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Julia Kleiter: “Creo que mi voz está en un momento de madurez importante"

La soprano alemana Julia Kleiter atraviesa uno de los momentos más dulces de su carrera, con una larga trayectoria de idéntico éxito y reconocimeinto en el terreno del lied como en el terreno de la ópera. El próximo día 21 de agosto su voz se escuchará en la Schubertíada de Vilabertran, acompañada del pianista Julius Drake. En ocasión de esta cita, conversamos con ella para conocer más de cerca su actual momento vocal y los orígenes de su carrera, así como sus próximos proyectos.

Le escuché el pasado mes de abril en Salzburgo, con el Requiem alemán de Brahms, con Andris Nelsons. Encontré su voz más amplia y redonda, creo que más madura, ¿cómo percibe usted su actual momento vocal?

Sí, tal y como usted lo describe. Yo también tengo esa sensación; en realidad esta cuestión de la madurez vocal es una aspiración que todas las sopranos tenemos, una vez se cumplen los cuarenta años, porque ese desarrollo del instrumento suele traer consigo un repertorio nuevo y más amplio con el que construir los años siguientes de una trayectoria.

No obstante este momento de cambio es complicado porque los programadores no terminan de tener claro qué roles puedes o no puedes cantar. Yo he sido por ejemplo Pamina en muchísimas producciones y sin embargo ahora es lógico que cuenten con colegas más jóvenes para el papel, aunque lo puedo cantar igualmente.

Para mí ahora es momento de abordar los grandes roles mozartianos y también ha llegado la hora de cantar Strauss. El año pasado en Bruselas hice mi primera Mariscala en Der Rosenkavalier y creo que salió bien. Yo estaba muy nerviosa, tenía algo de miedo al tamaño de la orquesta en Strauss, pero creo mi voz resiste bien.

Me siento cómoda, en el buen camino; creo que mi voz está en un momento de madurez importante. Por fin puedo asumir algunos papeles que años atrás ya me habían ofrecido y que decliné hasta ver cómo evolucionaba mi voz.

Es interesante que mencione Der Rosenkavalier. Lo cierto es que mucha gente asocia el papel de la Mariscala con cantantes más maduras y con voces más dramáticos y esto es algo que el propio libreto y la partitura desmienten.

Es verdad, en realidad no es ni tan mayor ni tan dramática. En realidad, en líneas generales, no debería importar la edad de un cantante para un papel, todo el tiempo nos encontramos con cantantes jóvenes haciendo partes de personajes más maduros y esto es algo normal. En mi opinión la Mariscala, desde un punto de vista vocal, es para una soprano lírica plena y no para una soprano dramática. Es verdad que la orquesta es amplia, con momentos densos y poderosos, pero creo que la obra está bien escrita para una voz lírica con buena proyección. Para mí es muy importante considerar con qué director y en qué teatro voy a cantar determinado repertorio, como en este caso.

¿Ha cantado hasta la fecha otros grandes roles de Strauss, como Arabella?

Tendría que haber hecho una nueva producción de Arabella en Zúrich en la temporada 2019/2020 pero me contagié de covid, después con la pandemia la producción se canceló y finalmente nunca llegué a cantar el papel, a pesar de haber hecho todos los ensayos. Es una pena, porque he tenido otro par de ocasiones de cantarlo pero no tenía el tiempo suficiente para ajustarlo en mi agenda. Espero encontrar la ocasión pronto, creo que podría ser una ópera importante para mí ahora, lo mismo que Capriccio. Me gustaría disfrutar un tiempo de este tipo de papeles de Strauss, antes de plantearme un paso más, si es que llego a darlo, hacia Chrysotemis, Salome, etc. 

Echando la vista atrás, hacia los comienzos de su carrera y lo cierto es que empezó muy pronto y muy fuerte, muy arriba, con compromisos como Die Zauberflöte con Abbado, entre otras cosas. Grandes escenarios, grandes batutas, grandes compromisos… imagino que sería complicado, mucha presión añadida.

Honestamente, es menos difícil de lo que parece cuando eres joven porque en realidad no tienes nada que perder. Yo tuve suerte con mi voz al principio: todo funcionaba bien, no tenía miedo, estaba bien rodeada, encontré gente que confió en mí. Tengo un recuerdo fantástico de aquellos primeros años. Fue más complicado después, sabe, ya cuando cumplí treinta años, entonces tomé más conciencia de las dificultades, también mi cuerpo y mi voz empezaron a cambiar, tuve dos hijos… Todo eso afecta y hace más complicada la carrera; no tengo un recuerdo tan feliz de mis treinta como el que tengo de mis veinte, es curioso. Quizá fui muy näive al principio (risas).

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En términos de repertorio, creo que Mozart ha sido el centro de su agenda, junto con el repertorio alemán. Pero no veo repertorio italiano en su trayectoria, ¿cree que es por un prejuicio, los teatros no piensan en una cantante alemana como usted cuando se trata de ópera italiana? Es una pena porque su voz encajaría perfectamente con algunos roles italianos.

Así es, creo que hay una mentalidad muy poco abierta en los teatros en materia de repartos. Me refiero a que hay demasiados prejuicios con las nacionalidades: parece que solo los alemanes pueden cantar repertorio alemán, solo los franceses hacer lo propio con el repertorio francés, etc. Los norteamericanos al menos tienen suerte porque lo pueden hacer todo (risas).

Lo cierto es que no he podido hacer ópera italiana aunque me hubiera encantado tener la ocasión en algún momento. Simplemente, no me han llegado propuestas para hacerlo. Sí podría haberlo hecho de haber tenido una posición fija en algún teatro centroeuropeo, pero no fue mi caso. Mi carrera tuvo mucha actividad de conciertos desde el principio y temía que una vinculación estable con un teatro me pudiera limitar mucho la agenda para otros compromisos.

Tal y como usted menciona, su trayectoria desde el principio fue muy intensa en todos los campos: ópera, recitales de lied, conciertos con música sinfónica y oratorios… ¿Esto sucedió de manera accidental o fue algo intencionado desde el principio?

Durante mis treinta hice más ópera que otra cosa, y es que por aquel entonces trabajaba con un manager que priorizó bastante esto por delante de los recitales. Afortunadamente ahora mi carrera tiene un balance bastante bien equilibrado entre ópera y recitales, con buenos periodos de descanso para poder trabajar la voz con tranquilidad de un repertorio a otro.

Imagino que la experiencia física y vocal es muy distinta, en ambos casos.

Sí, no es tanto la experiencia vocal como la experiencia física lo que cambia. Cuando estás en escena en un teatro tienes que estar en forma, muy concentrado, hay que actuar con todos los sentidos. Esto es muy excitante pero puede ser agotador en ocasiones.

Recientemente, cuando hice el Requiem alemán en Salzburgo que usted mencionaba al principio, estaba en un periodo en el que tuve que coordinar esos conciertos con funciones de Nozze en Dresde y Der Freischütz en Múnich. En esta ocasión fue muy bien, pero no siempre es así, a veces pasar de un repertorio a otro puede ser duro.

¿Prepara su voz de manera distinta para la ópera y para el repertorio de conciertos?

La voz es la misma para ambos repertorios, es cierto, pero sí que trabajo de manera distinta cuando caliento la voz, en función de lo que me vayan a demandar las partituras. Para la Mariscala por ejemplo es importante trabajar más el registro grave y el centro; en cambio para Mozart, por ejemplo con Donna Anna en Don Giovanni, suelo trabajar más la coloratura. La voz en todos los casos es la misma pero hay que intentar poner el acento en los recursos que más vas a necesitar en cada caso.

Respecto a los conciertos de lied, ¿cómo elige los programas de sus conciertos? En ocasiones hay un hilo conductor claro en este tipo de recitales, pero en otros en cambio parece más bien una selección algo arbitraria de piezas.

Se dan ambos casos, sí. Yo prefiero los programas que tienen un hilo conductor detrás, pero estos programas lleva más tiempo prepararlos, claro; hay que hacer un trabajo de fondo con el pianista y no siempre hay tiempo para esto. Además hay entidades donde piden un repertorio muy concreto y eso limita las posibilidades. Al final para mí es muy importante cantar un repertorio que conozco bien, que siento muy dentro de mi voz.

En este sentido, siempre me pregunto por qué hay cantantes de lied que llevan consigo la partitura en los recitales. La experiencia en un caso y otro, como parte de la audiencia, es completamente distinta.

Yo siempre prefiero salir al escenario sin partitura. Odio realmente estar mirando al atril cuando estoy cantando en un recital, tengo siempre la impresión de estar más pendiente de los papeles que del canto, y eso no es bueno. No obstante, no siempre es posible, hay imprevistos, quizá te haya faltado tiempo para preparar un conjunto de piezas, por ejemplo, y en esos casos no queda otro remedio. Creo que siempre es importante tomar el tiempo suficiente para preparar bien los recitales; en realidad son el formato de concierto que más trabajo conlleva si se hacen a conciencia, pensando bien el repertorio, metiéndose bajo la piel de los textos, etc.

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Este mes de agosto la podremos escuchar en la Schubertíada de Vilabertran, por tercer año consecutivo ya allí. ¿Qué programa tiene previsto interpretar con Julius Drake? Creo que incluye piezas de Mendelssohn, Schumann, Brahms, Korngold, Mahler…

Sí, estuve ya allí en 2021 y 2022, será ya mi tercera vez allí; tengo muchas ganas de regresar a Vilabertran. El programa que haremos no tiene un hilo conductor, al menos no todo él, pero sí en parte. El pasado diciembre hicimos un programa sobre poemas de Henrich Heine y parte de este programa lo traemos también aquí a la Schubertíada. El resto es una selección de piezas que no tienen un gran hilo conductor detrás pero que funcionan bien de manera conjunta, incluso en sus contrastes.

Este tipo de festivales, como la Schubertíada de Vilabertran o la de Schwarzenberg, junto con otras muchas citas de pequeño formato, son realmente milagrosos. Se trata de un enorme trabajo de organización, para una audiencia muy pequeña, con un repertorio muy especializado… es casi un milagro que sigan en pie este tipo de citas.

Totalmente de acuerdo. Para los cantantes es algo maravilloso. Yo adoro este tipo de recitales, sobre todo porque hay una atmósfera muy especial, tienes la impresión constante de que todo el mundo que acude está allí porque ama ese repertorio con pasión. Es un honor y una gran responsabilidad estar en festival como la Schubertíada de Vilabertran.

¿Tiene alguna grabación prevista próximamente? 

No, no tengo grabaciones previstas pero es algo que me gustaría mucho poder hacer pronto. Ha pasado ya tiempo desde mi último CD con música de Schumann con Gerold Huber y Christian Gerhaher. Me gustaría mucho poder hacer una grabación con orquesta, con piezas de Strauss y Mahler, eso sería un sueño pero es realmente complicado tal y como funciona hoy en día la industria discográfica. 

¿Y qué otros planes hay en su agenda por venir?

Tengo por delante mi debut en la Staatsoper de Viena con la Mariscala en Der Rosenkavalier, un título que haré también en Berlín con Joana Mallwitz. 

También tiene Mozart en su agenda. Es importante, hay cantantes que parecen olvidarse de Mozart conforme su trayectoria avanza con nuevos repertorios.

Ese no es mi caso, siempre que pueda cantaré Mozart. Me gustaría debutar Vittelia, por ejemplo. En mi repertorio siguen papeles como la Condesa, Donna Anna, Donna Elvira o Fiordiligi, un papel que me encanta.

También tiene previsto cantar El país de las sonrisas en Zúrich con Piotr Beczala.

Sí, así es. Hicimos ya una nueva producción en 2017 y ahora se repone de nuevo. Estas operetas de Lehár son interesantes porque la orquesta es potente y el rol de Lisa no es nada fácil precisamente, así que es un reto volver a cantarlo. Me encanta tener la ocasión de poder volver a cantar un papel así después de varios años y sobre todo acompañada con un colega tan excepcional como Piotr Beczala.

Fotos: © Frank Schemmann