Aida TeatroReal 2018 escena final

Cuarto y mitad de clichés

Madrid. 10/03/2018. Teatro Real. Verdi: Aida. Liudmyla Monastyrska, Gregory Kunde, Violeta Urmana, George Gagnizde, Roberto Tagliavini y otros. Dir. de escena: Hugo de Ana. Dir. musical: Nicola Luisotti.

En sus días en el Liceu, Joan Matabosch acertaba al reponer de tanto en tanto la celebrada producción de Aida con los telones de Mestres Cabanes, un trabajo hermoso y con solera que merecía la pena volver a ver de vez en cuando. En cambio no cabe decir lo mismo, ni mucho menos, del trabajo de Hugo de Ana, estrenado en 1998 al poco de reabrirse el Teatro Real de Madrid, hace ahora veinte años. Vista con distancia, no es que esta producción haya envejecido mal; es que nació ya caduca entonces, dos décadas atrás. 

La propuesta, que roza lo risible en algunos cuadros (esa momia que parecía envuelta en papel del baño, esas coreografías...), carece del menor atractivo desde un punto de vista dramático, con una dirección de actores que brilla por su ausencia. Hugo de Ana lo confía así todo a la supuesta espectacularidad de una escenografía que no tiene más hallazgos que una enorme puerta para la escena de Amneris y una gran escalinata aprovechando toda la profundidad de la caja escénica en la marcha triunfal. Más allá de esto... la nada, una sonora y tediosa repetición de clichés, lastrada por un vestuario y unas caracterizaciones que, siendo generosos, cabe calificar de poco afortunados.

Así las cosas todo el interés de la representación quedaba en manos del terceto vocal protagonista. Liudmyla Monastyrska es una imponente factoría de notas, capaz de brillantes reguladores y admirables pianissimi. Pero no es cambio una buena actriz, haciendo de su Aida una mera sucesión de sonidos, inane, tanto más cuanto dichos sonidos epatan pero no emocionan. Tras haberle visto cantar en escena otros papeles como Abigaille en Nabucco o la Amelia de Un ballo in maschera, parece claro que le cuadran mejor aquellos papeles con empuje y una clara vis heroica que aquellos donde el melodrama lírico y él intimismo se llevan la palma. El único problema de su Aida es que con esos medios y esa capacidad técnica pareciera obligado llegar a unas cotas mucho más altas en lo dramático. Y por desgracia no fue así.

A su lado brilló el Radames de Gregory Kunde, ya en franca buena forma desde su arranque con el ‘Celeste Aida’. Kunde consigue hacer suya esa doble faceta del personaje, moviéndose constantemente entre lo lírico y lo heroico. Su tercer acto fue espléndido, con una firmeza vocal intachable y una fuerza dramática sumamente vibrante. No deja de ser admirable que un mismo solista como él pueda afrontar, en el lapso de apenas tres meses, partes tan distintas como El profeta de Meyerbeer, el Peter Grimes de Britten y este comprometido rol verdiano.

Fantástica a su lado Violeta Urmana, confirmando las buenas impresiones que dejó recientemente con su Eboli en Les a Arts. Con esta Amneris de reivindica una vez más como una artista de rompe y rasga, genuina y con garra.

Del resto del reparto, poco destacable a decir verdad. De una pieza, rudo y vocalmente irregular, el Amonasro de George Gagnidze. Roberto Tagliavini volvió a demostrar su buena hacer, aunque a su voz le falta algo de empaque para este tipo de roles. Sonoros aunque toscos los medios de Soloman Howard para Il Re. Y buenos mimbres vocales los expuestos por Fabián Lara en su corta aparición como el Mensajero; lo mismo que Sandra Pastrana como la Gran sacerdotisa.

Sumamente decepcionante en el foso el maestro italiano Nicola Luisotti -nada menos que Director Asociado del Teatro Real-. Sus tiempos lentos y caídos de pulso hicieron que la representación se precipitara hacia el tedio, sin poesía y con momentos ruidosos. La orquesta y el coro titulares respondieron con solvencia aunque sin mayor despunte.