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Rafael Sánchez-Araña: "Me considero un afortunado por poder trabajar en mi tierra"

El director de orquesta Rafael Sánchez-Araña puede considerarse profeta en su tierra, dada su extensa vinculación con la actividad musical de la isla. Ya sea por el tiempo en que se desempeó como director  titular de la Sinfónica de Las Palmas, orquesta en la que él mismo fue violinista años atrás, o ya sea por su relación con la Filarmónica de Gran Canaria, como asistente de Karel Mark Chichon, lo cierto es que Rafael Sánchez-Araña se ha labrado un nombre precisamente en su casa, en su ciudad, donde ahora regresa para dirigir su segundo titulo en la temporada lírica de Las Palmas: Roberto Devereux de Donizetti con las voces de José Bros y Yolanda Auyanet. 

Me gustaría comenzar hablando de su tierra, de Las Palmas. Creo que es allí donde todo está encajando especialmente en relación a su actividad profesional, tanto con la Sinfónica de Las Palmas como con la Filarmónica y ahora con la temporada de lírica donde regresa para dirigir Roberto Devereux. Entiendo que es muy especial poder trabajar en casa.

Sí, la verdad es que me considero un afortunado por poder trabajar en mi tierra. Lo normal suele ser irse fuera a estudiar, como también fue mi caso, en concreto en Italia y en Alemania. Y se suelen tener también fuera de España las primeras experiencias profesionales, para volver aquí después con la reputación labrada ahí fuera. Pero en mi caso las cosas no se han dado así, yo según terminé el máster tuve aquí mis primeras oportunidades profesionales, primero como asistente del maestro Chichon en la Filarmónica de Las Palmas y luego siempre vinculado a la Sinfónica de Las Palmas, en la que yo había sido violinista desde 1999 para ser después su director titular, cargo que desempeñé desde el 2017 y hasta julio del año pasado, cuando terminamos un ciclo de manera natural.

Ciertamente es raro el caso de quien tiene la posibilidad de ser profeta en su tierra, digamos.

Sí, esta profesión es una carrera de fondo. Y al final también hay un factor de suerte que determina muchas cosas. En mi caso creo que se da la circunstancia de que no hay apenas tradición de directores musicales en Canarias. Ha habido algunos, claro, pero no tenemos una escuela importante aquí en este sentido. Y por eso muchas veces he sido el primer director canario en hacer tal o cual cosa. A diferencia de la cantera de cantantes que tenemos, ahora mismo con voces como las de Celso Albelo, Jorge de León, Nancy Fabiola Herrera o Yolanda Auyanet. No hay algo comparable en materia de directores, a nivel profesional. Supongo que en mi caso esta es una circunstancia con un doble filo: por un lado me ha beneficiado ser el primero en abrir camino y por otro lado me ha tocado demostrar el doble para justificar que estaba a la altura, como supongo que pasa en todas partes con los artistas de casa.

Es curiosa esta circunstancia que menciona, la ausencia de una tradición de directores en Canarias, donde por otro lado la cultura musical es extraordinaria.

Sí, efectivamente. Tanto a nivel de la música popular como a nivel de la música digamos culta, hay una gran tradición y generaciones y generaciones de artistas de primer nivel. Pero en el caso de los directores de orquesta, no se ha dado el caso. Realmente es curioso dada la enorme actividad musical que tenemos por ejemplo en una isla tan relativamente pequeña como Las Palmas.

Desde el principio de tu trayectoria has tenido oportunidad de desarrollarte en ambas facetas, como director de lírica en el foso, con su vinculación a la temporada de zarzuela de Canarias, y también como director de repertorio sinfónico.

Sí, normalmente los directores solemos empezar por el repertorio sinfónico, porque siempre es más fácil curtirse con alguna pequeña formación y la lírica siempre es más compleja. Aquí en Las Palmas, en 2019, se creó una comisión artística entre Sinfónica, Filarmónica y Amigos Canarios de la Zarzuela. Y me nombraron director musical de la temporada de zarzuela, por lo que mi experiencia en foso es ya bastante amplia.

De hecho en 2020 tuvo ocasión de dirigir La traviata en Las Palmas, en plena pandemia.

Sí, fue en octubre de 2020, cuando prácticamente todo el mundo seguía confinado y no se estaba haciendo ópera en ninguna parte del mundo. En aquel momento tuve la suerte de debutar en la temporada de ópera de Las Palmas con Jessica Pratt, Celso Albelo y Ludovico Tézier. Fue una experiencia maravillosa, aún con todas las dificultades y condicionantes que imponía la pandemia.

La verdad es que siempre, desde que empecé mi actividad profesional como director, he tenido la suerte de compaginar el repertorio lírico y el repertorio sinfónico. Aunque a decir verdad me siento mucho más identificado con la lírica. Quizá por mi experiencia como músico en el foso, como violinista, no lo sé. Desde luego la cuestión de la voz me parece fascinante y creo que las posibilidades expresivas de la ópera no tienen comparación.

En sinfónico también ha tenido experiencias intensas, como esa Tercera de Mahler que dirigió el pasado mes de diciembre.

Sí, así es. Tuve la oportunidad y el enorme reto de sustituir al maestro Chichon con la Tercera sinfonía de Mahler el pasado mes de diciembre y fue una experiencia increíble. Fue bastante estresante pero fue inolvidable. Yo estaba trabajando en esa producción como asistente y finalmente me vi dirigiendo la partitura completa. Sin duda ha sido una de las experiencias más intensas y enriquecedoras de mi trayectoria profesional hasta el día de hoy.

También fue una experiencia que me animó a decidir que mi proceso como asistente ya estaba por acabar. Era y es momento de caminar por mi cuenta. Yo estoy enormemente agradecido a las oportunidades que me han dado el maestro Chichon y la Filarmónica pero ese capítulo tenía que cerrarse algún día.

Y llega ahora el Roberto Devereux de Donizetti en la temporada lírica de Las Palmas, con dos cantantes españoles como protagonistas, José Bros y Yolanda Auyanet. Creo que es su primera vez con la partitura, si no me equivoco.

Antes de recibir el encargo de dirigir este título confieso que no era una partitura en la que me hubiera fijado especialmente. Pero después de estudiarla debo decir que es realmente interesante y compleja. No ya solo por la parte vocal, que es magnífica y exigente, sino también por el desarrollo de la orquesta, que es ya casi un Verdi, es un belcanto muy maduro y elaborado, realmente rico y complejo. Para mí es un regalo poder debutar esta partitura con dos cantantes como Yolanda Auyanet y José Bros, auténticas referencias en este repertorio. 

¿Qué proyectos destacaría de su agenda por venir?

Tenemos por delante la celebración de los 25 años de la Sinfónica de Las Palmas. Hacemos Carmina Burana y se estrena también el documental en ocasión de este aniversario. De cara al futuro, la temporada de Las Palmas me ha vuelto a invitar con un título para marzo de 2025 y en septiembre tengo La verbena de la paloma y una gala lírica, ambas dentro de la temporada de zarzuela de Las Palmas. Y por supuesto el Concierto de Año Nuevo de la Sinfónica de Las Palmas, que es todo un hito para nosotros. Es ya la edición número trece y el año pasado llenamos el auditorio en cinco días, reuniendo a ocho mil personas, una barbaridad. Y seguramente habrá más proyectos cerrados en los próximos meses, tanto dentro como fuera de España.

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