Carmen Goryachova Meli TeatroReal 

La escena viva

Madrid. 18/10/2017. Teatro Real. Bizet: Carmen. Anna Goryachova, Francesco Meli, Kyle Ketelsen, Eleonora Buratto, Mikeldi Atxalandabaso, Borja Quiza, Isaac Galán, Olivia Doray, Lidia Vinyes-Curtis, Jean Teitgen. Dir. de escena: Calixto Bieito. Dir. musical: Marc Piollet.

Y llegó Bieito, por fin, al Teatro Real. Su Carmen, me refiero. Tras un periplo de 18 años y una cosecha importante de éxitos, atracaba en Madrid para abrir la temporada 2017-2018 de su escenario operístico. Aquí, como no podía ser de otra manera, con encendido escándalo previo a cualquier función. Que lo de ver una bandera española, legionarios y algunas gentes de mal vivir sobre las mismas tablas pone nerviosos a más de uno y más de dos que no saben, pueden o quieren distinguir entre ficción y realidad. Es muy fácil: sobre el escenario, ficción (alarguen la "o" al leerlo, por favor). Fuera del escenario: realidad (o no, pero sí). Si no les gusta, si les parece horrible o si les maravilla, por favor, no dejen de decirlo, pero aprendamos a diferenciar.

Sin que el que critica tenga clara esta dicotomía, es en este punto legítimamente comprensible imaginarse al director de escena o artista cuestionado pensando aquello de "pero qué críticos más tontos tengo". Pseudo polémicas aparte y en cualquier caso, la de Calixto Bieito, como todas, ha de ser una escena viva mientras vivo esté su autor y este así lo considere. Si en infinidad de ocasiones se apunta hacia ellos por "tocar" las obras de otros anteriores, no se puede pretender que el arte vivo de la dirección de escena no mute y se transforme con el devenir de acontecimientos tanto personales como sociales. Esperar menos sería para visiones más mediocres y Bieito, que podrá gustar o no, es de escena encendida, detalladísima, teatralísima.

La Carmen de Bieito es una vuelta en cierto modo a un origen visceral, animal, sin condescendencia alguna. Aquellas aristas y perfiles abruptos que otros se encargaron de limar y pulir -llámense Berganza o Beecham, por ejemplo-, Bieito los recoge para devolverlos en una bofetada que no entiende de contemplaciones, como todo su teatro al fin y al cabo.

Marc Piollet ralló el "chimpunismo" en buena parte de su intervención, con un efectismo tan banal y vacío como pretencioso. Una obertura estrenduosa, cuasi marcial por momentos, con acentos demasiado personales en otros momentos de la partitura y cuadros intimistas fuera de todo recogimiento dejaron en el foso una labor siempre tendente hacia lo negativo.

En el apartado vocal, con tres repartos sobre la escena, llama sobremanera la ausencia de voces españolas. Y no es que quiera yo hacer patria ninguna, yo no entiendo de banderas sino de personas, y aquí faltan algunas que viven a escasos metros del Teatro Real y cuya Carmen es reconocida internacionalmente, como es el caso de Maria José Montiel. Además con la de Bieito ya en su haber y la agenda vacía. Los caminos de la contratación lírica son inexcrutables, supongo.

Anna Goryachova mostró una protagonista correcta, de timbre homogéneo en una voz a la que faltaba cuerpo y extensión por momentos. Teatralmente creíble, necesitamos aún así una Carmen de mayor presencia, que llenase el escenario, máxime desde el planteamiento de la dirección de escena. El tenor italiano Francesco Meli representó sin duda lo mejor de la noche, intencionalidad y gusto se dieron la mano en una voz si bien no privilegiada, sí inteligente en los medios y las formas, con un Don José que crecía a cada escena. Muy bien planteada su aria, muy ovacionada, y estupendo en la escena final. En la misma línea encuadramos la Micaela de Eleonora Buratto, soprano de homogénea y bella línea de canto que busca la credibilidad no sólo en la escena sino también a través de su voz. 

Un tanto desarmado el Escamillo de Kyle Ketelsen, al que faltó de nuevo algunos enteros y muy acertados el plantel de secundarios, destacando a Olivia Doray y Lidia Vinyes Curtis como Frasquita y Mercedes, además de Borja Quiza y Mikeldi Atxalandabaso como unos perfiladísimos Dancaïre y Remendado, lo mismo que Isaac Galán como Morales.

El Coro del Teatro Real recordó al de sus mejores tiempos, temporadas atrás, esperando que sea ésta la tónica de la nueva temporada. Intachables. Al igual que los sensacionales Pequeños Cantores de la ORCAM, con un trabajo siempre impoluto. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero esta Carmen deberíamos haberla podido disfrutar en Madrid mucho antes.