luisa fernanda r 64999092154fe

Un cuarteto vocal excepcional

Madrid. 25/06/2023. Teatro de la Zarzuela. Moreno Torroba: Luisa Fernanda. Carmen Artaza (Luisa Fernanda). Juan Jesús Rodríguez (Vidal Hernando). Sabina Puértolas (Carolina). Ismael Jordi (Javier Moreno). María José Suárez (Doña Mariana). Nuria García-Arrés (Rosita). Emilio Sánchez (Don Florito). Antonio Torres (Luis Nogales). Didier Otaola (Aníbal). Davide Livermore, dirección de escnea. Miguel Ángel Gómez-Martínez, dirección musical.

Creo que no recuerdo una noche tan redonda y completa de cuantas llevo acudiendo al Teatro de la Zarzuela. Espléndido broche, qué duda cabe, a la etapa al frente del coliseo que cierra ahora Daniel Bianco, a quien Isamay Benavente sucederá el próximo mes de noviembre. Y es que esta Luisa Fernanda ha contado con un cuarteto protagonista de excepción: tres solistas plenamente consolidados, en la plenitud de sus carreras (Juan Jesús Rodríguez, Sabina Puértolas e Ismael Jordi), junto a una joven promesa, que es ya ciertamente una realidad, la mezzosoprano donostiarra Carmen Artaza. Se reponía para la ocasión, sin pena ni gloria, la produccion firmada por Davide Livermore, estrenada en 2021, y sobre la que me extenderé más adelante. Y en el foso se volvía a contar con una de nuestras batutas decanas, la del granadino Miguel Ángel Gómez-Martínez, maestro solvente donde los haya.

De los cuatro solistas citados hay que comenzar loando el buen hacer de la citada Carmen Artaza, quien saltó a los titulares en enero de 2021, al alzarse con el primer premio en la 58 edición del Concurso Viñas, en el Liceu. Desde entonces ha hido hilando compromisos cada vez más notables, en una trayectoria que se advierte ascendente pero medida, sin pausa pero sin prisa. Artaza, que ocupaba aquí el lugar de María José Montiel, exhibe un material genuino de mezzosoprano, con un timbre ancho y bello, de solvente proyección y gran naturalidad. La tímbrica es grata y el agudo, sin ser descollante, parece seguro. Dicho esto, lo más interesante de todo fueron sus modos, sus maneras de cantante ya hecha, madura, a pesar de su insolente juventud. Me quedaría, por un lado, con la verdad con la que dijo su monólogo dirigido a la Duquesa, bien plantada, Y por otro lado la belleza extrema con la que desgranó el arco melódico que sostiene el dúo con Javier, el inspiradísimo "¡Cállate corazón!", una de las páginas más bellas de toda nuestra zarzuela. Qué bonito lo hizo Artaza, recogiendo el instrumento, remarcando el texto... Tenemos una extraordinaria cantera de cantantes, de la que Artaza se confirma como un puntal a seguir de cerca.

luisa fernanda r 6499902a34c7c

A su lado, el Vidal de Juan Jesús Rodríguez fue, y no exagero un ápice, simplemente histórico. Creo que jamás se ha escuchado cantar así este papel, con esa insultante autoridad vocal, con ese aplomo escénico. El barítono onubense estuvo pletórico durante toda la representación, haciendo gala de un timbre robusto, amplísimo y sonoro, con agudos como campanas, y dejando la impresión de poderse cantar otra vez el Vidal, de cabo a rabo, sin mayor fatiga, si hubiera hecho falta doblar la representación como antaño. Junto con su Conde de Luna de hace un mes en Bilbao, en Il Trovatore de la temporada de ABAO, este Vidal de la Luisa Fernanda es sin duda lo más imponente que le he escuchado a Juan Jesús Rodríguez, quien está a todas luces en la cima de su trayectoria. Contadísimos barítonos hoy en día, a nivel internacional, le pueden igualar. Qué emocionante su última intervención, ese "Morena clara, sin mi morena no sirvo ya pa nada", dicho con toda el alma.

No se quedaron atrás los otros dos solistas princpales del elenco, la soprano Sabina Puértolas y el tenor Ismael Jordi. La primera encarnó a una Duquesa sensual y graciosa, temperamental y fresca, incisiva con el texto y arrebatadora en escena. Otra cantante en la cima de su carrera, tras muchísmos años de trabajo y compaginando por cierto los ensayos de esta Luisa Fernanda con su exigente compromiso en el Teatro Real, con la nueva producción de Il turco in Italia de Rossini. Una profesional como la copa de un pino.

Por su parte, el tenor jerezano Ismael Jordi debutaba con el papel de Javier, una parte escrita de modo un tanto ingrato, incómoda para los tenores ligeros e incómoda para los tenores líricos de cierta plenitud. En el término medio, precisamente ahora que su voz se ha ensanchado pero sin perder un ápice de su flexiblidad y facilidad en el tercio agudo, Ismael Jordi canta el papel con verdadera fantasía, con gusto, regulando a placer y adornando la parte con ecos fletistas, con medias voces y filados de exquisita factura. El punto torero y retador que tiene siempre el jerezano, con esa presencia escénica tan genuina, ofreció un enfoque alternativo a la chulería altisonante con la que a veces se ha escuchado el papel. Bravísimo.

luisa fernanda r 649990b3b453c

Del resto del elenco, lo cierto es que el instrumento de María José Suárez no está ya para muchos trotes, desguarnecido en todas sus franjas; habló más que cantó, incluso cuando de cantar se terciaba. Aunque bien pensado, seguramente nadie mejor que ella para encarnar a una vecina cotilla como la posadera Doña Mariana. Cumplidora Nuría García-Arrés en su pequeña parte como Rosita y muy simpático y desenvuelto el Aníbal de Didier Otaola. Irreprochables el resto de solistas: Emilio Sánchez como Don Florito y Antonio Torres como Luis Nogales.

Impecable, una vez más, el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, lo mismo que el cuerpo de bailarines (aunque su espléndido desempeño no termine de tener mucho sentido en la propuesta escénica): su simpatía y su entrega resultaron contagiosas. Cuánto gana una representación cuando estos dos componentes están a la altura. Bravísimos.

Inspirada en el foso la batuta de Miguel Ángel Gómez-Martínez, optando por tiempos que en realidad no fueron lentos sino amplios, pausados, deleitándose, sin apresuramientos, con espacio para el fraseo, respirando con las voces, buscando el detalle. Una dirección personal y, en el mejor de los sentidos, a la antigua. El maestro granadino extrajo un sonido fino y bien aquilatado de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que sonó por encima de su media habitual en este teatro.

Como antes apunté, la propuesta escénica de Davide Livermore rescatada aquí de nuevo desde su estreno en 2021, pasó sin pena ni gloria. Y es que resulta bastante irrelevante la pátina cinematográfica que el regista italiano se empeña en superponer a la acción del libreto. Ciertamente, no molesta, ni suma ni resta, pero creo que podemos aspirar a más, si de darle una vuelta a nuestro género lírico se trata. Aunque la mona se vista de seda... Y aquí asistimos a una Luisa Fernanda sumamente convencional que quiere hacerse pasar por un relato intelectual, sobre la memoria de una España marchita, aunque creo que ni siqueira a tanto aspira Livermore con un trabajo que es bastante superficial, pura estética vacía de sentido. El libreto de la obra, no obstante, es sólido y lo aguanta todo, pasando por encima de ese monolítico Cine Doré que se apoderaba una y otra vez de la escenografía. Todo, para acabar el último acto en una dehesa de la Extremadura... Para este viaje no hacía falta gastar tanto dinero público.

luisa fernanda r 649990a8d35ad