Gilda y La Manada (II)
Madrid. 03/12/2023. Teatro Real. Verdi: Rigoletto. Etienne Dupuis (Rigoletto). Julie Fuchs (Gilda). Xabier Anduaga (Duca). Ramona Zaharia (Maddalena). Peixin Chin (Sparafucile). Isaac Galán (Marullo). Marifé Nogales (Giovanna) y otros. Nicola Luisotti, dirección musical. Miguel del Arco, dirección de escena.
Segunda noche en el Teatro Real, con la propuesta escénica de Miguel del Arco en torno a Rigoletto y con un reparto de debutantes con la obra. Y es que tanto Etienen Dupuis en el rol titular como Julie Fuchs y Xabier Anduaga en sus respectivos papeles se enfrentaban por vez primera a esta partitura. En referencia a la produccion firmada por Miguel del Arco, no insistiré en lo ya dicho sobre la función del estreno. Vista por segunda vez, la propuesta volvió a parecerme honesta y bienintencionada, aunque su realización escénica dista de funcionar y convencer, por la acumulación de lugares comunes y recursos ya vistos, con una escenografía que lastra bastante la resolución general de la puesta en escena. Sí que me gustaría poner de relieve una contradicción importante en esta propuesta, en su plano más intelectual. Si Miguel del Arco quiere abundar en una lectura feminista de Rigoletto, tal y como él mismo ha explicado, ¿qué sentido tiene volver a cosificar en escena el cuerpo de las mujeres, haciendo pie en su cuerpo desnudo, tomado su físico como vehículo para expresar precisamente lo que ese mismo recurso escénico acaba negando? Quizá deberíamos ir superando ese capítulo.
Convenció, y mucho, Etienne Dupuis con su primer Rigoletto. Sus medios vocales son firmes aunque el timbre es más bien claro, lírico aunque con arrestos dramáticos cuando es debido. Su enfoque del rol, vocalmente hablando, se encuadra más en la senda de un Fischer-Dieskau, en el sentido de que no pretende apabullar con sus medios sino acentuar todo lo posible el texto. Sabe modular su voz, abunda en colores y acentos, muy convincente durante toda la velada. Y lo mismo cabe decir de su faceta escénica, mucho más comprometido con la propuesta de Miguel del Arco que su colega Ludovic Tézier. De hecho, durante todo el primer cuadro Dupuis comparece con un vestuario netamente distinto del que llevaba su compañero la noche anterior, redundando ello en una dirección de actores también distinta. La propuesta de Miguel del Arco funciona algo mejor, no en vano, con Dupuis como protagonista.
Buen debut también para la soprano Julie Fuchs. Quizá pueda sorprender que la intérprete francesa aborde este rol en este momento de su trayectoria, habida cuenta del repertorio que ha transitado en los últimos años. Sea como fuere, resolvió la parte con fortuna, exhibiendo un timbre muy grato y bien timbrado, con algún destemple puntual en el tercio agudo (singularmente en la 'vendetta', donde optó por terminar abajo). En cambio resolvió muy bien sus dos arias, tanto el 'Caro nome', con la correspondiente coloratura, y el 'Tutte le feste al tempio'.
Igualmente, era muy esperado el debut del joven tenor Xabier Anduaga con la parte del Duque de Mantua. La voz es un regalo, esplendorosa y fácil, aunque como ya apunté al hilo de otras interpretaciones suyas este año, es obvio que debemos darle tiempo a madurar como intérprete. En este sentido eché de menos un fraseo más incisivo, menos preciosista (las medias voces son espléndidas y sabe apianar) y más apoyado en el texto. Me sigue dando la impresión de que Anduaga canta prestando mucha más atención a las vocales que a las consonantes; esto otorga a su canto un amplio legato y una brillante redondez, pero se pasan por alto algunos acentos importantes. Lo dicho: hay que darle el tiempo lógico, porque las facultades las tiene todas. Escénicamente el tenor donostiarra también se va soltando cada vez más y se le vio disfrutando, muy entregado a la vis cómica del papel.
Del resto del elenco, como Sparafucile sorprendió para bien el material exhibido por el bajo Peixin Chin, de sonoridades rotundas, seguramente capaz de afrontar un Fiesco o un Felipe II con muy buenos resultados, llegado el caso. Ramona Zaharia me pareció algo sobreactuada como Maddalena y vocalmente no pareció desplegar sus medios más allá de un sonido rotundo, aunque falto de redondez. Fernando Radó fue un Monterone rotundo, justo lo que se espera de sus dos vigorsas intervenciones. Buen trabajo de Isaac Galán como Marullo, abundando en una mirada más caricaturesca del personaje, tal y como lo dibuja Miguel del Arco. Solvente también Marifé Nogales como Giovanna y el resto de comprimarios: Josep Fadó (Borsa), Tomeu Bibiloni (Conde de Ceprano), Sandra Pastrana (Condesa de Ceprano), Inés Ballesteros (Paje).
Respecto al foso, nuevamente tuve la impresión de que Nicola Luisotti desaprovecha la ocasión de pintar un Rigoletto con más personalidad, precisamente en la línea de lo que vemos en escena. Me refiero a que podría haber incidido en una lectura más sórdida y violenta de la partitura; en cambio, la obra suena en sus manos solvente pero complaciente, con subrayados muy obvios y una tendencia camerística que solo funciona a veces y que, ya digo, parece un tanto desconectada del discurso escénico. Nuevamente, buen trabajo de los cuerpos estables del teatro, orquesta y coro, a un nivel muy fiable y solvente.