© Craig Gibson
Freddie de Tommaso: "Me defino simplemente como tenor, las demás etiquetas no significan ya nada"
Poseedor de una de esas voces que surgen muy de tanto, Freddie de Tommaso se ha convertido, de manera meteórica, en uno de los tenores más solicitados y con mayor proyección del panorama operístico actual. Nacido en Inglaterra, pero con raíces italianas, su voz amplia y solar se adapta como un guante a los héroes verdianos, puccinianos y veristas. Ahora, en el que será su debut el Palau de Les Arts de Valencia, cantará por primera vez el papel de Rodolfo en la Luisa Miller de Giuseppe Verdi. Es el primero de los diversos papeles que pretende incorporar a su repertorio en los próximos años.
Esta será su primera actuación en el Palau de les Arts de Valencia y su debut como Rodolfo en Luisa Miller. ¿Cuáles son las sensaciones cuando faltan apenas 48 horas para el estreno?
Llevo en Valencia casi un mes y la verdad es que va todo muy bien. La ciudad es muy bonita, el teatro fantástico y toda la gente que trabaja en él también. Creo que conseguiremos hacer algo realmente especial. Cada vez que interpreto por primera vez un papel supone un momento especialmente importante para mí. Más aún cuando estoy rodeado de grandes cantantes, magníficos colegas y acompañado por una orquesta excelente.
Rodolfo supone la incorporación de un nuevo rol verdiano a su repertorio. Luisa Miller es una obra de transición, previa a la gran trilogía, y Rodolfo supone también la cristalización de una nueva tipología de tenor verdiano. ¿Cómo describiría el personaje desde un punto de vista vocal?
Me parece un papel especialmente interesante porque, en cierto modo, requiere tres voces distintas. El primer acto es puro belcanto, muy donizettiano, cercano al Edgardo de Lucia di Lammermoor. La tesitura es bastante alta, ligera y la música va siempre hacia adelante, llena de energía. En el segundo acto, en cambio, se vuelve más... no pesada, no es la palabra exacta, pero más cercana a la vocalidad de Riccardo en Un ballo in maschera o Gabrielle Adorno en Simon Boccanegra. Lo que podríamos definir como un lírico pieno. Y llega luego un tercer acto que parece Otello, ¡súper dramático! Todo ello lo convierte en un auténtico reto y en un rol muy interesante para mí. Debo decir que me encanta el papel.
Con ese tercer acto, tal y como lo acaba de definir, ¿se puede afirmar que Rodolfo supone el papel más dramático que ha interpretado por ahora?
No, la de Carmen es sin duda la parte más pesada que he cantado. Carmen es... Sé que hoy en día todos los tenores cantan Don José, pero en realidad Don José es un tenor dramático, desde mi punto de vista tan dramático como lo es Otello.

Volvamos a Verdi, sin duda uno de los compositores centrales en su repertorio. Todos los cantantes hablan de la especial dificultad de cantar Verdi, de su complejidad técnica y expresiva. ¿Considera que, en ese aspecto, es el más exigente de los compositores que ha interpretado hasta ahora?
Para mí, Verdi es el maestro supremo en todo. Verdi escribe de una manera diferente a cualquier otro compositor. Pongamos como ejemplo a Giacomo Puccini o, más aún a Umberto Giordano. Estos compositores escriben de un modo en el que, si posees una voz potente, puedes salirte con la tuya con algo de declamación, algunos efectos y un canto poco elegante. Eso con Verdi es imposible. Si intentas cantar un papel de Verdi utilizando esos recursos, le aseguro que no llegas al final de la ópera. En Verdi todo es canto. Para mí, constituye la forma más refinada de canto. Sin ninguna duda.
Previamente a Luisa Miller, ya hemos comentado que está cantado actualmente otros papeles verdianos como Riccardo (Un ballo in maschera) y Gabriele Adorno (Simon Boccanegra).
Sí, y anteriormente canté en muchas ocasiones Macduff (Macbeth) y también interpreté Alfredo de La traviata unas cuantas veces.
Entiendo que, en su actual momento vocal, Afredo constituye un papel del pasado.
Sí. Además, nunca me gustó demasiado cantar Alfredo. No me parece un papel interesante. Ni me atrae la música ni el personaje me parece atractivo. Por otro lado, como dice, requiere de una voz más ligera que la mía. Como sería también el caso del Duca en Rigoletto.

En cambio, un título como Il trovatore parece que le encajaría como un guante. ¿Le gustaría interpretar Manrico? ¿Tiene previsto hacerlo próximamente?
Sí, tengo muchas ganas de interpretar Manrico y me gustaría hacerlo en breve, pero por ahora no he tenido la oportunidad. No me lo han propuesto, pero le aseguro que en cuanto tenga la oportunidad lo cantaré.
En algún momento ha mencionado a Otello. La sensación es que, con el paso de los años, debería ser un papel ideal para usted por sus características vocales e incluso físicas. ¿Sueña con cantar Otello?
Por supuesto, ¡estoy deseando cantar Otello!
¿Ya, o dentro de unos años?
Esperaré un poco, pero no quiero retrasarlo mucho. Quizás espere, no sé... Ahora tengo casi 33 años. Quizá cuando tenga 38 o 39 sea el momento ideal para cantarlo.
Recuerdo que cuando Plácido Domingo debutó el papel con apenas 40 años mucha gente consideró que era una locura.
¿Por qué? No lo entiendo. Mario del Monaco debutó el papel a los 35. Creo que, para cantar cualquier papel, simplemente debes tener el instrumento adecuado, sea a la edad que sea.

¿Y cómo definiría su instrumento?
Soy tenor.
¿Y punto?
Sí. Mire, todo el mundo parece tener una determinada idea de lo que es un tenor spinto, dramático o lírico, y entiendo que cada uno tenga su propia opinión. Por eso, cuando me hacen esta pregunta me defino simplemente como tenor. Es más fácil. Hoy en día hay muchos tenores líricos cantando repertorio spinto, abundan los tenores ligeros cantando repertorio lírico, así que, en cierto modo, esas etiquetas ya no significan nada. Todo ese sistema se ha ido al traste.
¿Cuáles han sido sus tenores de referencia, los que más le han influido o los que más le gustan?
Hay muchísimos, pero por ahora diría Caruso, Pertile, Lauri-Volpi, Corelli, Del Monaco y Bergonzi. Precisamente Bergonzi es un referente para Luisa Miller por la nobleza del fraseo y la emisión de la voz. Me encantaría poder aportar esa misma nobleza al personaje. En cambio, a Del Monaco lo veo más como a un actor cantante, con una intensidad increíble en papeles como Canio, Don José u Otello. O en Andrea Chénier, una ópera que tengo previsto debutar en un par de años.
Pero antes que Andrea Chénier va a interpretar en breve otra ópera de Giordano, en este caso una auténtica rareza.
Sí, se trata de Marina, una obra de juventud de Umberto Giordano. De hecho, es la ópera que presentó en el Concurso Sonzogno de 1889, el mismo año en el que Mascagni ganó con Cavalleria rusticana y Puccini compitió con su primera ópera, Le villi. Supondrá el estreno de esta ópera que han recuperado Vincenzo Milletarì e I Pomeriggi Musicali y que interpretaré junto a la gran Sonya Yoncheva el próximo febrero.

Hemos empezado la conversación hablando de Valencia. Ahora me gustaría que nos trasladásemos geográficamente a Barcelona y cronológicamente al 2018. Ese año ganó el Concurso Tenor Viñas. ¿Hasta qué punto ese premio fue importante al principio de su carrera?
Mucho. Muy importante. Cuando gané el Viñas aún estudiaba en Londres, en la Royal Academy of Music. No tenía una carrera profesional y nadie me conocía, pero después del concurso encontré un agente, empecé a recibir muchas ofertas de trabajo y mi carrera despegó como un cohete.
¡Realmente como un cohete! Cuando se pasa de cero a cien en un período tan breve y llegan tan rápido ofertas de los mejores teatros del mundo ¿se hace difícil sobrellevar esa presión?
Bueno, en realidad es todo lo que he conocido, porque ¡todo empezó tan de inmediato! Es la situación a la que estoy acostumbrado, aunque puede parecer sorprendente. Cuando no conoces otra cosa, una realidad diferente, no tienes nada con qué comparar. Pasé en poco tiempo de estudiante en Londres a trabajar durante un año en la Ópera de Múnich e, inmediatamente después, ya estaba en la Wiener Staatsoper cantando papeles protagonistas al máximo nivel, así que no tengo otra vida con la que comparar. Para mí es genial, emocionante y no me causa demasiado estrés, diría yo. Ahora bien, debes tener la fuerza necesaria para soportar la presión intrínseca que supone este trabajo. Si no es así, no puedes desarrollar una carrera. Yo creo que tengo esa fuerza.
Eso se percibe a primera vista ¿Va al gimnasio y hace pesas cada día?
Prácticamente. Digamos que seis de los siete días de la semana. Cuando llego a una ciudad en la que tengo que pasar una larga temporada de ensayos y funciones, lo primero que hago siempre es buscar un buen gimnasio y también un buen restaurante de carnes.
Esa afición culinaria le debe venir de su padre, que era chef de un restaurante italiano en su Kent natal. ¿Fue también su padre quien le inculcó el gusanillo de la ópera?
Es cierto, teníamos un restaurante en Inglaterra y esa fue mi formación culinaria. Supongo que mi pasión por la gastronomía procede de ahí. Me gusta comer, pero también me encanta cocinar. Además, mi esposa también es una cocinera increíble. En cuanto a la afición a la ópera, mi padre tuvo una influencia importante, pero especialmente mi madre. Fue ella quien nos llevó a mí y a mis hermanos a la ópera cuando éramos niños y fue decisiva en nuestra apreciación por la música clásica y la ópera. Recuerdo la primera vez que nos llevó a la ópera. Fue en Glyndebourne. Un programa doble formado por El caballero avaro, de Rachmaninov y Gianni Schicchi, de Il Trittico de Puccini.
Precisamente Puccini es otro de los compositores principales en su carrera. Este año ha interpretado a Mario Cavaradossi, de Tosca, en algunos de los más importantes teatros del mundo. ¿Se siente especialmente identificado con el personaje?
Es la ópera que más he cantado hasta ahora. Creo que ya he cantado casi sesenta funciones, lo cual es una locura teniendo en cuenta que aún soy muy joven. Pero sí, es una ópera fantástica y uno de mis personajes favoritos. Me encanta cantarlo y, como dice, he tenido la suerte de interpretarlo en escenarios increíbles: el Met, el Covent Garden, en Viena y Berlín. Por todo el mundo.
Pero aún no en España.
No, en España aún. Espero que me lo pidan pronto porque me encantaría hacerlo.

Está claro que va a ir incorporando progresivamente todos los papeles de tenor spinto y dramático del repertorio italiano en los próximos años, pero ¿qué hay de otros como el francés, por ejemplo?
Creo que mi voz es específicamente italiana y principalmente me dedicaré a ello, pero el repertorio francés me interesa. Por ejemplo, me encantaría cantar las grandes óperas de Meyerbeer, como Les huguenots o Le prophéte. También Samson et Dalila, debut que está aún un poco en el aire, pero que me gustaría que fuese en las próximas temporadas.
Con tantos proyectos apasionantes y cantando sin parar, me pregunto ¿de dónde saca el tiempo para estudiar?
¡Siempre estoy estudiando! En casa, en el aeropuerto, en el avión, en el tren. Tengo todos mis apuntes en el iPad y siempre estoy estudiando. No queda otra.
¿Disfruta esa vida, la carrera de cantante de ópera?
Sí, por supuesto. Hay que hacer algunos sacrificios. Obviamente, siempre estás lejos de casa, con maletas arriba y abajo. A menudo estoy solo ya que mi esposa vive en Berlín porque trabaja en un teatro. Sí, hay sacrificios, pero compensa. Disfruto mucho mi carrera como cantante.
Fotos: © Craig Gibson