de Rajmáninov, quizá son las primeras melodías que recuerdo escuchar"

El reto es físico, mental, expresivo… desde todo punto de vista. Se trata de conciertos especialmente difíciles e intensos, algunos de ellos se cuentan entre los más exigentes de todo el repertorio para piano.

Bueno, en realidad tocar el tercer concierto de Rajmáninov por primera vez es más difícil que tocarlo nuevamente cuando ya lo has hecho treinta, cuarenta o cincuenta veces (risas). Aunque en el algún sentido estos conciertos, como decía un profesor mío, suponen lanzarse a aguas muy oscuras sin la certeza de que haya luz al final del todo.

En condiciones normales, cuando tenemos una semana habitual de trabajo y ensayos con orquesta, ya uno solo de estos conciertos supone una tensión añadida. De modo que sí, hacer los cuatro a la vez, en tan solo dos semanas, es un reto muy importante para mí. Pero lo vivo con ilusión, con muchas ganas, sin miedo.

Cualquiera de estos conciertos te deja vacío emocionalmente después de interpretarlo en un concierto. Es una música que requiere mucha dedicación y entrega. No hay ningún momento de reposo, en el lenguaje de Rajmáninov el piano está siempre dialogando con la orquesta, no hay apenas un instante de respiro y relajación. 

De los cuatro conciertos, ¿hay alguno que suponga una especial dificultad, por algún motivo?

Lo interesante es que los cuatro conciertos son tremendamente diferentes y cada uno tiene su propia historia. El primer concierto lo compuso Rajmáninov cuando era muy joven y normalmente hacemos la segunda versión revisada de la obra, cuando ya era un gran orquestador. Es muy interesante que volviese sobre esta obra cuando ya había acumulado tanta experiencia con el lenguaje sinfónico. La combinación es extraordinaria porque estamos ante un Rajmáninov muy joven pero pasado por el filtro de toda una vida.

El segundo concierto, tan emblemático, tiene una historia relacionada con el estreno de la primera sinfonía de Rajmáninov, que fue un tremendo fracaso por diversos motivos y le sumió en una profunda depresión, hasta el punto de que no quería componer más durante un tiempo. Para salir de ese bloqueo, necesitó la ayuda de un médico a quien está dedicada la partitura.

El tercer concierto se considera normalmente como una de las obras técnicamente más difíciles de todo el repertorio para piano. Y es así, requiere mucho trabajo, hay muchas notas ahí (risas). Escuchando al propio Rajmáninov en sus interpretaciones se percibe que lo resuelve con un tremendo virtuosismo, pero al mismo tiempo con una asombrosa impresión de naturalidad. Y ese es el mayor reto, para mí, alcanzar esa mezcla de virtuosismo y naturalidad. Es curioso que esta obra no tuvo un gran éxito en su estreno y sin embargo ahora es una de las obras más tocadas de su repertorio.

Finalmente, el cuarto puedo decir que es mi favorito de entre todos ellos. Tiene también una historia muy complicada. Rajmáninov lo compuso cuando estaba ya en Estados Unidos y aunque él era un compositor bastante conservador, en términos de su relación con el romanticismo ruso, lo cierto es que aquí se abrió a algunas influencias importantes como el jazz. Quizá sea, por esto, el concierto más complejo de escuchar. Tiene de hecho tres versiones: la primera no tuvo ningún éxito, la segunda revisión tampoco funcionó y la tercera finalmente, mucho más corta y resumida, fue la que triunfó y es una auténtica joya.

Su relación con nuestro país empezó muy temprano. Fue durante años alumno de la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid. Entiendo que guarda importantes recuerdos de aquellos años.

Sin exagerar, aquellos fueron los años más importantes de mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Yo llegué a España con catorce años y el gran maestro ruso Dmitri Bashkirov aceptó cogerme en su clase, haciendo una excepción, porque normalmente no cogía a alumnos tan jóvenes. Pasé siete años en la escuela y me enamoré totalmente de España, es mi segunda casa. Lo fascinante de la Escuela Reina Sofía era no solo la estupenda formación que nos ofrecían sino también el hecho de que nos organizaban conciertos por todo el país, con música de cámara. Los profesores eran magníficos, con una gran dedicación y generosidad.

"Los años que pasé estudiando en Madrid fueron los más importantes de mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional"

Mencionaba ahora la figura de Dmitri Bashkirov, ¿cómo podríamos presentarle para quien no conozca su referencia?

Sin exagerar ha sido una de las figuras más importantes para el mundo del piano de la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI. Cuando era muy joven, en 1955, ganó el Concurso de Piano Marguerite Long y empezó una carrera brillante como solista. Pero al mismo tiempo se dedicó a la enseñanza desde muy temprano, apenas terminado el conservatorio. De hecho cuando yo entré a su clase en Madrid, él ya llevaba cincuenta años enseñando. Yo he visto a muchos profesores y estoy agradecido a muchos, como su asistente Claudio Martínez Mehner, un músico extraordinario. Pero no he conocido a nadie como Bashkirov. Era un hombre tremendamente inspirador. Tenía un carácter duro, a veces explosivo, con un temperamento que no distinguía entre la edad de sus alumnos, podía ser difícil. Pero no se limitaba a prepararte para los conciertos y ganar los concursos. Lo más importante para él era prepararnos para el futuro, cuando estuviéramos solos. Y la verdad es que no dejo de acordarme de cosas que él me decía. Fue una gran pérdida para todos pero somos muchos los que nos dedicamos a llevar adelante sus enseñanzas.

Me gustaría recapitular su trayectoria, sobre todo a partir del Queen Elisabeth de 2010, que es de algún modo el punto de partida de su carrera internacional.

Ha habido varios momentos importantes. Uno de ellos fue mi encuentro con otro gran maestro, Daniel Barenboim, con quien di clases durante varios años y con quien trabajé en su ensemble de Berlín, haciendo también conciertos en la Pierre Boulez Saal. Es uno de esos maestros que te hacen pensar y desarrollarte, no se limitan a darte indicaciones. Cuando sales de una clase con Barenboim tu cabeza está llena de preguntas y cuando vuelves a abrir la partitura, no dejas de ver cosas nuevas. 

También he tenido ocasión de trabajar con algunos directores con los que estoy especialmente orgulloso de haber podido colaborar, como Yuri Temirkánov, Simon Rattle, Valery Gergiev, el propio Barenboim… E instrumentistas espléndidos con los que he podido hacer música de cámara, como Leonidas Kavakos, Janine Jansen, Julian Rachlin, Gautier Capuçon… la lista sería larga, no querría olvidar a nadie.

Bashkirov decía que siempre aprendía de sus alumnos. Yo siento lo mismo cuando trabajo con otros colegas y orquestas, cada ensayo me descubre algo nuevo. Nuestra profesión no tiene límites, y esa es su mayor alegría y su mayor tragedia al mismo tiempo.

En una anterior entrevista, precisamente para la Escuela Reina Sofía, mencionaba algunas reflexiones interesantes sobre el ritmo vertiginoso con el que se viven ahora las carreras musicales, marcadas por el compás de las redes sociales y la revolución digital. 

Sí, creo que importante tomarse las cosas con calma, dar tiempo a la curiosidad, dejar que las cosas pasen, no precipitarlas. Nuestra generación, yo tengo ahora 35 años, nació en un mundo donde todavía no había redes sociales, donde no todo era inmediato como ahora. Pero ya hay una generación nueva que solo ha conocido este mundo digital y apresurado. Y por desgracia las cosas no siempre son mejores cuando son más rápidas y aceleradas. Para la carrera de un músico las prisas no son buenas. Bashkirov siempre decía: “Tened paciencia”. Los concursos están bien, si los ganas; pero no pasa nada si no los ganas. 

Lo importante es acumular experiencia. Y al final muchas cosas suceden por un golpe de suerte, no dependen directamente de ti, por más que te esfuerces. A veces tu trayectoria profesional cambia porque conoces a una determinada persona o porque estabas en el lugar y en el momento adecuados. Lo importante es estar preparado para cuando el destino te llame. Y mientras tanto, trabajar con calma y entender que un músico no se forma ni en quince ni en veinte años. Cada día vemos músicos virtuosos más jóvenes, niños increíbles con unas capacidades técnicas asombrosas. Pero no se trata simplemente de tocar las notas correctas lo más rápido posible. La música está hecha de vida y requiere tiempo, incluso tiempo para equivocarse. 

Los concursos no garantizan una carrera exitosa. En ocasiones, un quinto premio hace más carrera que el ganador de un certamen. De hecho, a menudo, los concursos no son justos, es complicado lo que sucede en los jurados donde hay una batalla de egos e intereses. 

¿Cuáles son sus próximos proyectos en agenda tras estos conciertos de Rajmáninov en Barcelona?

Justo después de estas dos semanas con la OBC haremos también en Barcelona el primer concierto de la gira por Europa que tengo con la violinista Janine Jansen. Después haré una gira por Holanda con la Orquesta de la Radio Holandesa. En mayo tengo conciertos con la Filarmónica de Israel y después varios recitales por Europa. No me puedo quejar, tengo una agenda llena de compromisos. Pero ahora con la pandemia nunca se sabe, todo cambia… en una misma semana se cancelan citas y surgen otras nuevas. Es un poco caótico pero también es apasionante recibir una llamada para hacer un concierto con apenas unos días de tiempo para prepararte. 

¿Tiene nuevos proyectos discográficos a la vista? Lo cierto es que posee una discografía muy variada y atractiva, con músicas de Grieg, Franck, Weber, Brahms, Ravel, Gershwin...

Hay varios proyectos sobre la mesa pero todavía se tienen que concretar. Es verdad que he grabado repertorios muy diversos, incluso algo tan infrecuente como las Sonatas de Haydn, que apenas se tocan y que son lo último que la gente espera de un pianista ruso (risas). Algo bastante injusto, por cierto… 

Es tremendo, sí. Todavía pervive la idea de que en función de los orígenes de un solista hay una mayor adecuación para un repertorio. Y pasa con los músicos rusos, con los asiáticos… es un cliché repetido una y otra vez.  

Yo no creo en estos clichés. Obviamente si has crecido en un determinado país y conoces bien sus raíces, te puede ayudar con determinado repertorio. Pero eso no quiere decir que un francés no pueda hacer música alemana, por ejemplo. Los artistas también somos a veces responsables de estas cosas, yo mismo como músico con orígenes rusos dedico gran parte de mi agenda a interpretar repertorio ruso. Al final es una dinámica difícil de romper, porque es un repertorio que siento afín a mí y es el repertorio que me suelen pedir los programadores. Pero tengo en mi repertorio los conciertos de Schoenberg, Ligeti, Ravel, Beethoven, Brahms…  

No quiero recabar su opinión particular sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania pero sí tengo interés en preguntarle acerca de la necesidad o no de que los músicos y los artistas en general tengan una postura pública sobre determinadas cuestiones de índole política, ideológica o social. ¿Debería ser así o no?

Es un asunto muy difícil, realmente complicado y que nunca tomo a la ligera. Normalmente suelo responder a cualquier cosa pero evito hablar de política. Y por varias razones. En primer lugar porque sobre cuestiones políticas hay opiniones completamente contrapuestas e irreconciliables, por mucho que dialoguemos. Y esto pasa incluso entre amigos y miembros de una misma familia. Por desgracia todo tiende a verse blanco o negro, cuando todo en realidad es más complejo. Yo pienso que cualquier artista debería tener su propia opinión y tener la oportunidad de manifestarla. Yo nací en Rusia pero he pasado toda mi vida adulta fuera de allí. Yo estoy fuera de Rusia y no creo que tenga autoridad para comentar lo que sucede, como si estuviera viviendo allí. En cualquier caso, para los artistas es difícil manifestar opiniones políticas o ideológicas porque somos por naturaleza gentes cosmopolitas y se espera de nosotros una cierta apertura, una mirada abierta. Pero al final todo son relaciones de poder. No podemos exigir al director titular de una orquesta o al responsable de una sala de conciertos, de quien dependen decenas de salarios, que tenga una postura pública sobre ciertas cuestiones. Me refiero con esto a que en muchas ocasiones la postura pública de un artista no coincide con lo que piensa en realidad. Siempre se cita el caso de Wilhelm Furtwängler, que era miembro del partido nazi pero que ayudó a músicos judíos a huir de Alemania. 

"Amo a mi país, pero no puedo estar de acuerdo con el gobierno ruso cuando toma las armas. Esto tiene que parar ya"

Con posterioridad a esta entrevista, Vladimir Putin ordenó a sus tropas iniciar la invasión de Ucrania, unos hechos de los que hemos querido también recabar la valoración de Denis Kozhukhin, quien nos envía las palabras que reproducimos a continuación.

Para mí es muy dificil hablar de esta situación, tengo muchísimos amigos y colegas en Ucrania, he pasado allí mucho tiempo, con experiencias extraordinarias. Todas las personas que conozco estamos unidas en la misma idea: esto tiene que parar ya, es un desastre. Nunca creí que Rusia pudiera intentar invadir Ucrania. La violencia nunca puede engendrar paz, es imposible pensar en la paz allí donde se ha derramado tanta sangre. 

Soy ruso y voy a pasar ahora dos semanas tocando música rusa. Crecí en Rusia aunque la vida luego me llevó a Europa, donde llevo viviendo más de veinte años. Amo mi país, pero cada vez veo más clara la diferencia entre la patria, mis raíces, y el estado. Amo a mi país, pero no puedo estar de acuerdo con el gobierno ruso cuando toma las armas. Esto tiene que parar ya.

 

Foto: © Johan Jacobs