OV Marc Piollet Piotr Beczala Palau Eva Ripoll 06

 

Plateada madurez

Valencia. 30/11/2018. Palau de la Música. Obras de Verdi, Puccini, Bizet, Giordano y otros. Piotr Beczala, tenor. Orquesta de Valencia. Dir. musical: Marc Piollet.

Cumplidos ya los cincuenta, la voz de Piotr Beczala se encuentra probablemente en su mejor momento, reteniendo aún el aliento lírico natural que preside su instrumento, encaminado ya no obstante hacia una vocalidad algo más sólida, no diría que dramática, siquiera spinto, sino de un lírico pleno, con la técnica en regla y la cabeza en su sitio. Esta serie de recitales por España así lo confirman; tras visitar Barcelona y San Sebastián, el tenor polaco recaló en Valencia para ofrecer otra velada lírica, acompañado por Marc Piollet a la batuta, al frente de la Orquesta de Valencia.

Por lo general las galas líricas de este formato no tienen otro interés que valorar la plenitud vocal del intérprete que las protagoniza. En este sentido, y tras el éxito cosechado en las citadas citas anteriores, podría decirse que la actuación de Piotr Beczala en Valencia fue todo un triunfo. Público en pie y largas ovaciones para un intérprete que se mostró en plenitud, exhibiendo un timbre de plateado centro y cada vez más robusta sonoridad, sin perder un ápice de su naturaleza lírica.

El color vocal de Beczala ha tenido siempre un aire argenteo, una resonancia plateada, una claridad en fin que acompaña muy bien sus incursiones en papeles más pesados, donde encuentra un balance muy positivo entre el empuje dramático y el lirismo connatural a sus medios. Caso ejemplar, a este respecto, es su aplaudido Lohengrin, que hemos podido escucharle ya en Dresde y en Bayreuth, nada menos. Beczala ha incorporado ya otros roles de mayor calado, como el Maurizio de Adriana Lecouvreur o el Rodolfo de la verdiana Luisa Miller, ,lo mismo que el Don José de la Carmen de Bizet. Esta temporada, ya en 2019, tiene previsto cantar en Viena su primer Cavaradossi de Tosca.

En consonancia con esto, el repertorio escogido en Valencia era un atinado muestrario de los horizontes por los que campea ahora la voz del tenor polaco, incluyendo además un guiño a sus orígenes con una pieza de Moniuszko y papeles que aún no constan en su agenda pero que a buen seguro se plantea interpretar, como es el caso de Andrea Chénier. Ofreció varias propinas, entre ellas una maravillosa recreación del "Amor ti vieta" de Fedora de Giordano y una vibrante lectura del "Addio alla mamma" de Cavalleria rusticana. Beczala frasea con elegancia y clase; es un solista estiloso, con ataques nítidos al agudo e inflexiones dinámicas bien medidas, como demostró con el aria "L´anima ho stanca". Sabe regular su instrumento y dosificar sus fuerzas; su canto transmite confianza y seguridad, como quedó patente en sus lecturas del "Celeste Aida" de Radames o el aria de la flor de Don José. Intachable, en su más allá de dos anecdóticos deslices, uno con el texto en Aida y otro con una inoportuna flema en la página de Bizet.

No terminó de convencer, no obstante, el acompañamiento orquestal. Ramplona e irregular se mostró la batuta de Marc Piollet, con muy puntuales destellos de talento. Su acompañamiento tampoco encontró en buen nivel a la Orquesta de Valencia, poco refinada y por lo general muy plana en colores. Hubo instantes casi absurdos en la dirección de Piollet, quien arrojó sobre Beczala toda la orquesta cuando este se encaramaba a coronar el esperado Nessun dorma