17. Christian Gerhaher c CNDM Rafa Martín

Voces para (cualquier) una década

Madrid. 13/01/20. Teatro de la Zarzuela. XXVI Ciclo de Lied. Centro Nacional de Difusión Musical. Lieder de Mahler. Gerold Huber, piano. Christian Gerhaher, barítono. 

Empezando a visualizar el último artículo que he escrito para la edición impresa de Platea, dedicado a las mejores grabaciones de recitales y ópera de la última década, uno de los nombres que me venían a la cabeza, una y otra vez, en múltiples grabaciones, era sin duda el de Christian Gerhaher. Finalmente, su aportación escogida fue un fabuloso cedé dedicado a Schubert junto a su inseparable Gerold Huber al piano, aunque bien podría haber sido seleccionado cualquier otro de su exquisitamente bien realizada discografía. 

El barítono alemán posee, o ha dado forma, a uno de los instrumentos más precisos que escucharse puedan en la actualidad. Posee una amplia paleta de colores, selectísimos, puntillísimos, delimitadísimos, que confieren a su arte un lugar destacado en la historia del canto. Supone una auténtica gozada ver cómo canta en su búsqueda, cómo los encuentra y selecciona a través de sus resonadores, confiriendo a su noble timbre un sinfín de variantes que dotan de verdadera intensidad y emoción, desde la contención, cada una de las canciones que interpreta. Arrancaba su última noche en la Zarzuela con la mirada perdida en la infinida del teatro (porque los teatros son infinitos), con un aire circunspecto, perdido y atribulado, como si estuvieramos viendo de frente al caminante sobre un mar de nubes friedrichiano. Un hombre ante un horizonte incierto, arropado de un atractivísimo aire romántico.

El recital, dedicado íntegramente a Mahler, no comenzó bien. No parece ese arranque con una nota aguda y mantenida de Die Einsame im Herbst la mejor forma de iniciar una noche y desde luego es un acto atrevido. La voz de Gerhaher tardó en encontrar su mejor colocación. A su lado, Gerold Huber mantuvo la magia en todo momento, con una interpretación sublime en la versión para piano de Das Lied von der Erde y la extensa introducción de su segundo Lied. No es tarea fácil ante un compositor que refleja su dolor en cada compás y que en ocasiones puede presentarse, en el piano y ante el público, poco acicateado, pero Huber se desplegó como el excelso pianista que es, componiendo el punto de encuentro perfecto entre la música de Mahler y el arte de Gerhaher.

Lo mejor de la noche vino con los Rückert Lieder, concretamente en su Ich atmet' einen Linden Duft y en Ich bin der Welt... de desoladora contención y conclusión, máxime al contraponerla con las dos marchas que vendrían a continuación, tan tétricas, tan "morbosas" en cierto aspecto: Revelge y Der Tamboursg'sell, que Huber supo dotar de forma excelentísima, soberbia, especialmente en su mano izquierda. En la segunda parte de la noche, dos despedidas donde Huber volvió a brillar con Nicht wiedersehen y a hacer milagros camerísticos, sobrios, justos, necesarios, con la versión pianística de La canción de la Tierra: Der Abschied, mientras los Ewig finales de Gerhaher se le clavaban a uno como puñales en el pecho. Un pianista irrepetible. Un barítono irrepetible. Cada noche con ellos es una noche irrepetible... al cuadrado.

Foto: (c) Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) - Rafa Martín