ETIENNE DUPUIS 6695 credit Dario Acosta

Etienne Dupuis: "Rigoletto es un sueño para cualquier barítono"

El barítono canadiense Etienne Dupuis (Montreal, 1979) debuta estos días como Rigoletto en el Teatro Real de Madrid, en la propuesta escénica de Miguel del Arco. En ocasión de su presencia en Madrid, conversamos con él para conocer más de cerca su trayectoria hasta la fecha y sus planes de futuro.

¿Cómo se afronta la primera vez con un papel tan emblemático y exigente como Rigoletto? Es sin duda una de las partes más exigentes y más conocidas del repertorio verdiano. Creo que no es su primer Verdi, en todo caso.

Eso es. Hasta ahora he hecho Germont de La traviata un par de veces, también Rodrigo en Don Carlo, Renato en Un ballo in maschera y recientemente debuté con La forza del destino en Londres. Rigoletto es un rol icónico, un sueño para cualquier barítono, por supuesto. Es un papel que todos conocemos bien, pero uno de los mayores retos que estoy afrontando es el hecho de cantarlo en escena. Podrá parecer una obviedad, pero cuando lo escuchamos en una grabación, se ha parado una y otra vez al grabarlo. En cambio en escena no tienes apenas descanso durante toda la representación y la línea vocal no deja de ser exigente en ningún momento. Mantenerse siempre arriba, con la voz en forma, es todo un reto; no imaginaba que este papel iba a ser un reto físico tan importante.

Seguramente en esta partitura, más que en muchas otras del propio compositor, Verdi incidió en esa idea clásica del 'recitar cantando'. No basta pues con tener las notas y la voz en forma, es fundamental construir un personaje desde los acentos.

Absolutamente, así es. Verdi, en términos generales, siempre prestó mucha atención al drama a partir del texto. Pero la tradición ha hecho que veamos las cosas de manera un poco diversa. Me refiero al hecho de que papeles como Rigoletto se han ido adjudicando cada vez más a barítonos de voces grandes y oscuras, de tintes dramáticos. Pero si uno mira la correspondencia del propio Verdi, él siempre quería cantantes capaces de atender al texto, él quería que el drama viniera de ahí y no tanto del timbre de cada cantante. La partitura además está muy bien escrita para incidir una y otra vez en el mismo centro vocal. El papel de Rigoletto vuelve una y otra vez a la misma nota, al Do: "Quel vecchio maledivami!", "In testa che avete, signor di Ceprano?", etc. Son frases construidas sobre esa misma nota, como para volver a situar al intérprete. Y llega después el último acto, casi sin orquesta, con una escritura más grave. Creo que Verdi fue muy inteligente al hacer esto, porque era consciente de que los barítonos podíamos llegar a este último acto algo cansados como para sostener la misma tesitura que en los dos anteriores; seguramente nos quiso dar un respiro (risas).

Es curioso, por cierto, que en estas funciones en el Teatro Real no hay ningún barítono italiano cantando la parte de Rigoletto: tenemos a un francés, Ludovic Tézier, a usted mismo, que es de Canada, y a un colega estadounidense, de Hawai, Quinn Kelsey. Seguramente tenemos una referencia muy italiana, por tradición y por discografía, de cómo se ha de cantar este rol, con referentes míticos como Bruson o Cappuccilli. Pero tengo curiosidad, ¿hay también una tradición de cantantes franceses, de barítonos franceses cantando Rigoletto? Seguramente la haya, pero no la conocemos lo suficientemente bien por estos lares. 

Es curioso porque Verdi creó un rol tan importante como el de Iago, en Otello, para un barítono francés, el gran Victor Maurel. Verdi le escogió por su extraordinaria dicción, por su capacidad para decir el texto con gran intencionalidad, justo lo que necesitaba en un papel como Iago. En Canadá por ejemplo nació un gran Rigoletto, afamado durante muchos años en el Metropolitan de Nueva York: Louis Quilico, nacido en Montreal aunque con orígenes familiares en Italia.

¿Podría resumir su carrera hasta la fecha en pocas líneas?

Sí, en realidad mi carrera ha sido bastante sencilla y progresiva. Yo hice todos mis estudios en Montreal, en la McGill University. Empecé en el ’Atelier Lyrique de la Ópera de Montreal, canté mucho en Canada y también en Francia, donde tuve la suerte de ser contratado a menudo por mi buena dicción en alemán, curiosamente. También canté muchos Barbiere en Francia.

Fue precisamente después de una de esas funciones como Figaro cuando llamé la atención de los responsables de la Deutsche Oper de Berlín, en concreto fue Christoph Seuferle quien me dio la oportunidad de cantar allí. Y poco después fue en Berlín donde empecé a ampliar mi repertorio y donde tuve muchas oportunidades para seguir creciendo como cantante: allí hice mi primer Germont, mi primer Rodrigo, mi primer Onegin... Y ahí mi carrera empezó a despegar a nivel internacional, tuve la suerte de recibir propuestas de grandes teatros como Viena, París, Nueva York, etc.

También tuve suerte con mis agentes, tuve una primera agencia con la que trabajé diez años muy estrechamente, ellos me hicieron cerrar mi primer contrato con el Met, por ejemplo. Pero después, cuando conocí a mi mujer, la soprano Nicole Car, quisimos compartir la misma agencia, Askonas Holt, para intentar coordinar nuestras agendas en la medida de lo posible.

Respecto a su repertorio, más allá de sus comienzos con Mozart, creo que ahora aborda un abanico bastante amplio de autores y estilos. Tan solo me llama la atención una ausencia, ¿ha pensado en cantar Wolfram, en Tannhäuser?

Es curioso, nunca me lo han ofrecido aunque seguramente me iría muy bien, sobre todo en este momento de mi carrera, tiene razón; me encantaría poderlo hacer. De hecho me han propuesto hacerlo en la versión francesa para una grabación, dentro de un par de años. 

¿Qué tiene planeado cantar en los próximos meses, después de este Rigoletto en Madrid?

Volveré a Montreal para el estreno de una nueva creación y después volveré a París, donde tengo mi residencia. Estaré allí unos tres meses, primero cantando Paolo en Simon Boccanegra, con mi mujer Nicole Car y con Ludovic Tézier, precisamente; y después haré Don Quijote de Massenet, cantando Sancho. Más tarde tengo una gira por Japón en junio, con Antonio Pappano y con la Royal Opera House, haciendo Rigoletto justamente. 

Foto: © Emilie Brouchon