Poderío vocal

Madrid. 07/01/2024. Teatro Real. Obras de Verdi y Strauss. Lise Davidsen, soprano. Orquesta Sinfónica de Madrid. José Miguel Pérez-Sierra, dirección musical.

Que Lise Davidsen es una de las voces más sobresalientes de su generación es algo ya bien sabido. Desde su irrupción en el panorama lírico internacional, hace no tantos años, no ha dejado de epatar con un instrumento sobresaliente, uno entre un millón. En el año 2015, la intérpretre noruega ganó el primer premio en el concurso Queen Sonja y se hizo también con el primer premio y con el premio del público en el concurso Operalia, en una edición celebrada en Londres. Desde entonces no ha pasado ni una década y Davidsen es ya una intérprete de referencia para Wagner y Strauss, compositores en los que a buen seguro desarrollará lo más granado de su trayectoria durante los años por venir. Sir ir más lejos, ya está marcada en su agenda su primera Isolda, precisamente aquí en España.

Para este recital en el Teatro Real, Davidsen presentaba algunos de los roles que tiene previsto incorporar a su repertorio con inmediatez, como La forza del destino de Verdi que debutará este invierno en el Metropolitan de Nueva York o la Salome de Strauss, con la que hará lo propio en París, el próximo mes de mayo. La sensación general de la velada fue la de un fenómeno vocal incomparable, al que sin embargo debemos darle tiempo para asimilar estos nuevos roles, como es lógico y natural. No digo que no hubiese emoción en su canto, pero sí creo que hay un margen de asimilación importante. La mejor prueba de ello fue la primera de las propinas, el 'Dich teure Halle' con el que Elisabeth abre su participación en Tannhäuser, un rol que Davidsen ha cantado mucho, de Bayreuth al Metropolitan de Nueva York. En esta pieza se percibió otro nivel de interiorización del texto, otra manera de paladear el fraseo, un sinfín de detalles en términos de dinámicas e intensidades. Lo cierto es que no tuve esa misma sensación con las piezas del programa, que ahora paso a comentar. 

En el caso de Verdi, la soprano noruega nos presentó el 'Pace, pace mio Dio' de Leonora en La forza del destino, el 'Morrò, ma prima in grazia' de Amelia en Un ballo in maschera y el 'Ave Maria' de Desdemona en Otello. Tres piezas muy distintas, algunas con un calado más dramático y vigoroso, otras de canto más lírico y algo más liviano. En todas ellas Davidsen demostró un dominio absoluto de su instrumento, capaz de plegarlo a un susurro bellísimo, como el cierre de la página de Otello, y sin temor alguno a la franja aguda, como el timbradísimo agudo que corona la exposición de Amelia en Un ballo in maschera. Pero en todas ellas resultó un punto epidérmica en materia expresiva. Y por eso decía que es a buen seguro cuestión de tiempo que haga suyos estos roles, porque uno de los recuerdos más emocionantes que tengo de los últimos años es precisamente el de Davidsen cantando 'È ben altro il mio sogno' de Il tabarro en el Liceu. Seguro que con tiempo y paciencia, Davidsen nos regala noches de gloria con Verdi.

La segunda mitad del concierto se podría resumir con una pregunta en voz alta: ¿Es posible cantar la escena final de la Salome de Strauss sin despeinarse, con insultante facilidad? La soprano noruega despejó la incógnita con una ejecución impecable y comodísima de la partitura, con un instrumento que campaneaba limpio, libre e imperial, sin obstáculo alguno para imponerse a la gigantesca orquestación straussiana. Y sin embargo, más allá del insulstante derroche vocal, no se terminó de sentir el escalofrío que siempre traslada esta página al oyente. Lo dicho para Verdi sirve aquí también: con el tiempo, Davidsen será sin duda una Salome histórica, porque hace décadas que no había una intérprete con un material tan dotado para este repertorio.

La dirección musical de José Miguel Pérez-Sierra, el ya designado como nuevo director musical del Teatro de la Zarzuela, fue muy solvente, acompañando con buen tino a la soprano, con la que ya ha colaborando en recitales de este formato en diversas ocasiones. En manos del director madrileño la orquesta titular del Teatro Real fue de menos a más, dejando entrever algunas limitaciones, como un sonido algo acartonado en la primera mitad (en el preludio de Las vísperas sicilianas) y un vigor algo desmedido en la página final de Salome. Con las partituras de Verdi, Pérez-Sierra optó por tiempos bien marcados, pausados, a veces quizá en exceso, aunque a decir verdad encontró un tono bellísimo para desarrollar el acompañamiento a Davidsen con la página de Desdemona, quizá lo más logrado de toda la velada.

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Fotos: © Javier del Real | Teatro Real